Merecido homenaje

A partir de las 10, se realizará en Pompeya el acto de inauguración de la plaza Obispo Enrique Monseñor Angelelli en conmemoración al comprometido religioso que fue asesinado por la sangrienta dictadura.
Merecido homenaje

En el acto participarán la Ministra de Espacio Público, Lía María, el escritor Osvaldo Bayer junto a familiares y amigos del sacerdote que colocarán una placa recordatoria en homenaje a su incansable lucha.

La plaza que llevará su nombre se encuentra ubicada en las calles Ferré-Berón de Astrada- Matanza y Avda. Erezcano, del barrio de Pompeya.

Angelelli, nació en Córdoba el 17 de julio de 1923, y fue sacerdote a los 26 años. En sus primeros años de sacerdocio tomo partido por las líneas más comprometidas de la Iglesia frente a las desigualdades sociales.

Había realizado sus estudios sacerdotales en Roma, especializándose en Derecho Canónico; fundó en Córdoba la Juventud Obrera Católica y fue asesor de la Juventud Universitaria Católica.

En diciembre de 1960, el papa Juan XXIII lo nombró obispo auxiliar de Córdoba. Los obreros y la gente humilde lo sentían uno de los suyos. Participó del Concilio Vaticano II (1962-1965), y en julio de 1968 el papa Pablo VI lo nombró obispo de La Rioja.

Acompañó la creación del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, que hará una opción clara por los pobres y justificará el camino de la lucha revolucionaria.

Desde La Rioja, promovió la creación de sindicatos de mineros, peones rurales y empleadas domésticas; la reforma agraria; las escuelas rurales y las cooperativas de trabajo. También reclamaba por las condiciones laborales de los campesinos —lo que costó agresiones físicas a sus colaboradores—, denunciaba la usura, la prostitución y el narcotráfico.

Cuando su influencia se torno evidente, en coincidencia con su viaje suyo a Roma en 1974, le sugirieron que no volviera al país ya que había recibido amenazas de la Triple.

El Obispo regresó igual, en 1975, mientras se multiplicaban los asesinatos de sacerdotes. Angelelli viajó a Córdoba junto con el arzobispo Raúl Primatesta a exigirle al jefe del III Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, que cesara la represión.

Cuando la represión se agudizó, fueron secuestrados y asesinados los curas Carlos Murias y Gabriel Longueville. Días después fue asesinado Wenceslao Pedernera, un laico colaborador de Angelelli. El obispo guardaba datos sobre esas muertes en una carpeta, que pensaba enviar al Vaticano. El 4 de agosto de 1976 fue asesinado.

Las palabras que pronunció en el año 1968 cuando asumió como Obispo de la Provincia de La Rioja: «No vengo a ser servido sino a servir. Servir a todos, sin distinción alguna, clases sociales, modos de pensar o de creer; como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres», sintetizan su compromiso y la esencia de su heroica lucha.