Arte callejero

Las paredes de la zona menos turística de La Boca gritan. Son las intervenciones de Orilo Blandini, quien junto a los vecinos se apropia de los muros del Barrio Chino donde imprimen sus historias. Un artista que dice no a los "graffiti tours"

Arte callejero

 Por Francisco Basualdo

 
La Boca es un barrio signado por la producción artística local, desde las pinturas de Benito Quinquela Martín, pasando por los varios grupos de teatro popular que recorren sus calles. Esta vida cultural se retrata también diariamente en sus paredes. Uno de los artistas locales que se viene haciendo notar a fuerza de intervenir las viejas paredes de la zona menos turística del barrio es Orilo Blandini. Los murales que realizan tienen el plus de ser compartidos y realizados con sus propios vecinos del Barrio Chino boquense, con quienes en el correr de los años trabó una amistad profunda.
 
Orilo es uno de los exponentes argentinos del Street Art, o arte público como le gusta decir a él. Comenzó su trabajo artístico hace unos 15 años, cuando junto con unos amigos armaron DOMA, un colectivo argentino con mucha referencia internacional en producción audiovisual e intervenciones callejeras. Su adolescencia la vivió en Palermo, cuando este era un barrio repleto de talleres mecánicos y los chicos se criaban en la calle. Allí comenzó a pintar sus primeros murales, pero con los años el barrio mutó hacia un centro comercial a puertas abiertas por lo que buscó nuevos horizonte. Así dio con un viejo galpón en la calle California, donde hoy vive y produce su obra.
 
Orilo recuerda que la llegada al barrio “no fue fácil, no conocía a nadie acá. Pero al tiempito fue como recuperar eso que se perdió en Palermo y en otros barrios, la vida en la calle. A los seis meses de vivir acá, hice el primer laburo, en el frente de casa. A partir de ahí, se acercaron los vecinos y arrancaron a proponer lugares donde pintar”.
 
Los murales que pintó hasta hoy son alrededor de doce y en su mayoría tienen un anclaje que se va encadenando en la historia barrial y también en la suya personal. Por ejemplo, en California y Américo Vespucio, hay un trabajo que retrata a un perro leyendo el diario. La historia detrás de esa obra cuenta que un buen día a Orilo lo mordió uno de los perros callejeros del barrio, lo que lo llevó a hacerlo presente a través de la pintura. Mientras lo pintaba, se le acercaron los pibes que paran en la cancha de fútbol de Vespucio y Coronel Salvadores, el corazón del Barrio Chino, para proponer hacer una obra sobre el paredón de la canchita, que concretaron un par de semanas más tarde.
 
La relación con los vecinos fue creciendo, y los últimos años varias familias se le acercaron para pedirle que hiciera “memorials”, pequeños murales recordatorios de los chicos jóvenes que mató la policía o que murieron de manera repentina por enfermedades. Orilo dice que “si bien son laburos fuertes que vienen de una tragedia, para mí son los trabajos más importantes por lo que le implican a las familias, a nuestros vecinos”.
 
Desde hace un tiempo, las agencias turísticas, promovidas por el propio Gobierno de la Ciudad, comenzaron a considerar al arte callejero como una nueva fuente de recursos para armar paseos turísticos. Esto llevó a que se incluyera a la producción graffitera de los barrios del sur dentro de estos recorridos. Desde la mirada de este artista, “estas cosas te llevan a pintar menos, porque empezás a ver que se arman graffiti tours para traer a los turistas a recorrer muchos murales que hay en el barrio. Sería una lástima que algo que hacemos dentro del barrio, se transforme en un imán que empiece a traer al turismo acá. El barrio chino todavía conserva otra mística, de barrio que se está empezando a perder. Algo así pasó en el pasaje Garibaldi donde trajeron a los que pintan en Palermo a pintar ahí. Ahora algunas de las cuadras más lindas de La Boca se transformaron en un cacho de Palermo, con las mismas imágenes que hay en Thames y Guatemala”. Blandini hace referencia al proyecto “Garibaldi PUM”, por el cual Fundación X La Boca financió la intervención artística de las paredes de ese pasaje entre las calles Brandsen y Olavarría.
 
Orilo dice que “todos estamos a favor de cambiar muchas cosas en el barrio, porque hay muchas necesidades. Pero no a cualquier costo, muchos de los planes que se impulsan hoy no contemplan a los vecinos. Los vecinos también se empiezan a dar cuenta que las cosas están cambiando y que es contradictorio. Por un lado arreglan el costado de la vía, le ponen luz pero junto con eso viene los desalojos de las zonas que arreglaron y viene la Prefectura, que se la pasa verdugueando a los pibes del Barrio Chino”.