Arrojas poesía y fideos de colores al Sur

El ciclo cultural, autogestivo e itinerante que se realiza cada cambio de estación homenajeó a Benito Quinquela Martín en el aniversario de su nacimiento. Esta vez el escenario fue el Cine Teatro Brown. Por Luis Miguel Rivas (*)

Arrojas poesía y fideos de colores al Sur

 

Esa noche me sentí viviendo en todos los tiempos a la vez. Era el aniversario del nacimiento de Benito Quinquela, ocurrido en 1890; celebrado el 21 de marzo del 2015, en el Brown, un teatro construido en 1883; al que asistieron personas de todas las edades, reunidas alrededor de asuntos sin edad ni tiempo: la música y la poesía. Era la edición especial de Arrojas Poesías al Sur, un evento cultural, autogestivo e itinerante que se realiza en los cambios de estación y en el que artistas, poetas y organizaciones sociales y culturales de los barrios de La Boca y Barracas ofician de anfitriones de poetas y artistas de otros territorios. En esta ocasión estuvo dedicado a Benito Quinquela Martin, en el día de su santo. Una mezcla de santo y pintor reunidos fue la imagen del evento; la pintura de Alejandra Fenochio, en la que aparece Quinquela con una aura divina hecha de tornillos, presidió la noche y acompañó a los invitados en forma de estampitas de devoción repartidas en todas las mesas.

 
Un evento cruzado por la memoria. Pero no una memoria de museo, armada con recuerdos almidonados; sino la memoria viva del barrio de La Boca, una comunidad sufrida, compleja, guerrera, señalada, marginada, potente, en donde han florecido espíritus de la altura de Quinquela, por poner un solo ejemplo; y cuya realidad está a millones de años luz de lo que transmiten estampas turísticas y prejuicios sociales. Se evocó a Benito: la historia de sus almuerzos de fideos de colores en los que imponía la orden del tornillo, su compromiso con el prójimo, la gran obra que hizo en el barrio, su personalidad generosa que lo convirtió en un referente de respeto y veneración. A tal punto que la poeta María del Carmen Colombo me contó a la salida del teatro que, cuando era adolescente y vivía en el barrio, no se bancaba la devoción de la gente por Quinquela y que le parecía una soberana boludez ensalzar tanto a alguien; pero que luego de muchos años, cuando dejó de ver la vida en blanco y negro, comprendió la dimensión de esa persona; y esa noche estaba allí, después de haber cruzado la ciudad desde un polo opuesto para leer en el aniversario del hombre que le había molestado tanto.
 
Con las lecturas de María del Carmen, Rodolfo Edwards y Amelia Boselli, vino una oleada de imágenes de tres generaciones boquenses: las calles a medio asfaltar; destellos del sol ardiente en las coloridas y precarias fachadas metálicas de las casas, la hinchada del fútbol, el frío insoportable del invierno en los conventillos; dos naranjas que pasan flotando ante la mirada atónita de una niña que ve naufragar su casa.
 
Y además de La Boca, estaban presentes otros sures: el poeta Enrique Solina, de Monserrat, con sus poemas sacros, leídos en homenaje a San Benito; y el Frente de Artistas del hospital Borda, los “sureños sociales”, como dijo al presentarlos Marta Miranda, representante de Transpoesía Argentina, uno de los colaboradores del evento junto con Eloísa Cartonera. Los invitados del Borda leyeron haikus, como fogonazos de libertad robada a un confinamiento absurdo; y su presentación terminó con un poema escrito por una paciente del hospital en el que dice a los visitantes que no se asusten, que no crean que ella es todo eso que temen y desprecian, y que estén tranquilos, pero que cuando se vuelvan a ir por favor dejen los cigarrillos.
 
Y entre todas las lecturas, recuerdos y memorias estuvo la música reuniendo todos los tiempos: canciones del dúo Ducca-Boscariol, cantando la vida con una voz prodigiosa; y Pedro Conde acompañado del sonido eterno de la percusión…
 
Toda esa atmósfera de libertad y poesía, organizada por Marta Sacco y Zulma Ducca, las cabezas de Arrojas Poesía al Sur, hizo que el 21 de marzo del 2015 haya quedado acuñado en mi memoria como un momento imborrable: la noche en que me comí los fideos más, más liberadores, más esperanzadores. La noche en que hubiera querido que me dieran un tornillo para no ponérmelo.
 
(*) Escritor colombiano
Foto: La estampita de San Benito de La Boca, reproducción de una obra de Alejandra Fenochio, se imprimió gracias a la colaboración de ACUMAR.