Más achique, menos inclusión

 

En medio del año escolar, el Ministerio de Educación porteño cerró el grado de nivelación de la Escuela 9 Quinquela Martín y lo unió con el que funciona en la 2. Para pibes que necesitan contención e integración, estos cambios se traducen en nuevos obstáculos y más probabilidades de abandonar el colegio. Por Lucrecia Raimondi

 

Más achique, menos inclusión

 

La Escuela Primaria N° 9 “Benito Quinquela Martín” recibió el último golpe de vaciamiento de los programas de inclusión. Los primeros días de septiembre, la supervisión del Distrito Escolar 4 recibió un expediente con fecha del 23 de julio que disponía que el grado de nivelación de ese colegio se cerraba a partir del 4 de agosto. La coordinadora del programa socioeducativo Grados de Nivelación, Patricia Martín, argumentó que los alumnos migraron a la Provincia de Buenos Aires y especificó que si volvían los reubicaría en la Escuela Primaria N° 2, la única con nivelación que queda en La Boca. “La gravedad de esto es que la coordinadora dispuso por escrito una política que anula la posibilidad de que repunte el grado de la Primaria N° 9. Lo está dejando vacío y nosotros nos enteramos oficialmente un mes después”, explica Carlos Di Franco, supervisor adjunto del Distrito.
 
Después de las vacaciones de invierno, el programa citó a todos los alumnos que estaban concurriendo a la N° 9 para que asistan al grado de nivelación de la Escuela N° 2. Las consecuencias son varias y graves: comparten al maestro, los materiales y el aula con once niños más, de 8 a 14 años. Esto genera una falta de atención personal y un caos peor a que si cada uno estuviera en el grado común que le corresponde a su edad; se agrava el desfazaje en el aprendizaje, en lo afectivo y en la maduración con los compañeros que están compartiendo aula. Además, los chicos que desde hace dos o tres años estaban en nivelación de la N° 9 sufren un desarraigo porque dejan de trabajar con el maestro que hacía un seguimiento particular. Otro tema es la distancia: esos chicos viven en la Isla Maciel y la Escuela N° 9 les queda frente al barrio, a sólo dos o tres cuadras caminando de su casa y luego cruzan en bote para llegar. Ahora, hasta la Escuela N°2 tienen que caminar ocho cuadras o tomar un colectivo desde donde los deja el bote, lo que representa una dificultad más.
 
Los maestros de la N° 9 cuentan con por lo menos 13 niños que asisten dos veces por semana y, no solo van poco, sino que la conflictividad social impide que puedan conectarse con la clase y estén próximos a la deserción escolar. “No hay que esperar a que el pibe pierda un año por no venir a la escuela. Si hay un programa, contengamos antes, sostengamos donde está y levantemos al chico”, concreta Débora Barceló, maestra de 3er grado común que cuenta en su grupo de 17 alumnos a 3 chicos con graves problemas habitacionales que necesitan el grado de nivelación.
 
Para el maestro lo que queda es todo el laburo al hombro o el vaciamiento; y para los nenes, si se cae el grado de nivelación se caen al río”, aclara Débora. Por eso, frente a la ausencia del Estado, los maestros tomaron la posta de la inclusión: cuando salen de su jornada laboral, ad honorem, patean la Isla Maciel y el barrio de La Boca para charlar con las familias, anotar a los chicos que no van a la escuela y armar una matrícula que permita reabrir el grado.