Visibilizar para humanizar

 En las veredas de Buenos Aires, la ciudad más rica del país, viven más de 4 mil personas. Doscientas de ellas, en Barracas y La Boca. Así lo determinó el censo popular realizado en mayo por decenas de organizaciones sociales. El Gobierno porteño reconoce un aumento del 23% el último año, aunque sólo contabiliza 1066 personas en situación de calle. Por Juan Manuel Castro   

Visibilizar para humanizar

 Según cifras oficiales, en abril de 2017 hubo en la Ciudad de Buenos Aires un 23% más de personas en situación de calle que el mismo mes de 2016. El último informe del BAP –programa porteño dirigido por Maximiliano Corach, hijo del ministro del Interior de Carlos Menem–dice que trepó de 866 a 1066. Sin embargo, un censo popular realizado en mayo por organizaciones sociales y políticas concluyó que ese dato no refleja la cruda realidad y que, en realidad, la cifra es cuatro veces mayor: 4.394 hombres, mujeres, niños y niñas viven y duermen en el espacio público; y 1.478 utilizan redes de alojamiento transitorio como paradores nocturnos u hogares. En Barracas se contabilizaron 166 adultos y 11 niños, mientras que en La Boca por esos días se encontraban sin techo 29 adultos y 6 niños.

 
Bajo el lema “A mí no me contaron: visibilizar para humanizar”, decenas de organizaciones con trabajo territorial -junto al apoyo de organismos como la Defensoría del Pueblo, la Auditoría y el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad- recorrieron las calles de los 48 barrios porteños. Al finalizar,  también alertaron que hay cerca de 20.000 personas en riesgo de llegar a situación de calle. Ente ellos cuentan a beneficiarios de subsidios habitacionales por Decreto 690/06 y de amparos judiciales para garantizar acceso a vivienda, también adolescentes de 18 años institucionalizados en el sistema de justicia penal juvenil en condición de egreso y aquellos afectados por desalojos con sentencia firme.
 
Para llegar a este resultado, claramente superior a los números oficiales porteños, hubo 430 personas de organizaciones que en marzo hicieron capacitaciones y entre el 8 y 15 de mayo recorrieron los barrios porteños en distintos horarios para hablar con gente en situación de calle.
 
Entre los entrevistados están Raúl, Dante y Nicolás, los tres de mediana edad, quienes viven bajo el puente de la autopista 9 de Julio, en la esquina de Hornos y Lamadrid. “Vinieron a hacer el censo las instituciones y nos trataron bien, querían saber qué necesitábamos; también vinieron del Gobierno”, cuenta Nicolás, quien dice ganarse la vida haciendo changas y que sobrevive también con ayuda de los vecinos. “Acá (en el bajo autopista) tengo plantas y se las regalo a los vecinos, acá estamos en la nuestra, pero con respeto, no molestamos a nadie de la zona”, agrega bajo su “ranchada” —dos carpas hechas con palets y sábanas—.
 
Gracias a sus testimonios, y a los de tantos otros, la encuesta pudo determinar que entre esas 4.394 personas, un 24,5% son mujeres, un 74,5% son varones y un 1% son personas trans. El 86,5% es mayor de 18 años, de los cuales un 20% no tiene documento de identidad ni está realizando el trámite para obtenerlo. El 13,5% son menores de 18 años y casi el 75% de los chicos van a la escuela. Del total de la población adulta contactada, un 49% estaba sola y un 12% se definió como grupo familiar. El 12% por ciento de los encuestados dijo no haber nacido en el país. El 30% es porteño, el 32% de la provincia de Buenos Aires y el 26% del interior.
 
El 80% de los que respondieron dicen hacer algún tipo de actividad económica informal como changas, cartoneo, venta ambulante. “Yo soy maestro mayor de obras, los vecinos me conocen, me dan trabajo”, dice a Sur Capitalino Juan Alberto Magula, que vive en una carpa hecha con lonas y bolsas contra las chapas de la avenida Montes de Oca, mano sobre la autopista 9 de Julio. Nació en Uruguay hace más de seis décadas y hace años vive en Buenos Aires. Residió en el Centro de Integración Monteagudo y ahora al lado de su colchón tiene dos bidones de agua: “Es la segunda vez que me intentan quemar, estoy vivo porque lo quiso Dios”. En los bolsillos lleva denuncias policiales, su DNI y un bronco dilatador (sobre el colchón tiene radiografías con el estado degradado de sus pulmones). Pese a todo, cuenta que se esfuerza por juntar ropa y abrigo para otras personas que están en la misma situación. “A la noche se pone bravo acá por el frío, siempre que puedo, doy una mano”.    
 
Además, el 73% dice no tener ingreso fijo; el resto lo obtiene, entre otros, con jubilaciones o Asignación Universal por Hijo. Sólo el 10% está en situación de calle por consumo de sustancias psicoactivas. El resto lo hizo por problemas familiares o socio económicos, por egreso del sistema penal e internaciones en institutos mentales. El 23% dice que quedó en situación de calle hace un año, el 17% en los últimos tres;  20% entre tres y seis años; y un 38% están hace más de seis años. El 70% de los encuestados aseguró haber sufrido violencia por parte de fuerzas de seguridad.
 
“La realidad que ven los funcionarios no sólo es distinta a la de todas las organizaciones, sino que es diferente a la de cualquier persona que camina por las calles de la Ciudad”, reflexiona Horacio Ávila, director de los Centro de Integración Frida y Monteagudo, que alberga a 180 personas.
 
Bajo el puente Nicolás Avellaneda, en La Boca, vive Antonio. Él duerme en una cama de una plaza ubicada en la vereda derecha de Brandsen al 300, entre Necochea y Brown. Cuenta que trabaja de changas, que tiene un bolsón de ropa, ollas y botellas de agua y siempre está de un lado al otro. Dice que está en situación de calle hace más de cinco años y que desde hace tres suele dormir bajo este puente.