La última jugada

El 11 de mayo la muerte lo sorprendió en su casa de San Telmo. Periodista, escritor y docente, Martín Malharro tenía apenas 62 años. Autor de la trilogía La balada del Británico, admirador de Rodolfo Walsh, estaba a punto de publicar su cuarta novela de policial negro.

Por Pablo Waisberg

 

La última jugada

Martín Malharro empezó a escribir ficción para ganarle a la muerte. No le fue mal. Le sacó un cuarto de siglo de ventaja pero lo alcanzó el 11 de mayo pasado. Para ese momento, tenía tres novelas policiales publicadas. Todas negras y empujadas por Mariani, un rastreador que toma ginebra con Coca-Cola y tiene de ladero a un mecánico de barrio. Juntos hacen lo que pueden para resolver algún encargo mientras sobreviven en las calles de La Boca, Barracas y San Telmo. “En la novela negra siempre hay un retrato político, un retrato sociológico y, de alguna forma, un testimonio”, decía Malharro, que tenía 62 años y había llegado al policial desde el periodismo. Era -sonreía pícaro- una forma de “buscarle otros finales” a la realidad. Sobre ella había escrito mucho en su otro oficio, el de periodista.

 
Esas tres novelas que conformaron “La balada del Británico”, el bar donde escribía en un cuaderno cada una de sus historias, recorrían algunos de sus fantasmas: la Triple A (Banco de niebla), los civiles que actuaron como grupos de tareas de la última dictadura (Carne seca) y el saqueo del patrimonio cultural de la Argentina (Calibre .45). Todas ellas lo atravesaban de alguna manera: militó en la Juventud Peronista, fue uno de los hacedores de varios proyectos periodísticos que intentaban contar esa parte de la realidad que no suele aparecer en los medios de comunicación hegemónicos y eligió vivir en el sur porteño. Y, como una síntesis de su propia historia, daba clases en la Facultad de Periodismo de La Plata, donde era profesor Titular de la Cátedra de Taller de Producción Gráfica III, director Titular de la Cátedra Libre de Periodismo de Investigación “Rodolfo Walsh” y director del taller de maestría sobre Investigación de Periodismo Político.
 
Malharro falleció poco después de entregar su cuarta novela a la editorial Mil botellas. Allí dio un salto en el período histórico: dejó los setenta para meterse de lleno en el menemismo y sus esquirlas. Su nuevo libro, que aún no fue publicado, transcurre en un country de una provincia argentina. Allí hay, como suele haber en cada uno de sus trabajos, un crimen y una pintura de época con todos sus blancos, negros y -por sobre todas las cosas- grises de los nuevos ricos y pobres de la Argentina. “El caso lo conocemos todos pero no va a tener nombres propios para no tener un juicio en contra”, me dijo el año pasado, cuando estaba terminando de pulir el texto inspirado en el caso Dalmasso. Estaba contento porque había superado esos fantasmas e iba a jugar otra partida.