El Isauro es una escuela

La comunidad del centro educativo para pibes y pibas en situación de calle realizó un festival para mostrar la potencia del proyecto y volver a exigirle al Gobierno porteño que le dé reconocimiento oficial. Por Lucrecia Raimondi

El Isauro es una escuela

La situación institucional del Isauro Arancibia no se resuelve. Los oídos sordos del Ministerio de Educación de la Ciudad y las intimidaciones para que se jubile Susana Reyes, su fundadora y directora, agravan la vulneración de derechos. Frente a esto y para exigir el reconocimiento oficial como escuela pública, el 20 de septiembre la comunidad del Isauro realizó en Paseo Colón y Cochabamba un festival artístico que mostró la potencia del proyecto educativo: los talleres de música, teatro y serigrafía se abrieron al público; compartieron pizzas elaboradas en la panadería de la escuela; expusieron una cartelera de contenidos en inglés hecha por los estudiantes y repartieron las revistas que editan producto del trabajo en las materias. También se solidarizaron personalidades como la actriz Rita Cortese y el músico Hernán “El Cabra” De Vega, que tocó para los pibes canciones de Las Manos de Filippi. Pero el momento más emotivo, el que le da sentido a la lucha del Isauro, lo protagonizaron los estudiantes con una carta a sus docentes. “Los maestros nos enseñan a salir por la puerta grande -leyeron ante una multitud atenta a sus palabras-. Con ellos aprendemos a cuidarnos, respetarnos y valorarnos. Gracias profes por bancarnos en todo”.

 
En 2007 los docentes del Isauro presentaron a la Legislatura un proyecto de reconocimiento que fijó un período de prueba de cinco años para demostrar su funcionamiento. Desde entonces, el Isauro pasó por reformas edilicias millonarias que mejoraron la calidad de enseñanza. Terminada la obra en 2016, recibieron la triste noticia de que el mismo Gobierno porteño que invirtió 14 millones de pesos pretendía demoler las aulas nuevas, para que pase por Paseo Colón el Metrobús del Bajo. Los querían mudar a otro edificio cercano y partir en dos. Pero presentaron un recurso de amparo que hoy se encuentra efectivo para evitar la demolición. Y lograron que el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte tome para el Metrobús solo 10 metros de la fachada (querían 20) y les asignen un terreno lindero (no habrá mudanza) para construir lo que la escuela necesite.
 
El Isauro abrió sus puertas en 1998. Creció en propuestas, sueños cumplidos y proyectos de vida. Tras 20 años de comprobar que es una alternativa escolar para jóvenes y adultos en situación de calle, el Gobierno de la Ciudad y el Ministerio de Educación continúan sin reconocerlo oficialmente como una escuela. Los estudiantes –actualmente son 300- están expuestos, una vez más, a la incertidumbre: necesitan una educación oficial que reconozca el esfuerzo y otorgue un título que les permita continuar con estudios superiores.
 
¿Por qué es necesario que el Isauro sea una escuela pública oficial? En primer lugar, siempre, los pibes y las pibas. La estabilidad laboral docente y los recursos que una escuela pública recibe del Estado son los que permiten el sustento y la continuidad de los proyectos institucionales. En el caso del Isauro, el proyecto institucional es la vida de los y las estudiantes. Sin el Isauro está la calle y el consumo. Sin el Isauro está la indiferencia y la violencia. Sin el Isauro no hay futuro.