La fiesta popular del Día de La Boca

El barrio cumplió 146 años y el colectivo La Boca Resiste y Propone lo celebró en los campitos de Casa Amarilla con música, feria de la economía social, juegos y la bandera en alto de un barrio solidario que lucha. Por Martina Noailles

La fiesta popular del Día de La Boca

 “Esta es tu fiesta y no podés faltar”. La invitación fue de vecino a vecino, con una mirada sostenida por el mismo compromiso que despliegan a diario por las calles del barrio. El frío no alcanzó para enturbiar el calor que, quienes construyen La Boca Resiste y Propone transmitieron en cada acorde, en cada abrazo. No hubo puestos de comida turca ni brasileña. Tampoco un mega escenario ni parlantes gigantes.

Hubo vecinos trabajadores que contaron su experiencia de reconstruir un puente abandonado que ahora es un orgullo y una vecina artista que los dibujó; otra que relató su arduo camino para exigir Justicia por un hijo que no pudo llegar a los 20 porque un patrullero apurado le quitó la vida en un segundo.
 
También hubo un músico del barrio que le cantó a otro vecino que ya no está, pero que dejó los cimientos de una cooperativa que hoy da techo a 30 familias. Y un artista que transforma hierros viejos en esculturas para el pueblo.
 
Hubo mujeres que amasaron y vendieron empanadas para sacar a flote su cooperativa de vivienda; otras que ofrecieron sus productos pintados a mano y cosidos con hilo esperanza. Hubo ojos cerrados para seguir el 2x4 de un tango que es taller, en una casa que es abrazo para cientos de adolescentes.  
 
Hubo un papá cartonero que quiere levantar un centro cultural para pibes, sobre las cenizas del conventillo donde murieron los suyos. Detrás del olorcito a chori y paty, hubieron unos jóvenes enfundados de azul y oro que se les ocurrió la loca idea de enfrentar los paredones y negociados del club de sus amores. Tampoco faltó la presa de Milagro, que observó desde carteles y remeras que gritan por su libertad.
 
Los alumnos de la escuela 10 vinieron en sus dibujos de puentes de hierro y chapas de colores que festejaron el día del barrio desde una enorme cartulina. Otros bajitos flamearon un arco iris de paracaídas al ritmo de una peluca violeta que siempre guarda un juego en su bolsillo. 
 
Hasta el campito que el macrismo privatizó, también llegaron los vientos arrasadores de unas trompetas que soplan para el lado de sus vecinos y sus derechos. El rock subió al acoplado, de la mano de una banda donde alguna vez tocó un vecino que desde noviembre no puede caminar por las balas de uniforme que se clavaron en su cuerpo. Hubo raperos con gorras que no son delito y una banda de herederos que golpean con las letras de sus canciones a pura realidad, con las voces de un barrio que resiste y propone.