Un desafío colectivo

Salvar el galpón entre todes. Esa es la meta que se pusieron les vecinos que integran el Circuito Cultural Barracas cuando se enteraron que los dueños del inmueble que alquilan desde hace 21 años decidieron venderlo. Una campaña-epopeya parecida a un guión de ficción, pero en la realidad.

Un desafío colectivo

En los 25 años que el Circuito Cultural Barracas lleva como espacio teatral comunitario se han contado diversas historias de ficción; la mayoría reflexionan -e invitan a reflexionar- sobre el sentido de comunidad y la fuerza de lo colectivo. Hoy, les vecines que conforman el Circuito están viviendo una situación que podría ser el guión de una de sus obras, pero que esta vez, ocurre del telón para afuera: el galpón donde funcionan desde hace dos décadas se puso en venta y, como no podía ser de otra manera, a sus integrantes se les ocurrió lanzar una campaña para evitarlo.

El Circuito alquila su bello galpón de Iriarte y Vieytes desde el año 2000. Ahora, sus dueños decidieron ponerlo a la venta, de manera que, si el Circuito no logra transformarse en comprador, debería abandonar el espacio. Conseguir una sede de reemplazo es complejo por varios factores. “Nuestro proyecto es territorial, es del barrio, no podemos mudarnos de la zona”, explica la coordinadora del CCB Corina Busquiazo. Encontrar otro galpón en Barracas tampoco es sencillo, dado que las particularidades especiales que tiene el actual, como su forma cuadrada, propicia para la actividad teatral, no es usual en la mayoría de inmuebles de este tipo, más bien con forma de “chorizo” y angostos.

Ante tal panorama, quienes conforman el Circuito apuestan por una alternativa no menos complicada: comprar el galpón de Iriarte 2165 reuniendo el dinero de manera comunitaria.

Para Corina, esta idea es un desafío hacia toda la comunidad de Barracas, ya que interpela acerca de la importancia para el barrio de tener un lugar de este tipo y de lograr una salida colectiva a esta situación que pone en jaque su permanencia.

“Creemos que es importante que la comunidad tome en sus manos el hecho de comprar la sala, con los aportes de todos sus integrantes, obviamente algunos más que otros. Si aparece un mecenas, bienvenido sea. Pero está bueno ponerse a pensar qué pasa cuando la comunidad se junta y se organiza, hasta llegar incluso a esto, poder salvar a una sala teatral”, reflexiona.

Por todo esto, se inició una campaña extensa en redes sociales y por Barracas. “Buscamos llegar a que mucha gente que tal vez no nos conoce, se vea sensibilizada con la pérdida de un teatro así. Que colaboren un poquito cada mes, lo que se pueda, todo va a ayudar en la cuenta final”, detalla, sin dejar de pedir el aporte de muchas empresas de la zona, conscientes de la importancia de una propuesta cultural para el barrio.

Desde el Circuito Cultural Barracas no dicen cuánto es el dinero que se precisa recaudar, por temor a que, en medio de la negociación, los dueños aumenten el valor al saber que ya arribaron a la cifra antes acordada. Pero enfatizan en la necesidad de apostar por la solidaridad colectiva, siendo todo lo otro insuficiente. “El Gobierno de la Ciudad está al tanto de la situación, pero no te va a comprar un lugar. Dan subsidios, que alcanzan para muy poco”, manifiesta su coordinadora.

En paralelo a la campaña, empezaron a llegar adhesiones desde distintas ramas artísticas. Elena Roger y Diego Capusotto, dos artistas reconocides y vecines del barrio, se sumaron al pedido a través de videos. Los grupos de teatros comunitarios también empezaron a pensar propuestas y artistas plásticos del barrio ofrecieron hacer una subasta de algunas de sus obras para poner su parte.

Un proyecto bien barrial

El Circuito Cultural Barracas es un espacio autogestivo que actualmente tiene más de 250 miembros, pero muchísimos que han dejado su huella en este cuarto de siglo, en distintas generaciones. “No somos un centro cultural que ofrece una oferta de talleres, sino un proyecto. Consideramos que el arte en sí mismo es transformador, no es una herramienta como para algo. Por eso acá los vecinos se juntan a producir ficción, a buscar de qué queremos hablar”, presenta Corina.

Actúa como un lugar de contención social y de referencia artística y teatral, pero de una manera distinta a la de un espacio cultural con poca raigambre territorial. “Como teatro comunitario, el acento está puesto en que los espectáculos hablen de nosotros como vecinos, como integrantes de un territorio”, aporta Corina. Por eso, suma, “en estos espectáculos nosotros nos soñamos a futuro, hacemos memoria, e imaginamos un futuro mejor, buscando otras formas de imaginar este mundo. Y como comunidad, con humor, poesía, música, y canciones, hablamos sobre nuestras problemáticas, sobre lo que nos atraviesa, y de esta manera nos interpelamos a nosotros y al público”.

La situación del Circuito no tiene plazos: si aparece un comprador, deben dejar el lugar. Mientras tanto, sus integrantes empiezan a reactivar, dado el fin de las restricciones, un nuevo espectáculo que está en proceso de creación, pero incorporaría reflexiones acerca de este tiempo de pandemia.

“Pretendemos de alguna manera exorcizar todo este tiempo, contar desde nuestra mirada comunitaria lo que nos pasó, como una forma de espantar el espanto”, dice la coordinadora. La intención es estrenarlo antes de fin de año, en medio de la incertidumbre por el futuro del lugar y enarbolados todas y todos sus miembros en el objetivo común de salvar la emblemática sala.

RECUADRO

Sumate a la campaña

En las redes del @ccbarracas están las diferentes maneras en que se puede ayudar con un aporte. La salida es colectiva.