Viviendas del IVC: Los estafadores

Mientras la Justicia sigue investigando cómo estaba integrada la banda que robó millones de pesos presentándose como gestores del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, Sur Capitalino determinó que la cabeza visible del grupo es un ex policía de la Federal que habría trabajado de Seguridad en el IVC. ¿Hubieron otros que ayudaron a la maniobra desde adentro? Las denuncias se siguen acumulando.  Por Martina Noailles

Viviendas del IVC: Los estafadores

 El nombre de Fabián Alberto Bento se repite como un mantra en las denuncias de los estafados con las viviendas del IVC. Él, coinciden todos, era el supuesto nexo con el organismo porteño creado para impulsar políticas públicas que garanticen el derecho a la vivienda digna en la Ciudad. Él, aseguran los testimonios en la Justicia, era el que recibía directamente o a través de terceros, los 30, 50 y hasta 80 mil pesos que había que pagar para ingresar a un departamento construido por el Estado porteño en La Boca o en Barracas. Su nombre y apellido no son falsos, como muchos pensaban. La foto que figura en el padrón electoral, con dirección en Florencio Varela, confirma que nombre e cara coinciden.

Lo que además pudo consignar Sur Capitalino es que Bento fue miembro de la Policía Federal hasta septiembre de 2000, cuando se retiró con el grado de inspector. Varios testimonios aportados a la causa judicial indican haberlo visto armado, a pesar de que ya no sería miembro de esa fuerza ni de ninguna otra. Y una víctima de la estafa asegura, incluso, que “Bento trabajó como personal de Seguridad en el IVC”. Sin embargo, el director del instituto, Ivan Kerr, lo descartó –aunque no de forma contundente- por las redes sociales: “Hasta donde pudimos averiguar, Bento no trabaja en el Gobierno porteño. Igual iniciamos sumario administrativo a efectos de determinar si hubo algún tipo de responsabilidad”. Este periódico le repreguntó a Kerr la fecha y el número de sumario y si se investiga solo a Bento o si el IVC también analiza si hubo vinculación entre la estafa y otros miembros del organismo. Ahí Kerr prefirió el silencio.
 
Lo que la Justicia deberá determinar es si -como muchos denunciantes sospechan- las carpetas, certificaciones, sellos de agua, detalles de los departamentos y su plan de adjudicación salieron de adentro del IVC. Y, en ese caso, quién o quiénes son los responsables.
 
Uno de los testimonios que recibió Sur Capitalino a partir de la nota publicada en su edición de octubre, puede sumar nuevos indicios:
 
“Un día, como los meses pasaban y no había noticias de la adjudicación, Walter (uno de los presuntos estafados pero a quien muchos, a la vez, le llevaron el dinero para que se lo diera a Bento) fue al IVC con las carpetas. Allí lo atendió un hombre llamado Enrique que lo llevó a un cuartito, lo apretó, le dijo que se dejara de joder y que le diera las carpetas. Después, lo llamó Bento y le preguntó porqué había ido al IVC. Es decir, que desde adentro alguien se lo había dicho”, cuenta una persona que por temor no quiere dar su verdadera identidad. Esta misma persona señaló que Bento solía presentarse por la noche y en autos caros, cuyas chapas también fueron aportadas a la causa que lleva el número 17.839 y está caratulada “Bento, Fabián Alberto y otros s/estafa y falsificación de documentos públicos”. El fiscal que investiga es Ignacio Mahiques, de la Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción 35.
 
 
Más pruebas
Luego de la nota publicada por Sur Capitalino, muchos vecinos se comunicaron para relatar lo que les había sucedido y consultar cómo hacer la denuncia. Así fue que, junto al fiscal Mahiques, se gestionó la presencia en La Boca de abogados de ATAJO (Agencia Territorial de Acceso a la Justicia, dependiente de la Procuración General de la Nación), quienes el jueves 5 de noviembre tomaron testimonio a una decena de personas en Plaza Matheu.
 
En todos los casos denunciados el ofrecimiento de la vivienda llegó por vecinos, familiares o gente muy cercana. El boca en boca funcionó a la perfección y los que entraron en la supuesta operatoria no sospecharon hasta pasados varios meses, incluso un año.
 
