Música para mirar (y sentir)

Hace ocho años un grupo de artistas se unieron alrededor de una propuesta experimental, donde imágenes y sonidos se apropian de espacios públicos y privados e interpelan a sus espectadores. La intervención multisensorial se llama Al ver verás y nació en La Boca. Por Lucrecia Raimondi
Música para mirar (y sentir)

 Desde cualquier ubicación que estés, en la calle o la terraza, el show de Al ver verás te hace parte. Podés encontrar el circular y mirar de unos ciervos a gran escala o repetido mil veces en serie a tu alrededor el paso de una bailarina clásica. Intriga la secuencia de una tirada de tarot en una milonga o da vértigo ver suspendido un hombre al caer. La música electrónica o las canciones de rock experimental llevan al cuerpo lo que estás viendo.

Los músicos y artistas visuales de Al Ver Verás presentan un espectáculo que sorprende con experiencias sensoriales. La banda instrumental interpreta los temas sin corte y las imágenes gigantes sobre paredes interiores, frentes o laterales de edificios suceden en vivo. Aparecen unos tras otros, sonidos e imágenes, tejiendo un argumento tan experimental como la creación misma de Al ver verás. Intervienen con proyecciones el espacio público pero amplían la propuesta al incorporar melodías y realizar “música para mirar”. En San Telmo resisten el espacio artístico por el “libre pensamiento colectivo” tomando con su arte fugaz los edificios de Bolívar y México. Se presentan en la casa de Alice Praline Luna, quien ofrece su living comedor para “cielo adentro” y su terraza para “cielo afuera”, según la temporada. El primer fin de semana de febrero continuarán allí su presentación al aire libre.
 
“De entrada pensamos en la idea que vaya todo amalgamado y sea un mismo concepto. De ahí surgió el nombre”, introduce Daniel.  Montaron “el laboratorio” en Almirante Brown al 700 y encuentran  asentamiento para mostrarse en la terraza de Alice. No se puede pasar dirección ni referencia del lugar porque en uno de los primeros show de 2015 “vino el submarino amarillo a clausurar por abrir la casa al público”, cuenta la banda audiovisual.
 
Diego Gentile (guitarra, teclado y programación) y Daniel Selén (composición visual y voz) empezaron con una banda de rock. En 2003 sus expectativas artísticas se abrieron a filosofar y experimentar qué pasaba si surgían otras situaciones que corrieran al escenario, la imagen y el sonido de su expresión tradicional. Quisieron intervenir la urbe, hacer algo para el que pasa y no es un espectador convocado, que se lo interpele de manera espontánea. Así crean Al Ver Verás y se incorporan Martina Fraguela (retroproyección y pintura), Maxi Di Monte (percusión y teclados) y Ale Chomicz (saxo).
 
Varios de ellos nacieron y se criaron en La Boca. “Mamamos un montón de cosas. Este es un barrio lleno de arte y aunque uno no se dé cuenta, conocemos un montón de artistas”, reconoce Diego. A una cuadra del estudio, en Almirante Brown y Wenceslao Villafañe, está Prisma KH: un galpón remodelado para galería de arte que abrió en 2014 y funciona intermitente. A cuatro cuadras, la Usina del Arte.
“Tuvimos conocimiento del Distrito porque vino la coordinadora a la casa de San Telmo y me dejó un libro con la propuesta. Me dijo que por ser artista de La Boca tenía algunas facilidades. Pero por lo que estuve viendo entiendo están dadas para quien invierte en obtener un inmueble y transformarlo en un espacio cultural, en beneficio de conseguir créditos en el Banco Ciudad o no pagar impuestos por determinada cantidad de años”, explica Daniel.
 
Magdalena Ayerra, coordinadora del Distrito, le entregó a los integrantes de Al Ver Verás un libro que promociona un render, el armado digital de un plano, de un espacio a construir en Almirante Brown 1037. Otros son una incógnita, como el museo que están edificando hace 6 años en Ayolas y Almirante Brown. También incluyen lugares históricos de La Boca como Cine Dante o el Conventillo Verde. “La Usina es un espacio físico increíble que parece vacío de contenido porque promocionan actividades muy puntuales y en general hay muy poca gente que circula”.
 
Diego reflexiona sobre “la mirada elitista” de cómo encara el Gobierno de la Ciudad una iniciativa como el Distrito de las Artes en un barrio que sufre la apatía estatal en aspectos como vivienda y  recreación de los niños – destaca el antecedente de Macri en Club Boca, que como presidente dejó afuera a los pibes que no podían pagarlo-. “No creo que puedan convertir Necochea en una calle de galerías de arte. La gente necesita un crédito para remodelar la casa y hacerla habitable”.

Promueve que si dan cultura posibilitan que alguien piense, que abra su cabeza, que viva otras experiencias y confía que tanto el arte como el deporte sean actividades necesarias para orientar a los niños. “Hay que darle más voz a lo que sucede en el barrio y a los artistas locales, darle mucho más manija al arte pero no desde el marketing sino desde un lugar que convoque a los niños y jóvenes”.