La esencia de un barrio, en una cuadra

Los recuerdos de Héctor Bulens hilvanan el pasado con el presente. Las historias del conventillo donde creció, los bares y las acuarelas se entremezclan con la murga que pervive y la brisa de un puerto que ya no es. Así es “Suárez al 500”, la muestra documental que se puede visitar hasta el 9 de septiembre en el Museo Quinquela.

La esencia de un barrio, en una cuadra

Héctor Ricardo Bulens llegó al Museo Benito Quinquela Martín. Quizás no te suene porque es un nombre más, entre tantos otros que habrás escuchado o leído a lo largo de tu vida. Es el nombre de un vecino, como vos o como yo, de uno de los barrios más marginados de la Ciudad de Buenos Aires. Bulens falleció este año, pero nos dejó sus relatos y anécdotas, un patrimonio inmaterial, intangible pero efectivo en la construcción de identidad sureña, al que se puede acceder en el museo más boquense del barrio.

Bulens, en quien se inspira la muestra “Suárez al 500. Una cuadra, un universo”, fue un hombre-niño salido de los conventillos de la ribera. Amigo de todos, contador de anécdotas, resumió su aldea en una cuadra, la calle Suárez, entre Palos y Martín Rodríguez, donde se centró toda su referencia vital y donde encontró todas las grandes emociones humanas: “la solidaridad, el desencuentro, los amores felices y los otros, los vecinos célebres, las grandes alegrías y tragedias, las pasiones políticas, el sueño del arte, los bares y clubes como espacios de socialización e informales aprendizajes… Todo parecía haberse gestado, o haber sucedido allí”, tal como se lee apenas se ingresa a la Sala Sebastián Stagnaro.

La muestra, dirigida por Ignacio Barone y curada por Yamila Valeiras, trabaja con relatos anecdóticos y un diverso material de archivo para reconstruir momentos de identidad barrial. Además de los relatos de Bulens, se puede acceder mediante material audiovisual al relato de otros vecinos y vecinas del barrio, como el de Milada Voldan de Mac Gaul, quien recorrió toda La Boca para inmortalizar sus famosos balcones. Varias de sus pinturas en acuarela también conforman la muestra.

Bulens fue hijo de una mujer española que en 1937 llegó a La Boca junto con su madre. Como tantos otros inmigrantes, se asentaron en el conventillo de Suárez 531, donde convivían unas 17 familias de polacos, italianos y españoles. El conventillo y los migrantes son otros de los ejes que conforman la exposición, porque claro, son parte estructural del barrio. Las mutuales, los clubes y las asociaciones civiles también tienen mención en la muestra, ya que tuvieron un rol clave en la adaptación de los migrantes a la sociedad receptora.

Las fotografías actuales de conventillos grafiteados que piden “Justicia por Nehuen” contrastan con imágenes de archivo, donadas algunas de ellas por el Archivo General de la Nación y la colección del Ateneo Popular de La Boca: el fútbol, el puerto activo y las calles inundadas pintan al barrio en su momento de mayor actividad. 

Originalmente, la idea es que la muestra fuera una celebración del barrio de La Boca, de sus personajes y sus vecinos. Pero este año Bulens falleció, por lo que “la celebración se convirtió en homenaje”, sostiene Víctor Fernández, director del museo.

La exposición homenajea a todo un barrio, con sus personajes, como el “Doctor Pepe”, pintor y obstetra del Argerich que vivió toda su vida en Suárez al 500.

Para Fernández, “Héctor Bulens básicamente era un amigo del barrio”, que “participaba de todas las actividades y era muy generoso a la hora de compartir sus vivencias y sus recuerdos”. La idea de una muestra sobre “un amigo del barrio” surge espontáneamente en esos encuentros informales, cuenta Fernández. “El recuerdo de la calle Suárez al 500 era permanente, y empezamos un día a imaginar que eso podía ser un día una muestra. Surgió de la manera más linda que puede surgir, que es entre mesas de café, compartiendo una pizza o un asado o una inauguración en el museo. El arte es una parte de la vida, y la muestra surgió como una parte del vivir cotidiano”.

La exposición no sólo homenajea a ese amigo que se fue, sino a todo un barrio, con sus personajes, tradiciones y artistas -como el “Doctor Pepe”, pintor y obstetra del Argerich que vivió toda su vida en Suárez al 500, o el escultor Américo Bonetti, precursor del arte boquense-.

El museo y la comunidad en la que se inserta están enlazados en esta exposición, hecho que resulta refrescante considerando el snobismo y la petulancia a la que por desgracia nos han acostumbrado algunos circuitos artísticos: “Se ha instalado cierta distancia entre arte y vida, llamémosle, que hace que mucha gente se acerque con precaución a los museos, pensando que no entienden de arte -sostiene Fernández-. Y en realidad no estaríamos hablando de arte. El arte que merece ser llamado así es justamente cuando pasan estas cosas, cuando la gente se lo apropia, cuando se respira, cuando surge de la vida”.

Para Ivana, su papá Héctor Bulens “fue un pequeño gran niño de Suárez al 531. Como todos los que se criaron en la década del ‘50 fue un pibe de barrio, con muchos valores, mucho amor a su familia. Nos donó su cariño y así está representado hoy. Mi papá es nuestra leyenda y este fue su sueño, que su memoria y sus anécdotas se volvieran arte y parte del museo, para que sean recordadas y para nunca olvidar de dónde es uno”.

La muestra puede visitarse en el Museo Benito Quinquela Martín durante todo agosto hasta el 9 de septiembre.