La escuela William Morris de La Boca tiene varias víctimas entre trabajadores y padres. También hay otro grupo de estafados que tienen en común vivir en el barrio Zabaleta de Barracas. Allí, un vecino que trabaja en limpieza de la línea C de subterráneos trajo el dato. Nadie desconfió. El que se lo había ofrecido era su jefe, el supervisor de esa área Nicolás Russo, y muchos trabajadores habían pagado. El vecino les contó porque sabía de sus necesidades de vivienda. El primer pago era alto pero luego las cuotas eran a 20 años y muy accesibles.
 
Así fue como, por ejemplo, Jorge y Emilia pagaron 40 mil pesos luego de pedir un préstamo. A ellos, Russo y Bento les prometieron un departamento de tres ambientes en Luzuriaga 837. Incluso los citó en mayo para entregarles la llave. Allí llegaron con la ilusión y los sueños de toda la familia. En la puerta del complejo se encontraron con otros en la misma situación. Los departamentos ya estaban completos con las familias que habían sido relocalizadas de villa 26, por la causa Riachuelo. Los habitantes del complejo, incluso, llamaron a la policía creyendo que los que se reunían en la puerta querían ocupar con violencia el lugar. Así se enteraron que todo era una estafa. “Mi hija mayor hasta había pensado el color de su habitación, fue tristísimo”, recuerda Emilia quien se acercó a Plaza Matheu a hacer la denuncia.
 
Graciela no vive en Zabaleta pero también llegó a ilusionarse a través de su sobrino que trabaja en el subte. Por esa confianza “y por el sueño de la casa propia” no sólo pagó ella sino también su hija Jésica. Según su testimonio, todos los trámites y pagos los hacían en lo de ese familiar, un departamento de Parque Patricios al que iba Bento, quien se presentaba como gestor del IVC. A él le pagaron 40 mil pesos cada una. Recién se enteraron de que todo era una mentira en junio pasado. Luego de ver la nota de este periódico, se acercaron a Plaza Matheu a denunciarlo.
 
A Claudia le dijeron que su departamento estaría en Py y Margall e Irala. Sacó un préstamo de 50 mil pesos y le pagó a Bento el supuesto boleto. “Toda mi ilusión se desplomó en 5 meses cuando nos dimos cuenta que era todo una estafa. Cuando fuimos al IVC, su director nos dijo que esa no es la manera de acceder a una vivienda, que entremos por internet; pero no se hizo cargo de las personas que trabajan en esa institución. Todavía me quedan 2 años de para poder terminar de pagar ese préstamo que no sirvió para nada y mientras tanto seguir en la lucha del día a día. Algún día se hará justicia y todas esas mafias caerán, al igual que los funcionarios que los respaldan.”, contó a este periódico.
 
Cuando muchos de los estafados empezaron a sospechar e insistirle a Fabián Bento, el ex policía les dio unos papeles para tranquilizarlos. Se titulaba “Comunicado interno número 26 (se ve borroso el resto de los números)” y se dirigía a la Dirección General de Escrituración, a la Asesoría Legal y Técnica, y a las secciones de Adjudicaciones y de Notificación, todas áreas del IVC. Allí, el supuesto comunicado informaba hacia adentro del organismo cuáles eran las fechas de entrega del complejo de Casa Amarilla, de Luzuriaga y de Py y Margall. En el caso de los edificios de Almirante Brown el texto decía que “dado la demora sustancial en su entrega y a fin de lograr que los adjudicatarios queden totalmente satisfechos y evitar cualquier tipo de comentario en un año eleccionario, el jefe de Gobierno de la Ciudad dispuso que se notifique que la entrega se hará el 22 de junio a las 11 en donde se procederá mediante acto público al lanzamiento de la campaña presidencial y entrega de llaves”. La entrega de Luzuriaga sería al día siguiente, el 23; mientras que Py y Margall estaba programada para el 30. La información era creíble.
 
Pero cuando en mayo salió en Página/12 la noticia de la estafa a unos 300 trabajadores del subte, muchos vieron cómo la maniobra y los nombres se repetían. La nota en Sur Capitalino terminó de confirmarles que no eran los únicos. Y como un castillo de cartas, cientos de familias vieron caer su sueño. Ahora quieren que se haga Justicia.