Resistir al ritmo del tambor

El sonido del parche resuena en cualquier rincón. Habita calles y veredas, sacude al barrio que se suma desde los balcones. Hablamos con protagonistas de este movimiento afro uruguayo que también hace historia en La Boca.

Resistir al ritmo del tambor

Alejandro Luzardo es guitarrista y referente del grupo uruguayo La Candombera. Tomó contacto con el candombe en su país natal y a los 18 años empezó a tocar: “Dominó era un grupo fusión con los hermanos Pintos. Entré en contacto con el tambor y empecé a meterme en comparsas, encontré algo con lo que me identificaba”.

Jaqueline Serrano es afroargentina, toca y baila en África Ruge, la comparsa de nuestro barrio. Su mamá es afrouruguaya y migró a los 15 años a Buenos Aires: “Ella me transmitió el candombe desde que tengo memoria. Recuerdo en reuniones familiares escuchando el disco de Afrocandombe y desde ahí fue mi influencia y referencia. Bailo en África desde los 13 y empecé a tocar a los 15”.

Martín Bauer es cantante de Molembos. Madre uruguaya y padre argentino, se mudaron a San Telmo donde se crio con tambores: “En Balcarce y San Juan, los candombes pasaban por la puerta. Solamente salían familias uruguayas en fechas específicas desde plaza Dorrego hasta Parque Lezama. Participé en Afrocandombe, los tres tamborileros eran afros veteranos que llegaron en los 80, donde me dieron la oportunidad de cantar”.

“El candombe no es solo bailar y lo afro. Somos parte de un movimiento cultural y ocupamos un rol social”

Nadia Fernández es afro rioplatense, fue directora del cuerpo de baile de La Candela y toca en Candomberes, un grupo de mujeres y disidencias: “En Uruguay, los ensayos eran el punto de encuentro de la familia. No había talleres, íbamos a probar. Siendo muy chiquita empecé a bailar en Marabunta. En Candomberes dejamos de sentirnos solas, aprendí a escucharme y poder hablar”.

 

Núcleo de encuentro

Alejandro: “Es generador de identidad. Todos los que estamos nos sentimos representados. Tanto para los uruguayos que están en Argentina o los argentinos que están candombeando, es una señal que nos nuclea, siendo cercanos. Tener esa parte afro dentro de la musicalidad es lo que atrae a todo el mundo allá y acá”.

Jaqueline: “Cuando hablamos del candombe siempre es desde la cultura popular. Se da desde la migración afrouruguaya hacia Buenos Aires. Fueron a parar a La Boca y San Telmo en condiciones de marginalidad y así supieron traer el candombe acá”.

Martín: “La idea de Molembos fue hacer con los hijos Afrocandombe una continuación, más allá de las salidas de la calle. Una banda de escenario que fusione los tambores con la influencia del rock nacional. Así empezó en abril de 2002”.

Nadia: “Llegué de Montevideo a los 19. No salía a la calle, porque todo era muy grande. Con el candombe empecé a salir, me abrió mucho la cabeza. El tambor es una forma de comunicarnos y expresarnos y me hace pensar cómo nuestros antepasados se comunicaban entre sí. Los blancos también están y son parte. Somos una mixtura de migrantes y esclavizados. Para mí es una forma de vida”.

 

La comparsa y lo popular

Martín: “Hay ritmos que tienen que ver con el gueto. El candombe es una expresión del oprimido. Cuando hay tambores, el que cuida autos o está en la esquina, gente que se siente sola automáticamente va caminando atrás, siendo uno más, aunque sea unas cuadras. En ese momento no hay ricos ni pobres, ni negros ni blancos”.

Alejandro: “Todo lo que genera el candombe -ensayo, convivencia, gente conocida o no- me parece valiosísimo. Muchos se acercan buscando juntarse a tocar y todas las actividades para hacerlo posible. El origen es de la clase trabajadora pobre. Ha habido un largo camino hasta que, en otros barrios, donde se miraba con prejuicio, empiece a emerger”.

Jaqueline: “La mujer negra es muy protectora de su cultura. Aprendí entre varones observando y escuchando su toque. Me transmitían sus técnicas, pero cuando ellos querían mayormente. Aunque ya estar ahí siempre es para evolucionar y aprender. El tambor realiza cambios en mi identidad. Es mi herencia. Aunque hay contradicciones: las mujeres cargamos con estereotipos impuestos y dentro de la comunidad también se reproducen. También el racismo dentro de los candomberos en Argentina es visible y opera de forma indirecta, disfrazado de tradición a veces”.

Nadia: “Ahora es más popular, pero se está criminalizando en algunos barrios. Es parte de la historia argentina. Se ve mucho dentro de la sociedad, el candombe somos los discriminados, racializados, pero te abraza de tal forma que genera un espacio de integración. Si bien falta mucho desde el feminismo, de a poco se va rompiendo”.

 

La Boca, trinchera y horizonte

Martín: “Desde chicos vimos la evolución, La Boca es pueblo. A los barrios los hacen las costumbres. Cuando alguien viene de afuera es a ver el tambor, al artesano, no un Havanna. El candombe no es solo bailar y lo afro. Somos parte de un movimiento cultural y ocupamos un rol social. Me hace bien habitar los espacios que laburan nuestros vecinos. Eso es candombe, empatizar con quien está detrás del mostrador”.

Jaqueline: “No es casualidad que África Ruge haya nacido en La Boca. La República es negra y lleva una magia que te atrapa cada vez que estás ahí. Ni te digo con los tambores, salen les ancestres de todos lados a tocar y bailar con nosotres”.

Nadia: “Capaz que nunca hubiese conocido La Boca sin el candombe, es muy parecido a barrios de Montevideo, me lleva a mi infancia e historia. Mi papá vino de Uruguay a La Boca en los 70. Cuando se hace un toque acá es diferente. Sos parte del barrio, la calle es nuestra. Eso es libertad, porque no siempre somos libres, y se siente lo afro. No queremos que mercantilicen nuestra cultura. La Boca está resistiendo y el candombe suma al barrio porque es resistir”.