Un nuevo incendio en La Boca deja a once familias en la calle

 Los vecinos acampan en la Plaza Solís exigiendo vivienda digna y políticas públicas para un barrio en crisis habitacional. En sólo un mes suman 3 los incendios en conventillos. Por Martina Noailles

Un nuevo incendio en La Boca deja a once familias en la calle

 El fuego no sabe de fechas. Y así como el año pasado golpeó la noche previa a Navidad, esta vez destruyó la vivienda de once familias cuando recién comenzaba el segundo día del año. Quizás un mensaje para no olvidar que aunque pasan los meses y los años, la desidia y el abandono que sufre el barrio de La Boca están ahí. O aún peor: aumentan de la mano de gestiones al frente de la Ciudad que no sólo permiten sino que impulsan la especulación inmobiliaria privada ahí donde hace falta política pública que incluya a los sectores más vulnerados.

 
Ramona González tapa sus piernas con un pulover azul oscuro. No ve. Pero su ceguera no le impide oler, sentir, palpar el humo denso que deja el fuego cuando empieza a apagarse. Tiene 89 años y vive en Brin 1213 desde hace 50. Acaba de perder todo. Y cuando alguien le pregunta qué necesita, responde un caramelo. Así, con sólo una palabra, Ramona endulza este momento insoportablemente amargo. Salió con lo que dormía. Pero salió viva. Ahora espera en un banco de plaza.
 
Más allá en otro asiento a la luz de la noche está Daniel; hace algunas semanas lo operaron del corazón. No dice nada. No puede ni llorar. Su mujer lo abraza. Viven en el mismo conventillo que Ramona y que Ema. Allí comenzó el fuego, en el primer piso, dicen. Pero el viento y la falta de salidas de agua para los bomberos encendieron también el de al lado. Suárez 218. Las bocas para las mangueras están tapadas de cemento y baldolsas desde que un cartel amarillo anunció la puesta en valor de la plaza donde nació el club Boca Juniors. ¿Valor para quién?
 
Sin agua suficiente, no se pudo frenar la lengua ardiente y los dos conventillos quedaron destruidos. La chapa está negra y aún humea. De allí sacan a un bombero voluntario en camilla y sin una bota.     
 
Cuando el fuego mutó en cenizas, las once familias se encontraron descalzos y con la única propuesta oficial de llevarlos a paradores. Nadie quiere ir. Quieren defender su vivienda. Planillas en mano, los representantes del Gobierno porteño anotan nombres. No preguntan demasiado, no intentan saber qué se necesita. Pero no porque sea obvio. Sino porque sino hay demanda, no hay nada para traer. Finalmente llegan diez colchones para las once familias. Menos de uno por familia. Los pañales XXG tardaron algunas horas más, con las 18 botellitas de medio litro de agua mineral que se terminan antes de que se vayan. Esa es toda la ayuda que el Gobierno porteño mezquina a través del Programa Buenos Aires Presente. 
 
Recién el lunes, dijeron los de amarillo y planillas, las familias podrían gestionar el subsidio de emergencia habitacional de 1800 pesos que, claro, no alcanza para paliar la urgente y desesperante situación. El monto no se actualiza desde hace al menos cuatro años a pesar de la inflación y de lo costoso que es poder conseguir un lugar para habitar. Mil ochocientos pesos.
 
Así, La Boca se va quedando sin sus vecinos históricos. En apenas un mes, tres incendios dejaron sin vivienda a unas 30 familias. En uno también se perdió la vida de una mujer de 50 años. Los muertos suman 15 en 6 años.
 
Durante la última década, La Boca sufre la profundización de una crisis habitacional propia de los procesos de gentrificación. Incendios y desalojos expulsan semana a semana a los vecinos del barrio, dejando tierra fértil para el avance de los negocios inmobiliarios que buscan transformar el barrio en otro. Pero La Boca no es Puerto Madero. Aunque la gestión del PRO beneficie a los sectores de especulación y riqueza, dándole la espalda a los sectores más pobres de la Ciudad que gobierna. La Boca no es ni será Puerto Madero. Es un barrio del borde. Un barrio de laburantes. Y la resistencia crece en marchas, en festivales, en asambleas. Y en acampes.