Juan B. Justo, su edificio y las muletas

A 150 años del nacimiento del fundador del Partido Socialista, un pedido para sostener lo que es reconocido como la primera la primera vivienda colectiva, el Hogar Obrero. "Andamios y urgentes obras de reparación", más allá del inminente reconocimiento del lugar como Patrimonio Cultural de la Ciudad. Por Armando Vidal
 Juan B. Justo, su edificio y las muletas

Juan B. Justo, el buen médico y político que fundaría el partido Socialista en 1896, nació en un molino propiedad de su abuelo, ubicado en Balcarce y Chile, San Telmo. Fue el 28 de junio, hace 150 años, en pleno estallido de la guerra de la Triple Infamia contra el Paraguay.

 
Cerquita, en una escuela de la calle Tacuarí, entre Carlos Calvo (entonces Europa) y Humberto 1º (entonces Comercio) recibió una rigurosa formación religiosa y comenzó a reflejar una inteligencia no afectada por un hogar con un padre ausente, pues administraba un campo en Tapalqué. Su madre, Aurora Castro, fue su sostén en todo sentido hasta ingresar, en 1877, al Colegio Nacional, tras lo cual brilló en la Universidad.
 
Dejó en su testamento una biblioteca, incluyendo libros de su autoría, cientos de artículos en La Vanguardia, periódico del que fue también fundador. Lo mismo que de la Biblioteca Obrera, la Sociedad Luz (aquí, en Barracas, en Suárez y Ruy Díaz de Guzmán) y del Hogar Obrero, en 1905. Sin olvidar su destacada actuación como diputado nacional en sus tres mandatos entre 1912 a 1924. Falleció cuatro años después.
 
Acompañaron su lucha, uno a cada lado, Nicolás Repetto y Ángel Giménez, médicos, socialistas y soñadores como él.
 
Entre tanta obra producto de ese ideario, Justo dejó el edificio ubicado en la Av. Martín García y Bolívar, considerado la primera vivienda colectiva del país, con siete pisos, un entrepiso, sótano y una distribución muy especial que luego completaría la compra y construcción en el terreno de la punta misma de la esquina para empalmar y ampliar lo realizado. Con la inauguración, el 2 de julio de 1938, Día de la Cooperación, se le puso su nombre.
 
Un edificio que fue su obsesión. Él lo pensó, él lo impuso, él lo inauguró el 9 de julio de 1913. Un edificio que es como un escenario de película, con sus departamentos en torno de un patio de luz, con vitrales que lo iluminan y embellecen de día los pasillos que lo entornan.
 
Viviendas para trabajadores y sus familias, pensaba Justo en tiempos de angustiosa falta de ellas debido a los aluviones inmigratorios.
 
Viviendas dignas, cálidas, acogedoras, concebidas con criterios de un médico sanitarista, previsor de enfermedades y epidemias.
 
Ahí está el “Juan B. Justo”, de pie, con sus 102 años a cuesta, con la placa en relieve que recuerda a su creador y que desde hace unos pocos años está en el hall de entrada para protegerla de la depredación cuando durante décadas estuvo en la puerta. Están también con ella la placa de la Legislatura porteña con motivo del centenario del edificio y, por supuesto, la del Hogar Obrero.
 
Es inminente la ley que declara al edificio Patrimonio Cultural de la Ciudad, con el apoyo de todos los sectores políticos y es provechosa la ocasión para resaltar la necesidad que tiene el “Juan B. Justo” de lograr sin cargo andamios para que el consorcio pueda encarar urgentes obras de reparación en su frente debido a peligrosos desprendimientos de mampostería. Agravan la situación el intenso y mortificante tránsito de micros y camiones por la Av. Martín García, con sus inevitables vibraciones, sin contar cuando, ocasionalmente, se realizan festivales en Puerto Madero o lo que es más frecuente con cada gol de Boca con tribunas repletas. Para que el “Juan B. Justo” se pueda seguir aguantando todo necesita el préstamo generoso de esas muletas que son los andamios.
 
Entre sus propietarios, como uno más, se encuentra Supermercados Coto en el amplio salón que ocupó la Cooperativa El Hogar Obrero y que la crisis de fines de siglo que sufrió la institución obligó a vender.