Mucho fuego, poca agua

Con sólo un breve recorrido por la zona del último incendio en La Boca, Sur Capitalino comprobó que muchas de las salidas de agua para bomberos están rotas, no tienen presión o están tapadas por baldosas. El colmo ocurre en Necochea 1370 donde sobre la tapa hidrante hay instalado un container amarillo de la Ciudad. Vidas de vecinos y bomberos en riesgo. Aysa y el Gobierno porteño, los responsables. Por Martina Noailles 
Mucho fuego, poca agua

La madrugada del 2 de enero, en el incendio de los conventillos que se levantaban en la esquina de Brin y Suárez las autobombas llegaron bastante rápido. Fueron, como siempre, con el saber y la memoria que da la experiencia y un listado donde se detalla en qué dirección está ubicada cada boca de agua. Sin embargo, en las cuatro veredas que rodean la Plaza Solís, las tapas que llevan la letra H ya no estaban. Habían quedado debajo de las capas de cemento y las baldosas que los obreros contratados por el Gobierno porteño colocaron sin precaución ni control. En medio de la desesperación -y mientras el fuego avanzaba al ritmo del viento y de la rápida combustión propia de maderas pintadas decenas de veces en los últimos cien años- algunos vecinos intentaron masa en mano romper el suelo en busca de la salida del agua. No encontraron nada.

Finalmente, los bomberos lograron poner una manguera en el hidrante 114 que está en la esquina. El número hace referencia al diámetro del tubo por donde debe salir el agua, más grande que los 63,5 que tienen los hidrantes comunes. La manguera sacó agua de donde pudo y el trabajo de los hombres de rojo evitó que hubiera víctimas fatales. El primer piso de los dos conventillos, destruidos.
El problema de llegar y no poder utilizar las salidas de agua es algo bastante común para los bomberos que actúan en La Boca, aunque no suelen denunciarlo públicamente. Pero el secreto a voces crece ante cada incendio. En un rápido recorrido por las calles de alrededor del último incendio y con la libreta de direcciones de los bomberos en la mano, Sur Capitalino y dos bomberos voluntarios de gran experiencia pudimos comprobar que el tema no es mito. Sino pura realidad.  
 
Por ejemplo, en las cuadras de Necochea al 1200 y 1300, es decir entre Lamadrid y Suárez, deberían funcionar tres bocas hidrantes. Sin embargo, la de Necochea 1221 fue hecha a nuevo tras las obras en esa calle pero quedó chica, por lo que la columna de los bomberos no puede insertarse y tomar agua como corresponde. La del 1323, no tiene potencia y el agua queda en el agujero en un breve charquito. Y el colmo ocurre en Necochea 1370 donde sobre la tapa de agua hay instalado un container amarillo de la Ciudad. A una cuadra, en Suárez 358 (entre Necochea y Brown) el cemento que cubre la vereda de Vialidad también cubrió el hidrante. Pero a unos metros, en la pared hay una tapa roja pintada a nuevo que dice “Bomberos”.  Al abrirla y girar la canilla, nada. Tampoco hay agua.
En los casos de las salidas rotas o que no tienen suficiente presión de agua, la responsabilidad recae en Aysa. En una zona donde los incendios son la regla y no la excepción, la empresa no hace los controles pertinentes para verificar que funcionen. Cuando son baldosas y cemento los que dejan enterradas las salidas para las mangueras -como en el caso de la calle Necochea donde actualmente hay un plan de mejoramiento de calles y veredas o de la plaza Solís- el responsable es el Gobierno porteño.
 
La frase consigna de todo buen bombero es que a cada línea de ataque, se necesitan dos líneas de alimentación. Es decir que mientras se utilizan los más de mil litros de agua que trae un autobomba, en no más de cinco minutos, dos mangueras deberían estar llenado otro camión igual. Difícil que esto ocurra en La Boca.  Por ahora, las denuncias son verbales y no fueron presentadas ante la Justicia. La tarea es sencilla, recorrer las cuadras de La Boca para comprobar los obstáculos. Mientras tanto se pierden conventillos, viviendas de decenas de familias y hasta vidas.