Socix 30 mil

Boca Juniors homenajeó a siete socias y socios desaparecidos durante la última dictadura a través de la entrega de carnets a sus familiares. Reconocimiento, identidad, pasión y los recuerdos de un club con las puertas abiertas.

Socix 30 mil

Un carnet de cuero negro, con el escudo azul y oro, y la leyenda “Socio Número 30 mil” puede ser una herramienta poderosa de memoria y de reconocimiento. Un carnet puede convertirse en el instrumento que logre que pedazos de identidad por años dispersos se encuentren, se unan, se completen.

Luego de días de lluvia, el sol salió con fuerza el sábado 26 de marzo para el acto en homenaje que realizó el Club Atlético Boca Juniors a siete socios desaparecidos durante la última dictadura. Sus nombres: Graciela Pennelli, Daniel Alberto Sansone, Jorge Fernando Di Pascuale, Carlos Alberto Chiappolini, Nillo Agnoli y los hermanos Antonio Ángel y Eduardo Alberto Garuti.

El presidente Jorge Amor Ameal y el prosecretario Alejandro Veiga entregaron el carnet número 30.000 a sus familiares. “No los olvidamos porque son parte de nuestra identidad xeneize”, sostuvo Ameal, antes de fundirse en un abrazo con la presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Lita Boitano, que estaba con su sonrisa ancha y la camiseta de Boca con la diez en la espalda.

Gustavo Chiappolini recibió el carnet de su padre, Carlos. Recordó que el club fue un refugio, un espacio para desarrollar sus vidas de niños desde los últimos años de la dictadura.

Roberto Pennelli recibió el carnet de su hermana Graciela. Contó que Boca es la patria de su familia. Allí nacieron, se criaron, trabajaron. Allí, en Almirante Brown, entre Palos y Brandsen, desaparecieron a Graciela, estudiante de Veterinaria y militante de la Juventud Universitaria Peronista. Boca no era solo el club del que eran hinchas: en esas piletas nadaban, en esas gradas alentaban.

Gustavo Chiappolini recibió el carnet de su padre, Carlos, desaparecido en la ESMA. Su mamá, Cristina Muro, integra Familiares y milita en el barrio de La Boca desde los años 80. Gustavo recordó que el club fue un refugio, un espacio para desarrollar sus vidas de niños desde los últimos años de la dictadura. Allí iban a la colonia, allí aprendieron a jugar al ajedrez, allí alentaron.

Responsable de la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, Paula Sansone recibió el carnet de su padre, Daniel. En el verano de 1959, su papá tenía siete años y, en un paseo junto al abuelo de Paula, quedó deslumbrado por la Bombonera y dijo: “Quiero ser socio de este club”. Así los Sansone se hicieron de Boca. Luego del secuestro de Daniel y su compañera Liliana Policastro, el 26 de marzo de 1977, durante más de 40 años la familia no supo dónde habían estado detenidos. Hasta que un sobreviviente testimonió que había compartido celda con un hombre que tenía una hijita recién nacida y que era de Boca. Daniel y Liliana estuvieron detenidos-desaparecidos en El Atlético, un campo de concentración que estaba a 14 cuadras de la Bombonera. “Eso me consuela, pienso que los domingos que estuvo secuestrado escuchó nuestra hinchada, los goles, que se sintió acompañado por el club que tanta felicidad le dio”, dice su hija.

Un acto de memoria deja también una agenda de futuro. No solo por el deseo que expresaron varias y varios de ganar la séptima Libertadores. Se vienen más actividades para seguir rindiendo reconocimiento a los socios desaparecidos. Se vienen más actividades en el marco del convenio con Abuelas de Plaza de Mayo para ayudar a restituir identidades a las nietas y nietos apropiados. Hay que seguir avanzando en la revinculación del club con el barrio, con los pibes de barrio. Porque Boca, para ser uno de los clubes más grandes del mundo, tiene que seguir reencontrándose con su historia y con el territorio y su gente: con aquello que lo hizo crecer.