Expulsados

POR MARTINA NOAILLES
Al ritmo del aumento de los alquileres y la revalorización de los terrenos, el miedo a perder el techo se vuelve concreto. Sólo de acá a fin de año, decenas de familias de La Boca quedarán en la calle víctimas de desalojos. El flamante Distrito de las Artes habilitará el desembarco de nuevos negocios inmobiliarios mientras que, en simultáneo, la inversión pública en vivienda seguirá en baja de la mano del PRO.

Expulsados

La Boca tiembla. Cada semana, un desalojo despierta a decenas de familias y escupe sus muebles a la calle. Con sol o en plena madrugada, cada un día o dos las sirenas de los bomberos clavan su chillido, señal de mala noticia. Al inicio del mes, un nuevo aumento del alquiler de la pieza o del departamento expulsa a más vecinos del otro lado del Riachuelo.

La Boca se mueve. Se reúne. Se organiza. Hartos de vivir en viviendas invivibles, de sufrir el maltrato de dueños que no cumplen con la ley, de escuchar promesas jamás cumplidas, de ver cómo el Gobierno porteño avanza con su plan de extender Puerto Madero sobre las veredas de La Boca; hartos pero no cansados, decidieron salir a la calle y gritar acá estamos.

El 14 de noviembre todos los hartos marcharán por el barrio para hacer visible una urgencia que es carne en los vecinos pero impalpable para las manos de quienes tienen el poder de dar una respuesta al derecho vulnerado pero eligen meterlas en otro lado y hacer sus “buenos negocios”.

La movilización del 14, que irá del viejo puente transbordador en Pedro de Mendoza y Almirante Brown hasta el complejo de viviendas de Casa Amarilla, en plena y rápida construcción, fue definida tras dos encuentros de vecinos con muchísima participación. El primero fue el 25 de octubre y reunió a más de 100 vecinos en el salón del SOMU, en Necochea al 1100. Allí, decenas de voces se alzaron para compartir realidades similares: planes de vivienda que nunca llegan, conventillos sin cloacas y con órdenes de desalojo, piezas por 1500 pesos en Barrio Chino, incendios que dejan sin techo a familias enteras…

De aquel encuentro que desbordó expectativas se llegó al siguiente, el 1 de noviembre, en el que los vecinos se dividieron en grupos de trabajo según sus problemáticas. Quienes esperan que las leyes 341, 525 y 2.240 dejen de ser letra muerta; quienes sufrieron o sufrirán desalojos; quienes viven en el asentamiento Lamadrid con la incertidumbre de su destino; y quienes son inquilinos y soportan aumentos y maltratos. En las conclusiones y la puesta en común, todos coincidieron en la necesidad de movilizarse. Las manos alzadas de mujeres, hombres, grandes y chicos, pusieron fecha: 14 de noviembre.

El quinto grupo de esa asamblea de vecinos no llegó a reunirse. Eran los artistas, artesanos y representantes de centros culturales del barrio preocupados por el proyecto de ley del distrito de las artes que impulsaba el PRO. No llegaron a reunirse porque minutos antes de que comenzara el encuentro se enteraron que la iniciativa estaba a punto de ser aprobada en la Legislatura porteña. Y hacia allí partieron, mascullando bronca por meses de trabajo en contra de lo que consideran “un gran negocio inmobiliario que expulsará a los vecinos del barrio”. Bronca y decepción por saber que, tras negociar con el PRO un toma y daca de leyes, los diputados del Frente para la Victoria votarían a favor de un proyecto del que aseguraron, cara a cara, estar en contra.

La ahora ley beneficia con importantes exenciones impositivas a los grandes inversores privados que compren o alquilen en La Boca para poner su comercio “vinculado a las artes”. Poco, casi nada, a artistas, artesanos, centros culturales instalados en el barrio desde siempre, con un trabajo de cara a los vecinos.

Pero además, las consecuencias de la puesta en marcha de la norma serán, sin duda, nuevos empujones de expulsión del habitante de La Boca. Con inversión privada y sin inversión pública en vivienda para los sectores más desprotegidos, el efecto dominó no puede desembocar en otra situación que no sea más desalojos -para vender las tierras recotizadas-, más aumento de alquileres –por la simple ley de oferta y demanda-, más vecinos afuera.

La falta de una política pública destinada al hábitat y a la vivienda en la Ciudad de Buenos Aires queda en evidencia, una vez más, en el presupuesto que el PRO envió a la Legislatura para 2013. Aunque el presupuesto en general aumenta más del 20 por ciento con respecto al 2012, en el área vivienda el incremento sólo es del 0,6%, lo que representa un 2,69% del total del presupuesto, contra el 3,10% que representó para el ejercicio 2012. Además, el proyecto macrista planea para el 2013 más aumentos para el área de emergencia habitacional (subsidios) que para la construcción de viviendas sociales. Más claro, imposible.