Cuando la comunidad se enciende

La red comunitaria del sur organizó una jornada de compromiso y participación en Suárez y Perdriel. El disparador fue una violación, ocurrida en febrero en esa oscura esquina de Barracas. Por Luciana Rosende.

 

Cuando la comunidad se enciende

Una violación. Ese fue el desencadenante para que los vecinos de Barracas y Parque Patricios comenzaran a organizarse. No sólo para el reclamo sino también para la acción. El viernes 23 de mayo, protagonizaron una Jornada de Participación Barrial: mura- les colectivos, bandas, radio abierta y otras actividades, puestas en marcha para dar visibilidad a los problemas locales y mostrar que su única solución posible está en la lucha colectiva. Fue en Suárez y Perdriel, muy cerca del límite entre los dos barrios, justo allí donde en febrero fue abusada una mujer.

Cuando fue la violación no había luz ni presencia policial. Los vecinos de los dos barrios se juntaron, cortaron la calle, gestionaron la luz y la presencia de un patrullero”, cuenta Cristina Carnevale, coordinadora del Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria (CIDAC). “Pensamos esta actividad para iluminar el lugar con compromiso y participación, para darle luz”, resumió Carnevale. El encuentro fue organizado por la Red Comunitaria del Sur, integrada por diferentes instituciones y organizaciones de la zona.

Los paredones de Suárez y Perdriel, que en las primeras horas del día estaban tan grises como siempre, al atardecer lucían vistosos y coloridos. “Mi idea era mostrar cómo lo malo puede tocar lo bueno”, explicó Cristofer Jacob, presidente del centro de estudiantes del Normal 5. Su obra plasmada en la pared mostraba una enorme mano tocando una mariposa. Todos a su alrededor tenían las manos y la ropa manchadas de pintura. Ernesto García, director de la Escuela 8, llegó al lugar con sus alumnos de sexto grado. “Estuvimos trabajan- do en el aula, tenemos en el proyecto de la escuela el tema de la participación ciudadana”, contó el docente. Los chicos habían aportado sus pincelazos desde temprano, “pintando un boceto colorido, con niños, para darle vida a las paredes”.

Mientras muchas manos al mismo tiempo se ocupaban de dar color a los muros, se escuchaba la radio abierta de FM Barrilete. “Cuando no hay luz, la comunidad organizada se enciende”, repetían los altoparlantes. “Es una iniciativa para salir a la calle, visibilizar y unir a las distintas partes del barrio”, comenta Paula Cabanchik, coordina- dora de atención primaria de la salud en el ex Cenare- so. “Lo que más preocupa a las organizaciones son los chicos en situación de calle y el consumo de drogas. Desde la comunidad organizada, más el Estado de derecho, se pueden resolver estos problemas”, plantea la directora de ese hospital, Edith Benedetti.

Mientras los emprende- dores del barrio vendían sus productos y subían distintos artistas al escenario, se percibía en el aire una concepción distinta sobre el problema de la inseguridad. Con una propuesta de participación colectiva y un abordaje de las problemáticas sociales de la población más vulnerable. Con pedidos de luz y presencia policial, pero también de compromiso y respeto por los derechos. El resultado quedó plasmado en los paredones de Suárez y Perdriel.