Pobre salud

En 2007, una auditoría alertó sobre los problemas de personal y edilicios de los Cesac del sur porteño. En 2011, una revisión reveló que no se habían resuelto. Los trabajadores de salud de La Boca y Barracas advierten que las falencias continúan. Por Luciana Rosende

Pobre salud

La nena tiene tos y mocos. Está inquieta: sube y baja del triciclo. “Va a ser mejor que vayas a tu casa y vuelvas a las 11.30 o 12”, sugiere la recepcionista a la mamá. “La doctora empieza a atender a las 10.30 y mirá toda la gente que tiene antes”, le muestra la lista. Son las 8.30 de la mañana y ya hay unas veinte personas en la sala de espera del Centro de Salud y Acción Comunitaria (Cesac) número 41, ubicado en Brin 843 de La Boca. Los siete consultorios no dan abasto.
 
Las postales son similares en otros Cesac de la zona. Y el problema no es nuevo. La Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) evaluó en 2007 el estado de los Cesac del sur. El informe advirtió sobre deficiencias edilicias y falta de personal, entre otros. En 2011, la misma entidad indagó en qué medida habían sido resueltas o no esas falencias, y en 2013 publicó un informe con las conclusiones: “Las modificaciones implementadas en las estructuras orgánicas y presupuestarias no han logrado reflejarse en acciones correctivas que permitan dar respuesta a las observaciones señaladas en el informe anterior”. Es decir, los problemas denunciados en 2007 seguían vigentes seis años después.
 
Entre los principales déficit señalados se enumeraban la falta de espacio y personal, la precariedad estructural, la inadecuada gestión de residuos y las dificultades para la reposición de medicamentos e insumos. Los Cesac auditados en la Comuna 4 fueron los número 1, 8, 9, 10 y 16. Sur Capitalino quiso saber en qué situación se encuentran hoy ésos y otros centros de salud del barrio. Las voces de los trabajadores –que en su mayoría pidieron permanecer en el anonimato- pintan un panorama preocupante.
 
“El problema más grande es el tema de los cargos, la falta de personal. Y también la cuestión edilicia. Supuestamente hay una licitación vigente para ampliar el lugar. Pero hasta ahora sigue todo igual. Lo mismo pasa en el Cesac 30, de Amancio Alcorta e Iguazú, y en el 16, también de Barracas. Somos chicos pero a la vez tenemos cada vez más población”, explica una profesional del Cesac 35 que atiende a vecinos de la villa 21-24. En el número 9 (en Irala al 1200, La Boca) hay insuficiencia de pediatras y psicólogos. También, de personal administrativo, algo que se repite en distintos centros. “Algunos enfermeros pasan a administración para ayudar. A veces lo hace un sociólogo o un médico, que podrían estar atendiendo en ese tiempo”, advierte una trabajadora.
 
Gabriel Battistella dirige el Cesac 41, que no llegó a ser auditado en 2007 porque comenzó a funcionar al año siguiente. Pero da cuenta de las mismas problemáticas que sus pares. “Nos quedó chico el centro. Cubrimos 72 manzanas del barrio de La Boca, donde según el censo hay 21 mil personas. Y hay siete consultorios nada más”, cuenta. La necesidad de mayor espacio fue elevada a las autoridades porteñas, sin respuesta por el momento. “Todo lo que yo pretendo que llegue al Ministerio va primero al área programática, de ahí a la dirección del hospital y de ahí al Ministerio. El tema es que antes de esta gestión había una Dirección de Atención Primaria de la Salud, con la que había un diálogo mucho más estrecho, pero no funciona más”, compara Battistella. El panorama se completa con la existencia de un predio lindante, perteneciente al Gobierno de la Ciudad pero subalquilado para uso privado, según denuncian los vecinos. Parte del terreno podría servir para ampliar el Centro de Salud.
 
La descripción oficial sobre el rol de los Cesac indica que “implementan programas de atención y prevención en conjunto con la comunidad, según los principios de la atención primaria de la salud”. Pero las demandas que reciben y los recursos con los que cuentan obligan en muchos casos a desviarse de los ejes. “La escasa cantidad de profesionales te exige más laburo en consultorio y atenciones de diez minutos, y te quita análisis de la salud integral y en atención primaria, que es la finalidad”, alertan en uno de los Cesac que atiende en la Villa 21-24. El cumplimiento de los programas de promoción de la salud y talleres de prevención depende entonces de la voluntad de los médicos, educadores, psicólogos y demás profesionales. Una trabajadora social grafica los alcances del problema: “Hacemos vaquita para comprar cartulinas, juguetes, conseguimos películas para proyectar, la colación para dar en un taller… terminamos comprando dos kilos de bananas todas las semanas”.
 
La nena con tos y mocos llegó a la sala de espera una mañana lluviosa. El director del Cesac 41 sabe que la demanda aumentará en los próximos días. Porque el mal clima y los problemas habitacionales del barrio son un combo insalubre. “Un día como hoy, sé que mañana se van a enfermar un montón de chicos porque hace más frío y llueve más adentro del conventillo que afuera”, dice Battistella, revelando la urgente necesidad de una política sanitaria que contemple la situación social de los pibes del sur.