Redes de lectura en pandemia

La obligada distancia física activó modos novedosos de encontrar lectores y lecturas. Desde actividades de bibliotecas que se transforman en virtuales hasta “bombones poéticos” y “viajes sonoros” que llegan a los pacientes de hospital. 

 

Redes de lectura en pandemia

Por Karina Micheletto (*)

¡Oh, las redes! ¿Qué sería de nosotros y nosotras, tan repentina y necesariamente aislados, sin esa conexión remota que se volvió literalmente esencial? También para concretar cuestiones que parecían tan lejanas a lo virtual: leer, por ejemplo. Nunca como ahora, la lectura tuvo en las conexiones remotas un necesario punto de partida y desarrollo. De diferentes e imaginativos modos, muchos fueron los proyectos lectores que nacieron de esta necesidad.

 

Desde el área de Trabajo Comunitario de la Biblioteca Nacional, el equipo que coordina Flavia Helguero adapta un trabajo previo presencial, que en otros tiempos buscaba tender redes “físicas” entre los chicos y chicas lectores y los autores “de carne y hueso”. Por entonces invitaban a las escuelas a participar de encuentros en la biblioteca, que iban tomando distintas formas: un reportaje a la o el autor convocado, un espectáculo a partir de sus cuentos, juegos, consignas, un taller. El momento servía también de “excusa” para que los chicos y chicas recorrieran la biblioteca, en muchos casos la conocieran, y se llevasen la experiencia de sentirla una visita que pueden volver propia y, tal vez, cotidiana.  

 

Pasados un par de meses de aislamiento, la alternativa apareció por vía remota. Y así la Biblioteca Nacional propuso un Ciclo de literatura online para escuelas que seguirá por lo que resta del año (la inscripción sigue abierta en lecturainfantilyjuvenil@bn.gob.ar). Adela Basch, Ricardo Mariño, Patricia Suárez, Mario Méndez, Ana María Shua, Sergio Olguín, Paula Bombara, son solo algunos de los autores convocados. “Lo que sucede con la virtualidad es que la propuesta se extiende mucho más, tuvimos inscripciones hasta de Tierra del Fuego”, destaca Noelia Capello, una de las impulsoras de la iniciativa.

 

En el barrio Ramón Carrillo, en Villa Soldati, la biblioteca popular “Por caminos de libros” multiplica su espacio desde 1999, en una trama poderosa que ya era red desde antes de la virtualidad, enlazada al Centro Educativo Comunitario Ramón Carrillo, jardines, escuelas, organizaciones sociales, centros de salud, profesorados. Si formular prácticas de mediación de lectura era la preocupación central de este espacio, la pandemia, problemas de acceso y de conectividad mediante, la volvió una entre tantas urgencias.

 

“Lo que fuimos encontrando en este tiempo es que el WhatsApp es lo más cercano al conversación, por la posibilidad de entrar en diálogo, con sus silencios, escuchas, imágenes, palabras escritas, dichas. Las redes, con su universalidad, son otra clase de herramienta”, analiza. Y así viajan por el barrio, inesperadamente vía WhatsApp, las poesías, cuentos, el “entrenamiento trabalengüero”. En el centro educativo, cuando se reparte el refrigerio, hay una radio comunitaria donde también hay audio libros. Y es un lugar propicio para repartir los mini libros del tamaño de la palma de la mano, que diseñan con fotocopias, “historias para probar de un bocado y saborear largamente”. Es una búsqueda por “poner palabra literaria ahí donde parece que no cabe: en el lugar de la urgencia”.

 

“El orden de las prioridades pasó a ser conseguir comida, sostener salud, hacer la tarea de la escuela. Con la biblioteca cerrada se nos aparece esa idea reveladora de García Lorca: ‘medio pan y un libro’. Mientras se garantiza el derecho a la salud y a la educación, nuestra militancia cultural pasa por sostener el derecho a la lectura, a habitar la ficción”, dice con belleza María Inés.

 

¿Y qué pasa con los libros, los lectores y las lecturas en los contextos más difíciles, los centros de salud, por ejemplo, con todas sus nuevas restricciones de acercamiento y la idea de “primera línea de contagio” que los atraviesa? El envío de “bombones poéticos”, o de “baños sonoros” son algunos de los singulares modos de encuentro con los pacientes, y también con los trabajadores de la salud, que crearon los integrantes del equipo Arte en Salud, en el Hospital Italiano.

 

El hospital es también singular por sostener, como parte del personal estable de atención, un grupo de siete artistas (narradores, músicos, clowns) coordinadas por el psicólogo Ignacio Usandivaras, a partir del trabajo de la clown Mariata (Mariana Ramos). “Con la llegada de esta pandemia nos vimos todos obligados a reinventar los modo de acercarnos a la gente. Queremos acompañar a los equipos de salud en estos momentos de tanto estrés, no solo al paciente y sus familiares. Siempre es un tema importante atender y escuchar cuidar a los que cuidan”, dice Diana Tarnofky, reconocida narradora e integrante de Arte en Salud.

 

“En pandemia sucede algo tremendo con las enfermeras y enfermeros que se contagiaron. Los cuidadores y cuidadoras pasaron a ser las personas que debemos cuidar. Siempre se los mandábamos, pero ahora lo hacemos sabiendo que son ellos los que tienen que recuperar su salud”, se emociona la narradora.

 

¿Qué son los bombones poéticos? Poesías que viajan en bolsillos y llegan a los pacientes con la complicidad de los equipos de salud. Todo se transformó con la pandemia, y los bombones siguen llegando a través de WhatsApp. “Hacemos envíos de audios con poesías, canciones, videos muy chiquitos. Abrimos un Instagram y un canal de YouTube. Y el hospital tiene un canal de televisión, HIBA TV, que también aprovechamos”, cuenta Tarnofky.  

 

Por allí van ahora los “Viajes sonoros”: “tramas” de sonido que se ofrecen para viajar hasta adonde la imaginación lleve. “Antes los mandábamos con imágenes de paisajes, ahora nos pidieron que estén nuestras caras, porque los pacientes extrañan ver rostros humanos. Es también una manera de acercar humanidad”, define la artista, y ubica lo tremendo de la escena de pandemia, que se completa con equipos de protección aparatosos que anulan todo rastro corporal. “Es como pasar el cuerpo a través de la voz y el ritmo. Regalar esa cercanía, ese contacto tan parecido a la piel”, promete la narradora. 

 

(*) Para la Cooperativa EBC