Karate contra la desigualdad

Desde hace un año y medio, en el comedor Pequeños Camioneritos de La Boca funciona una escuela de artes marciales donde 35 pibes y pibas del barrio encuentran un espacio de contención, se entrenan y participan de torneos en todo el país.

Karate contra la desigualdad

Al terreno de campeones que ha forjado La Boca en distintas disciplinas, hay que sumarle uno nuevo. La escuelita de karate que funciona en el comedor Pequeños Camioneritos de Lamadrid 623 tiene varies de sus integrantes, pibas y pibes de edad Primaria, entre los campeones juveniles en sus categorías. El 8 y 9 de octubre volvieron a validarlo en un torneo internacional en Polvorines, contra representantes de Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Venezuela. En el trasfondo de esta historia está la tarea montada hace dos años por un profe que tiene a su cargo unos 35 alumnes, la ayuda del Sindicato de Choferes de Camiones que brinda apoyo logístico y económico para los viajes y el esfuerzo de las familias, fundamentalmente madres, que organizan rifas, ventas y todo lo necesario para recaudar fondos y permitir que todes puedan participar de las competencias.

La escuelita de karate se inició en pandemia, transitando 2020. Se unió a decenas de actividades sociales y deportivas que se brindan en el comedor infantil. Funciona los lunes y miércoles, en tres niveles: principiantes, avanzados y mayores.

Víctor Gómez, de 48 años, trabajador del Sindicato y profesor, es el encargado de enseñar, junto a Alicia Córdoba una ayudanta que está por recibirse. Es el “sensei” o maestro, como se conoce en esta cultura oriental a quien ocupa ese rol. “Todo es trabajo y el límite en esta disciplina está en la mente. Ellos mismos seguramente me van a superar a mí, si son constantes”, dice el profe.

Víctor asegura que las artes marciales son fundamentales para les niñes de esta edad porque aspira a trabajar “la mente y el espíritu”. “Logra cambiar mucho la disciplina, la forma de comportarse, y gracias a esa cultura es muy distinto a otro deporte. Acá se empieza y se termina con un saludo, y se enseña a respetar al rival, al juez, al sensei. Yo busco enfatizar mucho el respeto y por eso es que en las clases hay mucha atención y silencio. A veces pasa que algunos nuevos entran corriendo o gritando y yo les suelo decir si entrarían a sus casas de esa manera. Entonces, la próxima ya la actitud es otra porque lo reflexionan de ese modo”, revela Víctor.

“En una zona de necesidades económicas, el deporte vuelve a ser la alternativa para que los pibes puedan recibir un reconocimiento y una contención que se vuelve difícil en otro ámbito, así como sacarlos de la calle”, agrega el profe. Y destaca la gran presencia de mujeres, algo que, avisa, no es novedad en las artes marciales.

 

La organización solidaria

El comedor hace un trabajo comunitario para permitir que muchos pibes y pibas puedan seguir concurriendo pese a las penurias económicas. “Se cobra un fondo a las familias que pueden destinado a poder bancar a quienes no tienen recursos económicos y garantizar que todos puedan seguir viniendo. Es una tarea de contención deportiva que abarca unas 12 disciplinas, en una zona en la que no hay casi clubes de barrio o polideportivo municipal. Muchos pasan del plato de comida del comedor a poder competir representando al país y nos da orgullo”, explica Juan “Perita” García, director del comedor y referente de Camioneros en La Boca.

Con la expansión de la escuelita llegaron las buenas noticias de la participación en torneos regionales, nacionales e internacionales, pero eso a su vez significó un desafío: cómo afrontar económicamente inscripciones, viajes y hasta alojamientos de decenas de pibes. En ese sentido, se formó una “Comisión de padres/madres”, encargada de juntar fondos para tener a mano y colaborar de esa manera. Para ello, las propias familias alternan rifas, bingos, o venta de comida los días de competencias, entre otros recursos. Lo hacen casi en forma ininterrumpida desde el comienzo.

“En un barrio de necesidades económicas, el deporte vuelve a ser la alternativa para que los pibes puedan recibir un reconocimiento y una contención”

En lo que va del año, representantes de la escuelita pudieron viajar a Rosario, donde varies se consagraron. “Tuvimos un apoyo importante de Camioneros con el traslado, el alojamiento y hasta la comida. Estamos muy agradecidos porque si no, hubiera sido imposible afrontar todo”, menciona Víctor. Para 2023 la agenda supone, entre actividades que vienen postergadas y otras nuevas, 7 torneos en total que requerirán viajar, además de los regionales.

Un cambio

Ivana Pérez tiene 7 años y ya se consagró en su categoría de infantiles en un torneo nacional en kata y combate. Mirna, su mamá, afirma: “Ella aprendió un montón y le encanta. Era muy tímida para hablar y salir en grupo y ahora cambió un montón. Está mucho más sociable y tiene amigos más grandes. Yo la voy a seguir apoyando, estamos muy contentos con la escuelita y está muy motivada. Incluso ya convenció a una compañerita de la escuela que empezó hace unos meses por todo lo que le insistió Ivana”.

Valentín García, de 10 años, es otro pequeño campeón de la escuelita y participará de una próxima competencia internacional. “Hemos tenido viajes, torneos, muchas competencias y veo que aprendió un montón. Vemos con el papá también un cambio de carácter, porque él siempre fue medio delegado de sus amigos y ahora ocupa otro rol”, cuenta Laura, su mamá.