Tres historias en MIL

En el documental “Melo-Iberlucea-Lamadrid”, Juan Manuel Bugarín muestra la problemática habitacional que sufren las familias de La Boca y la posibilidad de encontrar soluciones a través de la organización y la lucha. Por Martina Noailles

Tres historias en MIL

 Melo 586. La imagen es desoladora. Restos de juguetes, un boletín de escuela, pedazos de ropa, chapas acanaladas y un hollín que tiñe todo de negro. “Este es un lugar estratégico para el futuro. Tarde o temprano va a llegar el centro turístico”. El escenario dantesco está a cuatro cuadras de Caminito. Son las cenizas del conventillo donde vivía Jorge Herrera hasta que se incendió en 2013. Es el lugar donde murieron sus dos hijos varones, Pitu y Pola, y donde ya no queda nada. “Fue tan fuerte lo que nos había pasado como para comenzar algo juntos. Así que cada uno se fue por su lado”.   

 
La historia de Jorge es la primera de las tres que Juan Manuel Bugarín eligió contar en “MIL (Melo-Iberlucea-Lamadrid): Unidad, organización y lucha”, un documental que se zambulle en la problemática de vivienda que atraviesa al barrio de La Boca.
 
“La idea surgió hace más de 3 años cuando trabajábamos en televisión con Darío (Calderón, uno de los productores) y surgieron ganas de hacer algo que fuera más nuestro. Cuando vimos la noticia de la muerte de Pitu y Pola decidimos hacer un corto”, cuenta Bugarín en la Casa Tasso, donde el 10 de febrero se proyectó la película ante vecinos del barrio, muchos de ellos protagonistas de estas historias.
 
A poco de comenzar a involucrarse con el tema, el director se dio cuenta que el incendio del conventillo de Melo no era la excepción sino más bien la regla de un barrio en pleno proceso de gentrificación. Así fue que el corto quedó chico y se transformó en documental.  
 
Cámara en mano, el equipo comenzó la filmación a fines de 2013 y, enseguida, la realidad volvió a superar al proyecto: el fuego otra vez sobre un conventillo, a tan sólo 5 cuadras de Melo, en pleno corazón turístico.
 
Pero en Iberlucea al 1200 los vecinos decidieron dar la pelea, ante un Gobierno porteño que, rápido de reflejos, intentó dejarlos en la calle y quedarse con el codiciado terreno. Pero no pudo. Debajo de la lluvia, en carpas y gazebos, nacieron las asambleas y la organización creció. La cámara estaba ahí para registrar, casi sin saberlo, un proceso y un desenlace que quedarían en la historia de la lucha social de La Boca.
 
La imagen avanza entre las mangueras de los bomberos. También se escurre entre vecinos que cocinan, arman listas de materiales, ordenan las donaciones, escuchan a la abogada y repasan el petitorio que entregarán a los funcionarios. Luego de una semana de acampe, la negociación llega a su fin. Y el final es feliz. Subsidios para la reparación de sus viviendas y el reconocimiento como dueños del lugar que habitan desde hace décadas. Los abrazos larguísimos también quedan eternizados en la película.  
 
La L de MIL es de Lamadrid. En la esquina de esa calle y Ministro Brin 33 familias hicieron realidad su sueño del techo propio. Tras una década como cooperativa, y apelando a la ley 341 de construcción social, Covilpi logró terminar las viviendas y mudarse. La última etapa de ese proceso fue la historia elegida para dar cierre al documental.
 
“La de Jorge era la historia de la familia que después del incendio se tiene que ir porque no tiene dónde quedarse en el barrio y el lugar queda vacío. Después surge Iberlucea, que les ofrecen un subsidio para que se vayan del lugar pero ellos se unen y deciden quedarse. Covilpi era el cierre perfecto: muchos años de organización y de aguante hasta que pudieron generar algo que es un paradigma en el barrio”, hila el director repasando las historias que dieron a luz a este documental.
 
Un joven carga un televisor, después un mueble. Atraviesa un pasillo gris, sin luz, con su pequeño hijo tironeándole del pantalón. Dos mujeres eligen los cerámicos que luego serán el piso de su techo. Unas nenas señalan una pared a medio pintar: “Acá voy a poner la cama y allá… no se, una biblioteca?”, juegan con la imaginación. Otra mujer se emociona en el futuro baño. “Esto es un sueño, yo hasta ahora compartía baño con 10 familias”. 
Mudanzas. Bendiciones. Y otro final feliz.
 
El documental termina pero arranca otra historia. Luego de la proyección, el Grupo de Vivienda y Hábitat de La Boca adelanta un corto audiovisual que es parte de una campaña mayor. Lograr que la Legislatura porteña establezca la emergencia habitacional para el barrio. Lo gritan en silencio, desnudos, en patios y escaleras de conventillos que serán desalojados en los próximos meses.
 
Arriba el telón, que la lucha en La Boca continúa.