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El PRO quiere quitar de toda protección a 138 edificios de la Ciudad. La lista incluye veinticinco casas y conventillos de La Boca que podrían tirarse abajo sin autorización. En varios casos están uno al lado de otro, lo que permitiría englobar parcelas para nuevas construcciones. Por Martina Noailles

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El argumento es que no tienen valor. Aunque habría que preguntarse valor para quién. Ya que con la ley que pretende aprobar el PRO, quienes sí pondrán el ojo en varias casas y conventillos de La Boca serán los famosos “desarrolladores urbanos” que con sus lentes mercantiles verán en ellos excelentes terrenos para sus negocios inmobiliarios.

El proyecto de ley fue aprobado la última semana de agosto en la Comisión de Planeamiento de la Legislatura y permite derrumbar 138 edificios que están protegidos por la Ley 3056, que impide demoler edificios anteriores a 1941 sin que el Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales (CAAP) los vea primero y evalúe su valor patrimonial y cultural.
 
De los 138 inmuebles, 25 están en La Boca; específicamente en zonas del barrio que el sector inmobiliario –gracias a los importantes beneficios que la gestión macrista le otorgó a través de la Ley del Distrito de las Artes- sigue de cerca, como las calles que están alrededor de la ex Alpargatas el ahora exclusivo complejo Molina Ciudad. Así, a no más de dos o tres cuadras de la Av. Patricios y Lamadrid, se desprotegieron dos conventillos: uno en Hernandarias 1164 y otro del otro lado de la misma manzana, en Irala 1175. Las 8 familias que vivían en este último fueron desalojadas hace apenas cuatro meses y actualmente está vacío.
 
En esa misma zona el proyecto de ley enviado por el Ejecutivo porteño incluye casas en tira a lo largo de dos cuadras de la calle Magallanes. En el 1230, 1236, 1240 y 1244 se levantan antiguas casas de planta baja o un piso que por fuera no se observan en mal estado. En la siguiente cuadra, el blanco es un enorme galpón actualmente dividido en tres, que perteneció a los antiguos Depósitos Magallanes, ubicado en los números 1158, 1168 y 1188. En esa misma cuadra se encuentra la casa donde vivió Juan de Dios Filiberto que aún no logra ser considerada patrimonio histórico y cultural.
 
La calle Olavarría parece ser otro sitio sin valor para proteger pero con valor para construir. En la cuadra del mil hay dos inmuebles pegados, el 1018 y el 1024. Uno es casa antigua, el otro un conventillo. Trescientos metros más hacia Almirante Brown, en plena zona comercial y a dos cuadras de Caminito, el proyecto se despacha con 5 direcciones, prácticamente dos tercios de la cuadra.
 
Al 691 hay un edificio de estilo de dos plantas y en excelentes condiciones. En el 651 hay un conventillo sobre una gran verdulería y luego viene la tira del 627, 619 y 611 (ver foto) que incluye una propiedad de Unión de La Boca, la institución donde estudió Quinquela Martín, y otra de dos plantas pintada de blanco y también en excelente estado, sobre una galería comercial. Estas tres construcciones datan de principio de siglo.
 
Otro inmueble que queda desprotegido es parte de una construcción que abarca toda la esquina de Pérez Galdós y Necochea, a apenas dos cuadras de la Usina del Arte, otra zona que el PRO busca promocionar para que se convierta en el corredor que una Puerto Madero con Caminito. En Necochea 786 actualmente está el taller que alquila el artista Omar Gasparini, cuyas esculturas dan la bienvenida a La Boca.
 
De aprobarse esta ley -en verdad son 4 despachos separados-, el macrismo aportará un nuevo granito de arena en su plan de convertir a La Boca en un barrio para quienes puedan pagarlo. Que claro está, no son los vecinos que la pueblan y le otorgan una identidad propia desde hace mucho más de un siglo.