¿Ministerio de Educación o de Exclusión?

Treinta y dos chicos y adolescentes en situación de vulnerabilidad social, que participan del programa Puentes Escolares en La Boca, perderán ese espacio de contención si se concreta de traslado de sus cinco docentes, dispuesto por el Gobierno porteño. El taller, que desde 2009 funciona en el Club Boca, busca fortalecer a inclusión y el regreso a la escolaridad. Por Lucrecia Raimondi.

 

 ¿Ministerio de Educación o de Exclusión?

Son hermanos. Tienen 10 y 11 años y pasan cada vez más tiempo en la calle. Por almuerzo y cena comen las sobras del Mc Donalds que está frente al Parque Lezama, donde paran hasta entrada la noche. Su asistencia a la escuela es muy frágil y discontinua. No así al taller de Puentes Escolares: allí el vínculo de confianza es profundo. Sus maestros aseguran que “su continuidad en el taller es prioritaria siendo el único espacio de referencia y anclaje. El objetivo será sostener su escolaridad como así la posibilidad de fortalecer su inclusión en otros espacios recreativos y/o artísticos. También precisan un seguimiento en el área de salud”. Esa red de confianza y contención para estos dos hermanitos y para otros 30 pibes de La Boca es la que ahora el Ministerio de Educación porteño quiere desintegrar. Desde la gestión PRO, argumentan que el trabajo de Puentes Escolares en el barrio ya está terminado y que a partir del 16 de junio la sede que funciona en el Club Boca Juniors debe cerrar. Los maestros que desde 2009 sostienen el Programa no opinan lo mismo. Y mientras la directora general de Estrategias para la Educabilidad de la Ciudad, Andrea Bruzos, los intima con despidos; ellos resisten el abandono y continúan con su tarea socioeducativa, personalizada e integral.
 
Shirly enseña todos los días, Hugo la acompaña como pareja pedagógica y Marcos, también maestro, resuelve junto a Jimena, la trabajadora social, los problemas judiciales, de salud e identidad que enfrentan los chicos en situación de vulnerabilidad social y algunos de ellos, incluso, en situación de calle. Llegaron al barrio en 2009, luego de un diagnóstico territorial que daba cuenta de la necesidad del programa. La sede en el club fue resultado de un convenio, aún vigente, entre el Ministerio de Educación y la Presidencia de Boca Juniors. Allí tienen un espacio físico, computadoras, reproductor de dvd y una biblioteca.
Pero en abril pasado, a tres meses de iniciadas las clases y con 32 alumnos inscriptos, les comunicaron la decisión de reubicar el taller en una sede parroquial de la villa 21-24 de Barracas; mudanza que fue suspendida por la negativa del cura a instalar un programa si se cerraba otro. Sin embargo, Andrea Bruzos insistió y en junio presentó la irrevocable medida de traslado del Programa a la villa 1-11-14 y el consecuente cierre de la sede en el Club Boca. “La Ciudad no dio ningún argumento pedagógico válido como para cerrar el taller”, señaló Marcos Schmeling, coordinador de esta sede y delegado de UTE.
 
Vulnerables
 
Marcos y Jimena visitan comedores, conventillos y casas tomadas con el propósito de detectar chicos y adolescentes sin escolaridad, con escolarizaciones frágiles, en estado de vulnerabilidad social. Cada vez que entran a un conventillo ven situaciones muy crudas: ambientes insalubres, mucho hacinamiento, adultos que están presentes pero consumen narcóticos, adolescentes que venden droga, padres que han abusado sexualmente de sus niños, chicos que han empezado a trabajar desde muy temprana edad a modo de changas. Estos pibes son los que cualquier institución tradicional prefiere expulsar por no adaptarse a sus normas. Muchos no tienen documentación que acredite identidad. Otros están solos y no tienen a dónde ir porque sus padres residen presos. Otros niños padecen la violencia, al extremo de ver morir familiares frente a sus ojos por un ajuste de cuentas vecinal. Hablamos de 10, 11, 12, 14, 17 años en la vida de chicos a los que ninguna política llegó para garantizarles el acceso a sus derechos. Sin embargo, en el taller del Club Boca encuentran un lugar que no los señala con el dedo mostrándoles sus desventajas sociales sino que crea vínculos afectivos, confianza, contención, calor humano.
 
