El hostel de los desalojados

Están pintando la fachada en rojo ladrillo. Agregaron un piso. Allí en Alte. Brown y Olavarría, al lado del Roma, están haciendo un hostel con 40 habitaciones con cocina y baño privado. Y un deck en la terraza. Me paro a mirar.

-Para turismo -dice el pintor, casero, cuidador.

El hostel de los desalojados

-El dueño lo empezó, creyendo que ganaba Macri -cuenta.

-Claro, ahora no hay turismo.

-Estaba destrozado. Hace años estuvo ocupado, 30 familias, peruanos creo. Destrozaron el lugar, todo sucio. Hasta cagadas había.

-Me acuerdo del desalojo –le digo. Treinta familias con muchos niños. Cortaron el tránsito reclamando por el desalojo. La policía reprimió, tiraron gases.

Aparece un otro, parecía un encargado o capataz, que había estado escuchando.

-Acá en La Boca está mal visto el desalojo -dice. Decí que cuando hicieron el corte de calle vino la policía, pero porque le pagó el dueño. Le dio guita al comisario.

Quieren mostrarme fotos del interior con su reciclado. Mis anteojos negros, la distancia social y el reflejo no me permiten ver.

-Ahora que no hay turismo, no podrá hacer negocio. Tiene otro en el Tigre.

-Podrá alquilarlo a gente del barrio, hay falta de viviendas -sugiero.

-Noooo! Es solo para turistas. Y si no se puede, dice el dueño que cuando lo termine lo vende. Pero yo ahora vivo aquí para que no lo ocupen. Mirá si los peruanos de mierda lo vuelven a ocupar!

Me voy. Camino por la avenida hacia Pinzón. Unos metros antes, una puerta tapiada de cemento reclama con letras de aerosol rojo por el derecho a la vivienda digna. Allí hubo otro desalojo. Hoy el edificio luce distinto. Una fundación abrió el Museo de Arte Contemporáneo de La Boca. El Gobierno los ayudó. A los de la fundación, no a los desalojados.

Por Flora Bagú