Un magisterio popular y villero

La manzana 23 de la villa 21-24 ya nunca será la misma. El 22 de marzo un sueño colectivo comenzó a hacerse realidad: las y los jóvenes que quieran ser maestros de primaria, podrán encontrar en el profesorado Pueblos de América herramientas y oportunidades para cambiar tanta injusticia desde su propio barrio. Por Fabiana Montenegro / Foto: Paulina Vera

Un magisterio popular y villero
Llegó el día. Los pasillos de la Villa 21-24 de Barracas se poblaron de guardapolvos blancos y frente a la casita Vanulén, más verde y más esperanza que nunca, se inauguró el profesorado Pueblos de América, que tiene entre sus propuestas educativas, la carrera de Profesor de Educación Primaria.
 
Hoy, los más de 80 jóvenes del barrio que se inscribieron en el profesorado sueñan con ser –dentro de 4 años- docentes de la escuela pública.
 
Hoy, la esperanza que el camino se dé vuelta, y sea del corazón, de las entrañas mismas de la Villa, desde donde salgan los futuros maestros y maestras que van a ir a enseñar a la ciudad, a multiplicar su compromiso con lo más vulnerables, a transformar la realidad, a subvertirlo todo.
 
Una mezcla de emoción y orgullo se trasluce en cada abrazado apretado,  en el mate que va pasando de mano en mano, en las risas y las fotos, en el himno que se entona con el puño bien alto y los dedos en “v”, porque, como dijo Mario Gómez, referente del barrio, “hoy conseguimos lo que soñamos: herramientas y oportunidades, no migajas ni dádivas. Un barrio que tenga acceso a un trabajo y un salario digno.”
 
Este logro es el resultado de un largo camino que comenzó en 2015, cuando el colectivo Decir es poder, integrado por maestros y alumnos que completaban sus estudios secundarios en la EEM 6, se puso al hombro la irreverente tarea de enseñarles a leer y escribir a los vecinos y vecinas, y soñó con transformar el barrio para combatir las desigualdades, hasta lograr una gran victoria: analfabetismo cero en la 21-24.
 
Con esa utopía como bandera, el colectivo realizó un primer relevamiento, casa por casa, vecino por vecino, para saber la cantidad de personas que necesitaban alfabetizarse, y capacitó a lxs pibes, alfabetizadores jóvenes de la villa, que salieron a reparar los derechos vulnerados. Luego amplió la formación a alfabetizadores y alfabetizadoras, a través de la Cátedra Abierta de Alfabetización de Adultos y Adultas Decir es Poder, siempre desde una perspectiva política pedagógica basada en la reparación de derechos, en la democratización y acceso a conocimientos, en ceder la palabra, en enseñar aprendiendo.
 
Y como la utopía es lo que mueve el horizonte, siguieron caminando con la idea de construir el Profesorado. Ya en el Foro Latinoamericano en Porto Alegre, cuando la idea era apenas un esbozo, la maqueta de una foto del magisterio que se estaba armando, Maxi Malfatti, profe de la 6 del 5 y referente del armado de MaestrxsVillerxs, explicaba: “Ellos ya son docentes. Pero no nos arregla que enseñen solamente en los barrios, pretendemos que trabajen en la escuela pública. Para eso se está armando un magisterio popular y villero: para que puedan acceder a los estudios terciarios en su lugar, revalorizando sus saberes, y para que sean ellos los futuros docentes; primero en el sur de la ciudad, y después transformando la realidad y todas las injusticias que nos atraviesan”.
 
Finalmente, la idea se concretó el viernes 22 de marzo, con la colaboración y el compromiso social-pedagógico de las autoridades y el plantel docente del Instituto Alfredo Palacios, además del apoyo de otras organizaciones sociales y barriales como La garganta poderosa y La Usina, entre otras.
 
El profesorado es un hecho y la Villa está de fiesta.
 
A pesar de que el gobierno no quiere que soñemos, dice Maxi, imponiendo sus políticas de ajuste y cierre, eso es lo último que vamos a hacer.
 
La Villa seguirá soñando porque es parte de una tradición histórica de lucha y resistencia.
 
Porque los guía el ejemplo de Néstor Orrequia -otro maestro villero que formó parte de Decir es Poder desde el inicio-, y el del Padre Daniel de la Sierra, quien durante la última dictadura militar logró organizar a los vecinos del barrio para evitar el paso de las topadoras.
 
Porque mientras el gobierno de la Ciudad pretende cerrar profesorados, desde el pueblo, trabajadores organizados los abren.
 
Porque el sueño se hace a mano y sin permiso.

Y porque, aunque esta noticia no sea tapa en ningún medio hegemónico, algún día –como nos advirtió Walsh- resplandecerá la hermosura de sus hechos.