Entre muchas otras entidades que permiten contener y abordar las problemáticas de estos chicos, Puentes Escolares atiende en coordinación con el Hospital Argerich, los Cesac 9 y 41 la salud sexual y reproductiva, odontológica o las enfermedades respiratorios graves que los chicos sufren por los lugares húmedos donde viven. Articulan con el equipo de identidad de SENNAF para gestionar los documentos de identidad, con el Programa Adolescencia que propone becas para talleres recreativos, acuden al Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo (PAEByT) en Comedor Los Pibes para que los jóvenes terminen la primaria y luego a la escuela de Reingreso “Trabajadores Gráficos” para continuar la secundaria. También, hablan con los maestros y profesores de las escuelas formales para pensar en conjunto estrategias que les permitan a los chicos sostener la escolaridad.
 
El programa en Boca presenta oportunamente informes pedagógicos escritos que evalúan la necesidad de continuar trabajando en el barrio. “No creemos nuestra tarea terminada porque existen sectores del barrio a los que no hemos llegado -determina Marcos -. Hay cosas que estamos en condiciones de hacer y que son necesarias seguir haciendo”.
 
Los maestros tratan de ser una referencia para las madres jóvenes, para los chicos adictos, para los padres desocupados. “Los pibes necesitan un lugar educativo que los aliente, una estructura de trabajo que rompa con la naturaleza de precariedad, de abandono, de pérdida”, explica Hugo. Por eso proponen salidas vinculadas al placer y que significan marcas, ya que en otro contexto nunca las harían: al Museo de PROA, al de Bellas Artes, a bibliotecas. También cuentan con las canchas y el museo del Club Boca.
 
Tenemos la actividad de Puentes con la intención no sólo de trabajar el contenido académico, sino abordar la vida social desde el arte, que aprendan a jugar y a expresarse”, describen los maestros.
 
Desde el Gobierno de la Ciudad no proponen otras alternativas que puedan garantizar el trabajo tal cual se viene haciendo en Puentes Escolares. Por eso, al tomar conocimiento del traslado arbitrario las familias también expresaron su descontento a través de cartas dirigidas al ministro de Educación, Esteban Bullirich.
 
Virginia Leiva: “Estoy preocupada por mi hijo si se va la actividad, no tendría a dónde mandarlo”. Victoria Valeria Lancy: “Soy madre soltera y es muy importante para mi familia poder contar con estos maestros, ya que mi situación económica no me permite pagar una maestra particular. Espero que comprenda mi desesperación”. Ángela Villega: “Yo no dependo de recursos y ellos me fueron ayudando, resolviendo algunos problemas de los tantos que tengo”. Una de las nenas que desde 2009 asiste regularmente al taller se dibujó a sí misma llorando tapándose la cara y de rodillas, con sus manos ruega al ministro: “Por favor que no se vayan”.
 
La Red Solidaria Boca – Barracas, que integra a trabajadores de Puentes Escolares entre otras instituciones gubernamentales, también manifestó su rechazo al abandono: “Esta decisión la consideramos desacertada si se tiene en cuenta el invalorable trabajo de inclusión, de acompañamiento y fortalecimiento que lleva adelante el taller para generar condiciones que hacen al sostenimiento de las trayectorias educativas de niños, niñas y adolescentes”. Concluyen “que este es un ataque hacia la política pública y a la desinversión por parte del Estado” y alertan “que se trata de un intento más por destruir una experiencia de trabajo que cuenta con certificada calificación y trayectoria”.