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La Boca de la pandemia

El barrio cambió su fisonomía.

No solo por los tapabocas que improvisan vecinos y vecinas. También por las largas filas para buscar un plato de comida. Almuerzo, merienda, cena. Mucho taper y guiso solidario. Poco y nada de Estado.

El barrio cambió su fisonomía.

Por un Caminito silencioso y vacío. Y cientos de feriantes, artistas y vendedores ambulantes sin trabajo.

Por un Riachuelo algo menos sucio. Con peces boqueando alguna burbuja.

Un barrio donde el aislamiento no aísla, donde las piezas de conventillos se vuelven aún más chicas, y el patio de la calle duele ausencia de chicos pateando una pelota, tirando un paso de la murga de la esquina.

 

La calle no es lugar para vivir

Hace una semana murió Aldo Omar Rodríguez, de 44 años. Fue encontrado en Barracas, a 2 cuadras del CIC Che Guevara, el techo que lo protegía hace un tiempo para poder salir de la calle en plena pandemia. Aldo tenía neumonía. Sus compañeros de Proyecto 7 tienen bronca y tristeza.

Su muerte no salió en la tele. Las personas que viven en la calle son invisibles. Para ellos no existe el #QuedateEnCasa.

La organización Proyecto 7 decidió destinar un espacio que iba a ser para talleres, a personas que quedaron en la calle durante la pandemia. 

Diego del pueblo

Ningún pueblo olvida a quien lo hizo feliz. Bostero, villero y peronista. Gracias 10. Los mensajes se multiplican al ritmo de las lágrimas. La puerta de La Bombonera se vuelve santuario de un D10S eterno. Pibes, viejas, el barrio todo se empapa de tristeza. Lloran los balcones de los conventillos destartalados. El suelo y el cielo son los destinos de las miradas que buscan alguna explicación, una desmentida. Diego del pueblo. Diego es pueblo.