Vientos que soplan La Boca

Sus cañas regalan sonidos andinos por calles y plazas boquenses. Su música se llama lakita y tiene origen en el norte chileno. Es el grupo Kamanchaka del Río de la Plata, una nueva pieza del rompecabezas cultural que conforma y enriquece al barrio.

Vientos que soplan La Boca

Si alguna vez escuchaste pasar por la puerta de tu casa una banda de vientos, con instrumentos de caña, plumas en el sombrero, chalecos con aguayo y un sonido que remite al norte argentino, seguramente te preguntaste quiénes son esos jóvenes que soplan su música por las calles de La Boca. Bueno, son lakitas.

El primer grupo que existió en Buenos Aires se llamó Las Lakitas del Oriente. Sus integrantes se asentaron en La Boca hace 11 años. Luego se mudaron, pero músicos y músicas de otra banda, Lakitas Kamanchaka del Río de la Plata, tomaron la tradición y llegaron al barrio.

Lakita es parte de la música andina que surgió al norte de Chile. Las similitudes con los sikuris es que son grupos numerosos, con instrumentos de cañas de varios tamaños, que soplan y sacan sonido estruendoso. Además, respetan el calendario ritual, religioso. Tocan para fechas de santos, patrones, casamientos, bautismos, el corte de pelo (en Chile es como una especie de bautismo), funerales o romerías (cuando recuerdan el aniversario de un fallecido).

Las Lakitas Kamanchaka eligen presentarse en villas y espacios populares porque sienten que tienen mejor recibimiento y contención. La elección del nombre del grupo tiene una razón: Kamanchaka es un fenómeno que se da en la costa del Pacífico, una niebla muy espesa que no permite ver nada. En seguida lo relacionaron con la humedad de Buenos Aires y del Río de La Plata. “Todo el tiempo buscamos el sentido de porqué hacemos una música de allá estando acá. Hacer una música territorializada es el nudo problemático de nuestra práctica. Es una música muy puntual y tiene un rol estricto en ceremonias. Por eso hay un sentido, en cierto contexto, que cambiamos. No sabemos dónde tocar. La gente no sabe cómo moverse. Nuestra conclusión es que no tiene solución”.

Antes de armar el grupo, decidieron viajar y participar de diferentes actividades en Chile, para poder nutrirse: “Convivimos, fuimos acogidos por una comparsa en Iquique. Pasamos 8 meses sin nombre y nos aliamos con otros sikuris y bailarines. Fue un proceso donde decidimos empoderarnos y tener una estética más rioplatense. La paradoja fue que éramos argentinos enseñándoles a chilenos de Santiago sobre música chilena”. Entienden que el híbrido que generaron, muchas veces no es aceptado. Los consideran lakitas hippies, como llaman en Chile a la gente de Santiago que va al norte. Parecido a lo que pasa en Argentina cuando las y los porteños van a las provincias.

Durante la pandemia empezaron a ensayar en la ribera y en Plaza Matheu, con la idea de hacer pasacalles por el barrio (ir en caravana tocando) para generar una comunión; como sucede con el candombe, marcando una ruta, recorriendo las calles de La Boca para que la gente los vaya conociendo: “La respuesta de los vecinos fue grata. Súper receptiva. Pensamos que nos iban a perseguir. En otros barrios nos echa la policía o les vecines de la plaza porque hacemos ruido. Estamos empezando a visibilizar un ritmo no tan conocido en el barrio, ya que la costumbre es ver en las calles el candombe y la murga”.

La Boca siempre fue un crisol de comunidades. Al principio, un barrio de inmigrantes europeos; después, uno de migrantes latinoamericanos. En La Boca confluye una diversidad cultural que enriquece y lo vuelve un barrio especial.

“Nos genera nostalgia ver cómo era el carnaval acá… Hoy todo está nucleado en cosas chiquitas, en algunas plazas y en el medio no pasa nada. Hay muchas pinturas de Quinquela mostrando la ribera con carrozas, llena de gente. Nuestro grupo sería uno más. No sería loco que nos integremos a eso. Es el contexto donde funcionaría el tipo de música que hacemos. Queremos volver a generar eso, caminar en la ribera tocando con un malón de gente. Acá nos saludan y por el bombo nos toma como una murga más. Queremos participar en los corsos como una expresión más del carnaval”, sueñan los lakitas de La Boca apenas la pandemia de un respiro.