Fútbol para todes

Empieza el mundial y el país se vuelve una pelota. Mientras tanto, en las barriadas del sur les pibis sueñan con ponerse la diez de su equipo, atajar un penal, divertirse un rato o encontrar un refugio a las violencias cotidianas. Potreros, canchitas, clubes, semilleros por la inclusión.Empieza el mundial y el país se vuelve una pelota. Mientras tanto, en las barriadas del sur les pibis sueñan con ponerse la diez de su equipo, atajar un penal, divertirse un rato o encontrar un refugio a las violencias cotidianas. Potreros, canchitas, clubes, semilleros por la inclusión.

Fútbol para todes

Como inmortalizó Diego Maradona en un video en blanco y negro cuando apenas tenía 10 años, el sueño de muchos pibes o pibas que patean una pelota en la canchita del barrio es jugar un Mundial. Desde el 20 de noviembre, 26 jugadores podrán cumplirlo. Pero a diferencia de aquel pequeño Diego de Villa Fiorito, la mayoría de esos profesionales que vestirán la celeste y blanca no dieron sus primeras gambetas en un potrero. En las últimas décadas, mucho cambió. Y aunque el fútbol infantil quizás esté hoy más concentrado en clubes federados, en las barriadas las escuelitas y las organizaciones sociales resisten con propuestas inclusivas, solidarias y de fuerte integración. Jueguitos y celulares dificultan la tarea. La pandemia tampoco ayudó. En La Boca, además, los baldíos que se volvían potreros están quedando en extinción junto al avance del mercado inmobiliario.

Algo también cambió en el club más grande del barrio. Boca Juniors es una referencia ineludible para el sur porteño en cuanto al fútbol, pero los 24 años de gestión macrista modificaron la relación que siempre tuvo con quienes habitan las calles boquenses. La organización de hinchas Boca es Pueblo plantea que, en ese período, el Xeneize “se transformó en una fortaleza impenetrable para vecinos y socios”, y que ahora está desandando “mucho más lento que lo que nos gustaría” ese camino “elitista”.

“En esta zona con tantas necesidades, Boca a lo largo de su historia había abierto sus puertas a los vecinos y vecinas. Desde ser el lugar donde los más chicos podían ir a jugar a la pelota alejados de ciertas influencias de la calle, hasta poner a disposición los vestuarios para que se duchen quienes estaban afectados por los reiterados cortes de luz y agua que sufría el barrio”, rememoran Nehuén Rosetti y Tomás Correa, de la organización.

“Además de entretenerlos, podemos darle una variante más al futuro de cada une de ellos y un giro de realidad, en un barrio que pide a gritos inclusión social”

Por eso, expresa que el camino a seguir por la actual conducción debería ser “darles un lugar de pertenencia a las infancias, un lugar seguro y alejado de caminos que suelen ser fáciles de tomar cuando te crias en un determinado contexto”. “En definitiva, que vuelva a ser del pueblo”, enfatiza.

Otra agrupación, Vecinos de La Boca, es la más parecida al viejo espíritu. Consigue mantener desde hace muchos años escuelitas de futbol que pasaron por distintas canchitas del barrio de la mano de la merienda: plaza Brown, la Matheu (junto con Boca es Pueblo), Barrio Chino. Siempre coordinados por profesores, las reglas las ponían los chicos: por ejemplo, si alguno decía una mala palabra era gol para el otro equipo. Actualmente, al futbol recreativo se agregaron básquet y handball. “Con el atractivo del deporte, introducimos mecanismos educativos y de enseñanza, intercambiando las problemáticas que transcurren habitualmente en les pibis de barrio (familiares, económicas o sociales)”, explican desde la organización que actualmente tiene su espacio en California 987.

“Además de entretenerlos y desbloquearles su vida diaria de parte de sus adversidades, podemos darle una variante más al futuro de cada une de ellos y un giro de realidad, en un barrio que pide a gritos inclusión social”, suma su integrante Camilo Acosta. “Desde edades tempranas les pibes tienen colocados una mochila que requiere una salida emergente para resolver la economía familiar, y eso les hace saltearse una de las facetas más importantes en su formación, recurriendo al camino laboral o a otros aún más peligrosos”, sigue.

En Nueva Pompeya está el Club Atlético Nueva Era. Diego Graziano, su presidente, plantea que en estos lados de la Ciudad “no podemos hablar de deporte sin resaltar las necesidades con las que vienen los chicos o chicas desde su casa”.

Por eso, el club se transforma en un “centro de contención”, donde existe un departamento de Psicología, asesoría legal y los entrenadores y directivos están pendientes de las realidades de sus pibes. En el día a día, deben actuar por situaciones como no contar con dinero siquiera para pagar la tarjeta SUBE hasta violencia intrafamiliar.

“Primero buscamos que se establezca un vínculo, que encuentren un lugar y una pertenencia. Y consideramos que eso los habilitará a desarrollarse 100% en la parte deportiva”, dice. La parte más compleja está en poner límites. “En la calle no hay. Uno juega hasta donde quiere, no hay árbitros ni un DT que dé indicaciones. Por eso hay que hacer entender otra realidad, respetando reglas o pedidos, aceptando correcciones”, agrega Diego.

Nueva Era asume también iniciativas solidarias e inclusivas.  “Contamos con becas, las que se multiplicaron luego de la pandemia, para que todos tengan las mismas condiciones. También ofrecemos meriendas para varios de los peques, que se conforman por la generosidad de padres y madres. Incluso durante la cuarentena nos acercábamos a los barrios para no interrumpirla”, cuenta.

Un enfoque similar sigue el Club Sportivo Pereyra, de Barracas, donde casi la totalidad de les socios y socias son de la zona. “El fútbol une todo tipo de clases sociales. Tenemos chicos de la Villa 21 y de la avenida Montes de Oca. Pero adentro son todos iguales, se llevan realmente muy bien”, explica Ricardo "Conejo" Elsegood, histórico profesor de fútbol infantil.

En los momentos en que quedan expuestas las diferencias, intervienen propuestas de la institución. “Tenemos, por ejemplo, un banco de botines, donde todo aquel chico que tenga un par que no use más, porque le queda chico o porque le compraron uno nuevo, los dejan acá. Y a los que se les rompen los botines, nos preguntan si hay talle para ellos y tratamos de darles”, siguió.

En todos los casos, es cada vez mayor la presencia de mujeres en el fútbol infantil. Sportivo Pereyra, por ejemplo, tiene ya 57 chicas de entre 6 y 13 años, pero la falta de una organización para competir hace que al momento de los partidos deban hacerlo con varones.

Diego Graziano, de Nueva Era, expresa que “los clubes de barrio son el inicio, la cuna y contención de muchas chicas que encontraron su lugar para hacer lo que les gusta sin que las califiquen”. Pero rápidamente, agrega que sigue siendo un “terreno hostil” porque el “machirulaje se siente invadido”, lo que explica que muchos directivos hablen de si da o no da ganancias. Entre los avances de los últimos años, menciona que las mujeres tienen ya su ropa de entrenamiento y camisetas, y empieza a verse profesoras mujeres.

En Vecinos de La Boca, Camilo reconoce un “avance grandísimo en la mirada mixta y su entrenamiento enriquecedor”, al manifestar que las escuelitas son “cada vez más integradoras desde el espacio de género”. Pero al mismo tiempo, dice que debe continuar la formación y capacitación de les profes, para “transmitir mediante el deporte la igualdad social y de género, posibilitando una real igualdad de oportunidades”.