Tango precarizado

En pleno Caminito, dueños de bares contratan bailarines de forma irregular. Los trabajadores también denuncian condiciones de hostilidad y sexismo. Como respuesta, las y los artistas decidieron tomar medidas de fuerza, inéditas para la zona. Por Juan Manuel Castro

Tango precarizado

Cuando el tango suena, los bailarines de Caminito generan una magia que envuelve, que invita a sentarse en las mesas de los bares; entretienen y embellecen el tiempo ameno de turistas y locales. Cuando la música se detiene, irrumpe el maltrato y la precarización. “Acá se baila en condiciones de hostilidad, sueldos bajos, gritos, amenazas, sexismo”, lamentan los tangueros. Cansados de la situación, impulsaron un paro inédito en el corazón turístico de La Boca. Se trata de un conflicto con final abierto.

 
Hace 60 años, Quinquela Martín transformó una antigua curva ferroviaria en un museo al aire libre, lleno de color y obras de arte. Al tiempo, los dueños embellecieron sus comercios con filetes porteños, imágenes de Gardel, Maradona y Evita. El lugar adoptó una mística única en la Ciudad. El baile y la música en vivo sumaron otra marca distintiva. Sin embargo, no todos están dispuestos a pagar en forma digna a los artistas.
 
El conflicto se centra en dos bares famosos: Bachicha (La Vieja Rotisería) y Gennario (La Pizzería), sobre la calle Magallanes. Varios bailarines consultados por Sur Capitalino señalaron que los malos tratos no son nuevos pero que, en distintas ocasiones, las protestas se desactivaron con despidos. “Cuando quieren, te echan diciéndote que hacen renovación de personal; te quedás sin trabajo de un día a otro. Capaz, al tiempo te llaman de vuelta; es una muestra de poder. También lo hacen para evitar que la gente tenga continuidad y comerse juicios o denuncias”, explica el bailarín Augusto García.
 
Las condiciones de contratación también están en debate. Hay jornadas de ocho horas, donde se alternan entre dos parejas y cantantes y músicos. “Te hacen firmar un papel donde dice que ellos te ceden el espacio público para que pases la gorra, cuando en realidad te pagan un básico y lo complementás con la gorra; antes la podíamos pasar cada media hora y después sólo dejaron pasarla cada hora”, agrega.
 
Los artistas han tenido que bailar sobre el suelo rugoso de la vía pública, cuando en cualquier milonga se coloca un piso liso para evitar lesiones. Hubo tangueros con problemas de rodilla e, incluso, algunos se cayeron en pleno baile.
 
“En Gennario paramos el restaurante por tres días y negociamos que pongan un escenario mejor, sin agujeros. Lo hicieron y eso fue un precedente, pero no cambió el maltrato, los gritos, situaciones de sexismo con las bailarinas”, explicó García.  
 
La última medida de fuerza, la que más se visibilizó, ocurrió el domingo 17 de noviembre, día de alta concurrencia de turistas. Oscar Acosta Andrada, abogado y titular de la Unión de Bailarines de Tango, señaló que la situación es inédita: “nunca antes los bailarines de tango estuvieron tan organizados y unidos como ahora. Logramos que la medida se mantenga porque ningún bailarín quiso cubrir esos puestos, a pesar de que son deseados por muchos ya que Caminito es un sitio emblemático, sirve para mostrar nuestro trabajo y es un medio de subsistencia dentro de este mercado laboral”.
 
Acosta se acercó a los bares para llevar por escrito el reclamo de los bailarines pero “como respuesta en uno de los bares no me recibieron la carta y en otro sí, pero en ambos fui echado de mala manera, y hasta ahora no hemos podido abrir un canal de diálogo a pesar de nuestra buena predisposición”.
 
García cuenta que en Bachicha obligaban a los bailarines a usar unas máscaras y bailar una versión tanguera de Bella Ciao (el tema que suena en la serie La Casa de Papel). “Los dueños lo veían como algo llamativo, pero a los artistas no les gustaba. En la protesta dimos otro significado a esas máscaras y parodiamos la situación”.
 
El último sábado de noviembre, Sur Capitalino recorrió Caminito. Como todos los fines de semana, había parejas y cantores en bares y restaurantes. Incluso, había bailarines en Bachicha, pese a todo lo ocurrido. En Gennario había músicos en vivo.
 
Bailarines de otros bares contaron a este medio que la situación es insostenible y que esperan que se solucione, porque perjudica a todo el colectivo de artistas. Además, señalan que hay vínculos o, al menos, camaradería entre administradores de bares, lo que genera otra barrera a la hora de hacer reclamos en conjunto. “Nos consideran trabajadores de segunda, pero somos trabajadores de la cultura, parte fundamental que da identidad a este lugar, que lo vuelve atractivo para los visitantes”, lamentaron.
 
En Caminito, en plena ebullición turística, se hace difícil ver las huellas del paro y más aún aventurar cómo será el desenlace. A poco de iniciar la temporada alta por el receso de verano, las calles están llenas y los bares lucen desbordados. Sin embargo, los artistas siguen firmes. “Continúa la lucha, con apoyo de muchos artistas y referentes. Estamos a la espera de abrir un canal de diálogo para que haya trabajo en condiciones dignas”, concluye Acosta.