Espejismo

Un dispositivo para “llevar la Justicia a los barrios” tuvo su estreno en La Boca. Es una iniciativa del Consejo de la Magistratura porteño en su afán de estar más cerca de la gente. Pero resultó ser una actividad aislada y efímera incapaz de abordar los problemas urgentes del barrio. Por Facundo Baños

Espejismo

 Primer sábado de primavera y al borde del Riachuelo el viento hace el trabajo del barrendero. Una pareja se despeina, acodada en la baranda del sendero. Pero el paisaje de Vuelta de Rocha amaneció distinto. Al esqueleto de los puestos de Caminito se agregaron unas carpas que alojarían un evento itinerante que llegaba al barrio. Nadie sabía bien de qué se trataba la cosa pero pasadas las diez se fue arrimando un puñado de vecinos y curiosos.

Los banners indicaban la presencia del Ministerio Público Fiscal, el Tutelar y la Defensoría General, y los carteles informaban que todo ese despliegue era la pilcha de un nuevo programa del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires que preside el ex legislador del PRO Enzo Pagani, también al frente de Boca Social. Se llama “La Justicia Con Vos” y se trata justamente de eso: eventos desmontables que saldrán de paseo por algunos barrios, al viejo estilo circense. “La idea es generar encuentros programados en zonas de vulnerabilidad y la misión es acercar la Justicia a la gente”. Lucas forma parte de la Secretaría de Asuntos Institucionales del Consejo, encargada de la organización del programa. Agrega que van a convocar a funcionarios de todos los organismos para que interactúen con los vecinos y ellos puedan evacuar sus dudas sobre las funciones y competencias del Poder Judicial. 

Y ahí estaban los jueces, en el primer panel de la jornada, explicando algunas cosas del trabajo que hacen y poniéndose a disposición de los vecinos que se habían acercado. La primera mujer que tomó el micrófono había venido desde Pompeya en busca de una respuesta para el problema habitacional que padece: órdenes de desalojo, tapiados repentinos, patotas que amenazan y una Justicia sorda cuando ella abre la boca. Pero la carpa es otra cajita vacía: la jueza Carla Cavaliere quiere explicarle que no pueden opinar ligeramente sobre una causa que desconocen, pero que si deja una dirección de mail seguramente podrán orientarla.
 
Los pocos vecinos que habían recibido la información del evento se acercaron con sus dudas y las expusieron como pudieron frente a los jueces. Para ellos era una chance más de zafarse del espiral burocrático que los tiene atrapados. Pero cuando el micrófono empezó a rodar entre el público quedó claro por qué no había habido más divulgación que una cadena de mails: no hay respuestas. Lo que hay es una presencia efímera en formato de campamento y que al rato ya no está más.
 
El juez Víctor Trionfetti intervino en el panel con un discurso breve y humano: explicó que los jueces trabajan con el dolor de la gente y que eso los obliga a estar presentes, comprometiéndose con cada causa. También dijo que él no vive en una torre de marfil sino que comparte las experiencias sociales que atraviesan a la ciudadanía. Una vez fuera de la carpa aceptó dialogar con Sur Capitalino y aclaró que él hubiera preferido que este evento se diera en la calle, caminando por el barrio, porque así se logra un contacto más genuino con los vecinos. Y recuerda un caso emblemático que hubo en La Boca, que fue el de la Cooperativa Crecer en Ministro Brin. Lo recuerda porque es un buen ejemplo para lo que quiere decir: que hay una sola manera de transformar la realidad y es colectivamente, y que la organización barrial, vecinal y cooperativista es un camino que hay que empezar a andar.
 
En su trabajo se siente como un homeópata que da pequeñas dosis de Constitución, pero niega ser un transformador. Piensa que el deber de un juez es apartarse de todo sentido burocrático a la hora de hacer su tarea, y que un programa como La Justicia Con Vos sólo se justifica si es sostenido en el tiempo: “Cada fin de semana tendría que haber jueces, defensores y fiscales caminando por los barrios, urbanizados y no urbanizados, y escuchando a la gente”.
 
Hablábamos con el río de costado y la Isla Maciel calladita a mis espaldas. Enfrente ya bailaban los tangueros de envoltorio y La Boca se cubría de maquillaje. Triste bandoneón. Adentro, en la carpa, comenzó el panel sobre violencia de género y doméstica: Genoveva Cardinali, fiscal especializada, explicaba que reconocer la problemática implica darse cuenta de lo que siente una mujer víctima de violencia, y decía que ya es hora de que la Justicia deje de mirar para otro lado y tome partido en esta clase de conflictos.
Cuando el micrófono pasó a manos del público, volvió a quedar en evidencia la inmadurez de este dispositivo: una vecina empezó a contar el drama que ocurre en el asentamiento que habita, debajo de la autopista y a escasos metros de la Usina del Arte: “Ese lugar está iluminado con luces de todos los colores y nosotros seguimos en la oscuridad, sin cloacas ni corriente eléctrica”, soltó. Desde el panel improvisaron una respuesta y luego sí, surgió una inquietud asociada con la violencia doméstica: una mujer quería saber si se podían hacer denuncias anónimas, para delatar a un vecino golpeador sin poner en riesgo a su familia. 
 
Estos barrios saben de dolor y no alcanza con montar una toldería en el amanecer de la primavera. Un camión vendrá a recoger los restos del campamento y la estaca seguirá clavada en el corazón rengo de los vecinos. Pronto abrirá en La Boca un Centro Comunal de Justicia: desde Sur Capitalino estaremos atentos, a ver si ese espacio barrial con presencia del Estado logra, al fin, ser una apoyatura real para las angustias que están intactas. Hoy brillan los reflectores de la Usina y bailan el dos por cuatro en Caminito. Detrás, nada.