Amenazados

Los llamados al 911 se multiplican y con cada advertencia de bomba, las evacuaciones y la pérdida de clases. Así viven desde julio los alumnos y docentes que asisten a la Escuela Normal Nº 5. En marchas y abrazos, la comunidad exige una solución urgente de parte del Ministerio de Educación porteño y que la Justicia acelere las investigaciones. Por Silvia Vepstas
Amenazados

Nada. A la luz de los hechos, parece ser que ni las autoridades judiciales ni el Ministerio de Educación porteño logran dar una respuesta satisfactoria. En un mes y medio, las amenazas de bomba al Normal Superior Nº 5 de Barracas suman 36. Y cada día, el número aumenta junto con la pérdida de clases y el impacto emocional en chicos y grandes. Por eso padres, alumnos, docentes y directivos del “Arcamendia” decidieron movilizarse bajo una consigna simple: “Basta de bombas: queremos estudiar”. Así lo expresaron, en silencio, cientos de chicos que, acompañados por sus padres, levantaban sus carteles en el abrazo que el 26 de agosto hermanó a toda la comunidad educativa. Y así se repitió el 2 de septiembre en un corte sobre la Avenida Montes de Oca que volvió a buscar darle visibilidad a un problema al que, por ahora, nadie da solución. Al colegio asisten más de 1500 alumnos de 3 a 17 años.

 
El frío y los perros
 
Tras el receso escolar de invierno, la vuelta a clases de los chicos vio trastocada su rutina. A fines de julio, un patrullero de la Comisaría 26 se acercó a la escuela de Suárez y Arcamendia y le dijo a la rectora que un llamado anónimo al sistema de emergencias 911, alertaba sobre la colocación de una bomba en el establecimiento. Entonces, el protocolo de evacuación del colegio, del que casi no se tenía registros desde la época del terrorismo de Estado o, incluso, desde los primeros años del gobierno democrático de Raúl Alfonsín, se puso en marcha. Entre sorprendidos y asustados, docentes y alumnos de los niveles primario y secundario vieron cómo los perros de la Brigada de Explosivos de la Policía Federal inspeccionaban el edificio en busca de una bomba. El resultado de la faena: varias horas evacuados y falsa alarma.
 
El episodio, para algunos niños –tal vez- teñido de aventura, pudo haber quedado como una anécdota más. Pero la reiteración de las amenazas y las consecuentes evacuaciones comenzaron a producirse con frecuencia, sumando 36 en seis semanas –tres de ellas en un mismo día-, transformando la sorpresa y el miedo inicial en fastidio y bronca tanto para los docentes y los alumnos como para los padres. Es lógico: las escuelas representan un segundo hogar donde ir a aprender, a hacer amigos; y no un lugar inseguro donde la amenaza y el miedo provoquen inestabilidad emocional.
 
Convencidos de esto y determinados a que las amenazas no perturben la infancia y adolescencia de sus alumnos, los docentes y la rectora del Normal 5 comenzaron a trabajar en talleres informales, dando contención a sus chicos cada vez que un episodio así ocurría. Pero lo tuvieron que hacer solos ya que, pese a los reiterados pedidos de ayuda que hizo la rectora, los representantes del Ministerio de Educación porteño no acompañaron a la escuela.
 
Recién se presentaron en el lugar a las cinco semanas de la primera evacuación. Tras la amenaza número veinte y pico. El día en que los padres decidieron abrazar al colegio. Justo cuando los medios estábamos allí.
“Además de las amenazas de bomba que generan miedo en los chicos –dice Patricia Blanco, mamá de Catalina de 6º grado-, nos preocupan las condiciones en que los alumnos son evacuados. Están de dos a tres horas en la calle, sin baños, sin agua, con frío y con lluvia. Personalmente creo que la evacuación está muy bien realizada: los chicos se trasladan con cuidado, los docentes están atentos y la Policía Federal también pero, por el protocolo que se tiene que seguir, se ven vulnerados sus derechos a la salud, a la intimidad, al juego y a la educación. Sabemos que la dirección del colegio tiene límites, hace todo lo que puede y sigue el protocolo, pero creo que es el Ministerio de Educación el que se tiene que poner los pantalones. El Gobierno de la Ciudad debería dar una respuesta alternativa de contingencia. Si todos los días hay evacuación y son ochocientos chicos de 3 a 17 años que quedan en la calle por horas, que pongan micros que los trasladen a otro lugar donde no se vulneren sus derechos. Aprender necesita de ciertas circunstancias que acá no se están cumpliendo”, asegura.
 
Y es claro que no se cumplen: el ciclo lectivo ya lleva perdido más de un mes de clases ya que, mochilas al hombro y evacuados en la calle, es imposible resolver una ecuación matemática, concentrarse en la historia argentina o identificar el pretérito pluscuamperfecto en una oración.
 
Sin embargo, docentes, padres y alumnos se resisten con ingenio y buena voluntad. “Enviamos tareas por internet, organizamos actividades en el pasaje y en el bar de la esquina. Pero es muy agotador para nosotros, los docentes. No se puede tornar normal la enseñanza en la calle. Muchos de nosotros ya tenemos problemas en la voz, tratando de mantener la atención de los chicos en la vía pública”, contó Lidia Aniski, docente del departamento de Lengua y Literatura, a Infojus Noticias. “¿Hasta cuándo tenemos que seguir haciéndonos cargo de esta situación?”, se preguntó y agregó: “De esto se tiene que hacer cargo el Gobierno de la Ciudad”.
 
