Zanchetti: a cinco años del fuego

Las familias que viven en Pedro de Mendoza 1447 y organizaciones del barrio realizaron una jornada solidaria para recordar el incendio del 20 de julio de 2017 y visibilizar la situación que aún atraviesan. Tendido eléctrico y cloacas son los principales reclamos para el lugar.

Zanchetti: a cinco años del fuego

Las guirnaldas atraviesan el arco de la recova. Sus colores contrastan con el gris del día. “Zanchetti de pie” “El techo es un derecho” “Vivienda digna ya” “Basta de desalojos” gritan unas letras negras que se destiñen con el vapor de la olla enorme que, sobre el cordón de la vereda, cocina unos ravioles con salsa. “Es para compartir con los vecinos, con quienes estuvieron apoyándonos desde el primer día”. Cuando Maritza habla del primer día, el tiempo regresa a aquella mañana del 20 de julio de 2017 en la que el fuego dejó a casi cien personas sin más techo que unas lonas. En la que un incendio intencional diezmó a una familia que perdió a cuatro de sus integrantes.

Fue en Pedro de Mendoza 1447, a metros del puente transbordador de La Boca, en el edificio que todo el barrio conoce como Zanchetti porque alguna vez funcionó allí la fábrica de ropa para trabajo. Fue ahí donde hace exactamente cinco años un hombre –Miguel Ángel Torres- encendió un colchón luego de meses de amenazas a su ex pareja y a todes les vecines.  

“Recordar es algo muy triste y lamentable. Estaba en mi habitación en el primer piso, eran las 6 de la mañana, me acuerdo de que muchos empezaron a gritar, que se llenó de humo toda la casa y lo primero que hice fue agarrar a mis hijos y así como estaba, no me importó nada, salí protegiéndonos del fuego y del humo”, repasa Maritza Matamoros Lazo parada en la puerta por donde salió cinco años atrás con sus cinco hijos y lo puesto. La misma que horas después la policía cerró y no volvió a abrir por casi un año. “Pensamos que después íbamos a poder entrar a buscar nuestras cosas, a vestirnos, abrigarnos, pero en el medio de los bomberos y toda esa confusión, la policía se puso ahí y no pudimos entrar más”, recuerda. Sobre el después, las carpas, el frío, la pérdida de todo prefiere olvidar. “Es traumatizante. Mi hijo más chiquito tenía 2 años y aún me pregunta. Yo le digo que no es grato acordarse de que no teníamos nada, que cuando llovía nos metíamos en un camión que nos trajeron, que al principio ni baño había”.

Al igual que Maritza, Johana traga saliva cuando vuelve a esos días en la calle bajo unos plásticos. “Hicimos el acampe, nos organizamos, pensamos que sería por una semana, dos, máximo un mes. Pero se fue alargando porque el gobierno nunca se hizo cargo, nos abandonó concretamente, nunca nos dio una solución hasta el día de hoy, que pasaron 5 años”. A su lado, escucha Silvia, su mamá. Toda la familia vive en Zanchetti desde hace 20 años y en el barrio, hace 27 cuando llegó desde Santiago del Estero. Detrás, otras vecinas empiezan a levantar todo lo que armaron para la jornada solidaria que se organizó para recordar el quinto aniversario del incendio, pero principalmente para visibilizar la realidad en la que siguen viviendo.

“Hicimos el acampe, nos organizamos, pensamos que sería por una semana, dos, máximo un mes. Pero se fue alargando porque el gobierno nunca se hizo cargo, nos abandonó”

“Cinco años después estamos en la misma situación, ya no en la calle, pero es como si estuviéramos. La diferencia es un techo que nos protege del clima… sin agua ni desagües y sin luz, porque hasta hoy nunca más nos instalaron la luz. Así que podríamos estar sufriendo otro incendio en cualquier momento”, se lamenta Maritza. El servicio eléctrico es lo primero que cortan los bomberos cuando llegan a un incendio. El tema es que en Zanchetti nunca lo reinstalaron, por lo que hoy la luz está conectada de manera precaria. Por eso es urgente un tendido eléctrico seguro. En cuanto a la red cloacal, las vecinas dicen que están todas tapadas y que por eso los caños desechan todo directamente a la calle. Entre las 22 familias que viven actualmente en el edificio instalaron un tanque y una bomba para poder acceder al agua. Johana explica: “Pedimos lo básico, los servicios. Dimos un paso importante al poder anotarnos en el ReNaBaP. Nos da esperanza, no estamos olvidados, existimos para el Estado y podemos reclamar algo que nos pertenece”.

El ReNaBaP es el Registro Nacional de Barrios Populares donde las familias de Zanchetti como las de El Pescadito, ubicado en la misma cuadra, lograron sumarse este año. Uno de los beneficios que otorga ser reconocido como barrio popular es el otorgamiento del Certificado de Vivienda Familiar, un documento que expide la ANSES y que les permite a las familias censadas acreditar su domicilio ante cualquier autoridad pública para solicitar servicios como la conexión a la red de agua corriente, cloacas, energía eléctrica, gas natural o transporte. Otro paso que pudieron dar las mujeres por estar registradas fue inscribirse en el programa Mi Pieza, a través del cual el Ministerio de Desarrollo nacional otorga subsidios para refacciones. “Hay que esperar el sorteo, pero si nos sale podemos arreglar el baño y los techos que tienen mucha humedad”, se ilusiona Johana y su mamá se suma: “Lo que queremos es una vivienda digna”.

Los deseos de Maritza no son tan distintos: “Vivir tranquilos sin el temor de que vuelva a haber un incendio, de que nos va a agarrar una neumonía. Que no nos escondan, que no nos anulen del mapa los proyectos millonarios que quiere hacer el gobierno de la Ciudad por acá… porque para ellos es todo turístico nomás”. Maritza la rema, es madre soltera y no sale a trabajar afuera de su casa porque le da miedo dejar a sus hijos y que vuelva a pasar algo. Por eso vive de la ayuda de sus hijos mayores y de cocinar comida peruana para vender. Al igual que el resto de sus vecinas, no se olvida de agradecer a todos los vecinos y las organizaciones que se solidarizaron en todos estos años. Y antes de cortar el micrófono, suma un deseo: “Que a ninguna familia les pase lo que nos pasó a nosotros, vivir en la calle sin ninguna solución”.