EDITORIAL

Alianza inmobiliaria

Por Horacio Spalletti

Parecía impensado pero llegó el día en que el Pro y el FPV se pusieron de acuerdo. Claro que no fue en los temas que se vienen sacando chispas desde largo tiempo como el subte y la policía.

Pero por algo se empieza y eligieron dar el puntapié inicial por el negocio inmobiliario. Y cómo llamarlo sino al acuerdo que permitió, en la sesión del primer día de noviembre, que se aprobaran 11 leyes que avalan, entre otras cosas, la entrega de tierras y la enajenación de bienes de dominio público. Mal que le pese al kirchnerismo puro y se ofenda por la calificación, cuando estos acuerdos eran moneda corriente en épocas menemistas o cuando más recientemente el partido de Mauricio Macri lograba para sí este tipo de proyectos desde este medio se habló de negocios inmobiliarios. ¿Por qué ahora, entonces, se los tendría que denominar de otra manera?

EDITORIAL

De las 11 leyes se habló. No mucho, claro, está decir. La prensa que apuntala –no sin cada vez más esfuerzo- a Mauricio Macri y sus negocios trató de resaltar más el acuerdo entre los dos partidos que lo que esto implicaba para el futuro de la Ciudad. En cambio, los medios más afines al Gobierno nacional dieron pena echando un manto de piedad sobre la trapisonda.

En lo que sí coincidieron, los unos y los otros, fue en dedicarle el párrafo final de cada una de las notas a la creación del “Distrito de las Artes”. Desde aquí acordamos en que los laureles del acuerdo se los llevaron la venta del Mercado del Plata para construir el Centro Cívico en el Borda, y la entrega de 37 hectáreas por 30 años a la empresa CTC Administradora S.A. Sin embargo, creímos desde un principio y sostenemos -como piensan la inmensa mayoría de los artistas plásticos, artesanos, organizaciones culturales, sociales y políticas del barrio de La Boca y como creían hasta la mañana de la votación los diputados del FPV y la claque que los fue a apoyar- que esta ley, no es más que un negocio inmobiliario.

Desde que se conoció el proyecto de Ley de Promoción de las Actividades Artísticas de la Ciudad, más y mejor conocido como Ley Distrito de las Artes, el barrio de La Boca se movilizó en su rechazo.

De las reuniones realizadas en la Sociedad Luz y en Bomberos Voluntarios –convocadas y motorizadas por los comuneros del FPV, Maxi Nenna y Víctoria Colombo, y Miguel Vayo de Proyecto Sur se desprendió que por mayoría se estaba en desacuerdo. Una reunión convocada por el departamento de Cultura del Club Boca Juniors rompió todos los pronósticos al no encontrar un solo asistente a favor. También transitaron el mismo andarivel las opiniones vertidas a este medio por representantes de la cultura del barrio en nuestra edición de septiembre pasado.

Los vecinos del barrio de La Boca, muchos de ellos con lágrimas en los ojos, se acercaron a la Legislatura aquella noche del 1º de noviembre para hacerse oír ante lo que consideraban una entrega, una traición a tantos meses de trabajo en contra de la aprobación del proyecto del Distrito de las Artes, iniciativa que en todo este tiempo sobraron los dedos de una mano para contabilizar las opiniones a favor. Y justamente esas voces que apoyaron el proyecto son conocidas por su discurso de mano dura y expulsión del vecino de distinto color de piel. La iniciativa de esos escasos vecinos y lo que se considera el comienzo de un proceso de gentrificación en el barrio fue lo que termino votando la alianza PRO-FPV.

En un aparte de la sesión, el legislador por el FPV y vecino de La Boca, Tito Nenna, trató de convencer a los incrédulos vecinos -que enterados del tratamiento de la Ley se acercaron al Palacio legislativo- que lo que hasta ayer era malo, hoy era bueno. Fuera de toda temporalidad quedó mi pregunta, en ese tenso momento, sobre su opinión de cómo quedaría la relación con los vecinos y organizaciones que habían trabajado en contra del proyecto. Lejos en el tiempo y sin importancia alguna también, quedó su respuesta. Una sola pregunta cobra actualidad y es cómo será de aquí en más la respuesta de todos aquellos que trabajaron y militaron un proyecto al cual en la recta final los representantes con los que caminaron codo a codo, decidieron darle la espalda.