Pero lo más grave de todo esto no es lo que lo chicos no aprenden, sino lo que los chicos viven: “No es sencillo vivir con esta situación -dice Laura Russian, rectora del Normal 5-. Para la escuela es de mucha tensión y stress diario. Para los alumnos es un impacto emocional muy fuerte porque están en la calle, viendo a los bomberos, la policía, los perros y ven a su escuela en una situación de amenaza. Por todo esto, junto a los docentes, estamos trabajando en talleres con los chicos para ver cómo canalizan esta situación, pero lo hacemos solos e inmersos dentro de esta situación de tensión y stress Estamos pidiendo mayor acompañamiento por parte del Ministerio porque sería muy bueno que viniera un grupo externo, para ver cómo encaramos esta problemática del impacto emocional. Queremos restablecer la paz y la tranquilidad de esta escuela que tiene una historia maravillosa. Hoy la escuela es un lugar que les da miedo”, asegura ante los medios.
 
CSI
 
Una amenaza de bomba constituye el delito federal de intimidación pública según el artículo 211 del Código Penal y prevé una pena de prisión de dos a seis años para quien la realice. Es por eso que las investigaciones sobre las amenazas de bomba contra el Normal 5 recayeron en distintos Juzgados Federales, como los que están a cargo de Claudio Bonadío, María Servini de Cubría y Daniel Rafecas. Aunque el hermetismo judicial es importante, se pudo saber que los llamados amedrentadores fueron realizados al 911 desde teléfonos celulares con chips descartables y es por eso que, dicen, todavía no se ha podido dar con el o los autores de las llamadas. Sin embargo, esta explicación no convence a los padres de los alumnos que aseguran que la justicia tiene herramientas tecnológicas para poder dar con los responsables y que no las utiliza.
 
Hay, por lo menos, seis hipótesis sobre quién puede estar realizando las llamadas: la primera apunta a estudiantes de la institución que no querían rendir sus materias previas en julio. La segunda comprende a un grupo de ex alumnos del Normal 5 y la tercera a chicos de otros colegios que sólo pretenden burlarse. Pero padres, docentes y directivos descartan de plano estas tres teorías, sobre todo porque las amenazas se produjeron también en otros colegios y continuaron luego de la fecha de exámenes. Otras hipótesis apuntan a algún ex empleado del Ministerio de Educación, a una interna política o a una interna policial.
 
Tantas teorías y ninguna certeza enardecen los ánimos de los padres que aseguran que si la justicia aún no sabe nada es porque no lo está investigando.
 
Entre la emotividad del abrazo simbólico al colegio amenazado y el enojo por la ineptitud de la justicia, un padre sugirió: “Varios capítulos CSI –serie de TV de investigación policial- son los que deberían mirar los fiscales y los jueces federales que investigan las amenazas de bombas a los colegios porteños. Tal vez así, aprendan cómo hacer su trabajo”.
 
El Ministerio NS/NC
 
El miércoles 2 de septiembre –al cierre de esta edición-, Sur Capitalino consultó sobre el tema a la Dirección General de Educación Superior del Gobierno de la Ciudad. Una fuente de esa dependencia aseguró que su director General, Marcelo Cugliandolo, estaba en ese momento reunido en su oficina con autoridades, docentes y padres del Normal 5 para resolver la situación. Sin embargo, a la misma hora de la supuesta reunión, autoridades, docentes y padres estaban en la escuela evacuando a los chicos por una nueva amenaza de bomba.
 
Sur Capitalino también consultó al Departamento de Prensa de la cartera de Educación porteña sobre la falta de respuesta del Ministerio a los reiterados pedidos de acompañamiento que realizó el colegio. Allí, un funcionario aseguró no tener un comunicado oficial para brindar y prometió devolver el llamado con alguna explicación. La comunicación nunca llegó. La ayuda al colegio, tampoco.
 
“Repudiamos la inoperancia del Ministerio de Educación de CABA que se refugia en la lentitud de la Justicia para no garantizar el derecho de aprender y de enseñar”, denunciaron familias y docentes en un comunicado. También advirtieron que de continuar sin soluciones el siguiente escenario de reclamo será el propio Ministerio de Educación, donde darán una clase pública junto con los demás colegios afectados por las amenazas de bomba. 
 
 
Mal de muchos…
 
Los alumnos, docentes y padres del Normal 5, desgraciadamente, no son los únicos que viven esta terrible situación. Las comunidades educativas de la escuela de Comercio Nº 1 “Joaquín V. González”, el Santa Felicitas, y las Técnicas Nº 10 “Fray Luis Beltrán” y la Nº 14 “Libertad”, todas de Barracas, también recibieron decenas de amenazas de bombas y debieron ser evacuadas. En tanto, en La Boca, hubo escuelas del Polo Educativo donde funciona la Media 3 y el Jardín 7 que también debieron levantar de urgencia sus clases por amenazas similares al 911.
 
Si bien hubo llamados en las Escuelas Normales 1, 3 y 9 y el colegio de River Plate, la mayoría de las escuelas en jaque son públicas y del sur de la ciudad. Hasta aquí suman, al menos, once los colegios que pasaron por la misma situación. No los une el amor sino el espanto y también el abandono por parte de autoridades judiciales y del Ministerio de Educación.