“En la Calle de los Títeres hay pasado y mucho futuro”

En 1989, en un rincón de Barracas, un grupo de artistas decidió salir con sus obras a la calle. Treinta años después, son una cooperativa con 40 compañías que recibe a titiriteros de todo el mundo. Y cada fin de semana brinda funciones gratuitas en su histórica casa, el Espacio Cultural del Sur. Por Juan Manuel Castro

“En la Calle de los Títeres hay pasado y mucho futuro”

La Cooperativa La Calle de los Títeres está de fiesta. Celebra, este 15 de abril, tres décadas de vida con funciones gratuitas en su hogar, el Espacio Cultural del Sur de Barracas. También visitan hospitales y escuelas del barrio con sus títeres de valija, sus espectáculos itinerantes llenos de magia y sorpresas.

 
Los domingos de 1989 un grupo de titiriteros empezó con funciones callejeras en Caseros al 1700 y Baigorri, límite de Barracas y Constitución. Eran, entre otros, Javier Villafañe, Mane Bernardo, Sarah Bianchi y Pepe Ruiz. “Nació como un modo de expresión y también para preservar el arte del titiritero de valija, de la artesanía del teatro; son quienes adaptan su espectáculo al aire libre, a escuelas, a todo lugar donde haya niños”, dice Patricia Bontas, quien estuvo en los comienzos, luego se alejó y hoy es una de las integrantes más activas.
 
Con apoyo de la entonces Municipalidad porteña, a fines de los ochenta la Calle de los Títeres se instaló en esta esquina, en un ala del antiguo edificio que ocupó el restaurante El Mesón Español. Este rincón de Barracas hoy es el Espacio Cultural del Sur, que integra el Circuito de Espacios Culturales (centros culturales públicos) del Ministerio de Cultura porteño.
 
Patricia asegura que “La Calle es uno de los proyectos más democráticos de cultura que hay en la Ciudad de Buenos Aires por la diversidad de personas que pasan y porque articula con el Ministerio de Cultura y la Legislatura local. Estar 30 años es un lujito, es inmenso que personas que nos vemos tan anárquicas y solas por los barrios con nuestros títeres hayamos sostenido este espacio tanto tiempo”, agrega.
 
La Calle está integrada por 40 elencos asociados. “Es un grupo grande, sólido”, explica el artista Walter Pérez. “Cualquier titiritero que esté por Buenos Aires y no sea parte de la cooperativa puede integrar la grilla de espectáculos si hay lugar. Lo hace más diverso”.
 
“La Calle de los Títeres está estructurada a partir del patio, cada fin de semana es una fiesta”, dicen en la cooperativa. Tras un breve jardín sobre Caseros, uno atraviesa un frente colonial y se topa con el patio adoquinado, rodeado por casas de madera de una planta con techos de teja roja. Al fondo hay espacios verdes amplios y muros de ladrillo con arcadas, separados por una reja del Parque España.
 
Cada día de función, antes que lleguen las familias, los titiriteros adornan el patio con muñecos enormes, hechos por artistas plásticos. Parecen emblemas de carnaval. “Hay distintos puestos de títeres, que oscilan entre lo narrativo y el juguete. La feria busca rescatar los orígenes de La Calle. Hay una o dos funciones por día, gratuitas. Previo, para los niños hacemos talleres de construcción de títeres; es participativo con la familia, los grandes se enganchan. Para los adultos, tenemos títeres lambe lambe. Son cajitas que se miran y hay una escena para el espectador. También hay un rincón de libros con mateada. Después del taller, los invitamos a la función. Nos pasó que había nenes que no se quedaban en las funciones y salían al patio a leer y jugar. Es parte de la propuesta de hacer propio el lugar y hacer cosas que a uno le gustan", cuenta Augusto Villena, con diez años en la cooperativa.
 
Eduardo González Andia, actual presidente de La Calle, suma: “Una familia vino con su hija a pasar el día porque era su cumpleaños. Es genial que se genere eso, que estén tan bien acá”.
Fuera del Espacio Cultural, La Calle está presente en Barracas. “La cooperativa sostiene un espacio en la Villa 21 – 24, en el Comedor Amor y Paz. En vacaciones de invierno hacemos un festival con escuelas del barrio. Parte del proyecto es que las escuelas de la zona entren a la Villa, a la zona del fondo, al lado del Riachuelo. Los vamos a buscar a los nenes con muñecos y entramos para hacer actividades”, detalla Patricia.
 
Otra actividad es recorrer los Centros de Primera Infancia (CPI). “Era un proyecto que teníamos hace tiempo el de trabajar con primeras niñeces”, dice Eduardo.
 
Una de las más destacadas es el Programa de Títeres en Hospitales. “Hasta el año pasado teníamos 120 funciones anuales en los hospitales para niños: Garrahan, Roca, Elizalde, Gutiérrez, Tobar García, Muñiz, Rivadavia. Son un par de funciones por socio. Estamos en las salas de espera, a veces desde bien temprano; van a la consulta médica con otro espíritu. También estamos en cuidados intensivos con funciones para uno o dos niños”, destaca Augusto.
 
“El proyecto está entre paréntesis porque no hay recursos, hacemos pocas funciones. Hubo recortes presupuestarios y ya no podemos hacer esa cantidad, nos estamos reorganizando para no dejar este programa, que es tan mágico y tan importante para los chicos”, lamenta Patricia.
 
“Nos falta abarcar espectáculos para adultos mayores y reforzar en adolescencia, ya que para adultos también hacemos”, dice Eduardo y concluye: “Es porque siempre, pese a problemas económicos y las veces que no nos ponemos de acuerdo entre los miembros de la cooperativa, estamos con proyectos, porque en la Calle de los Títeres hay mucho pasado y mucho futuro”.