Qué lejos quedó Berlín

En el año 2019, en la que fue quizá su última aparición pública en el barrio de La Boca, y antes que llegara un puñado de vecinos a la pizzería Banchero, el ex ministro de Desarrollo Urbano de Larreta, Franco Moccia, me destacaba las bondades de los nuevos espacios verdes para los vecinos. Para mi asombro, sustentaba sus dichos haciendo referencia a los espacios ganados con los canteros linderos al Riachuelo entre Rocha y California y los bordes de las vías entre la calle Olavarría y Brandsen.

Qué lejos quedó Berlín

En el año 2019, en la que fue quizá su última aparición pública en el barrio de La Boca, y antes que llegara un puñado de vecinos a la pizzería Banchero, el ex ministro de Desarrollo Urbano de Larreta, Franco Moccia, me destacaba las bondades de los nuevos espacios verdes para los vecinos. Para mi asombro, sustentaba sus dichos haciendo referencia a los espacios ganados con los canteros linderos al Riachuelo entre Rocha y California y los bordes de las vías entre la calle Olavarría y Brandsen. Increíble pero real. Sin embargo, fue más lejos aún al responder mi cuestionamiento al problema de vivienda. Le señalé que, si se cobraran impuestos a las viviendas ociosas, quizás muchos de esos propietarios pondrían sus inmuebles vacíos en alquiler. Moccio me respondió “todo lo contrario” y argumentó que las leyes más duras ahuyentan a los propietarios que pretenden alquilar y que de tener leyes más laxas muchos no tendrían temor en ofrecer sus propiedades volcándolas a la oferta del libre mercado.

Dos definiciones ideológicas que revelan parte del ADN amarillo. Tan hondo cala este pensamiento que Moccia saltó, poco tiempo después, del Ministerio a ocupar la presidencia de la Fundación Pensar, el think tank de Larreta que elabora estrategias electorales y políticas públicas.

Actualmente, la Ciudad cuenta con la mitad de los metros cuadrados de espacio verde que necesita cada porteño según la OMS. Para las gestiones de Macri primero y Larreta hoy, fue y es imposible pensar que los terrenos ociosos en la Ciudad se puedan transformar en espacios de recreación como parques o plazas y no en espacios destinados al sector inmobiliario para la construcción de viviendas cada vez más vacías. Todo va de la mano.

Según el último censo realizado en 2010 el déficit habitacional en nuestra ciudad alcanzaba al 11,6%, en tanto que más del 9% de inmuebles para uso residencial se encontraban vacíos. En tanto que la actual realidad nos cachetea mostrando que el valor medio de los nuevos contratos de alquiler acumuló un aumento del casi 60%, superando lejos a la inflación acumulada.

Si miramos el mapa latinoamericano también veremos que las cifras chocan con la realidad amarilla de ver las cosas, en el resto de las principales ciudades las propiedades ociosas rondan el 5%.

Siempre nos hemos preguntado desde estas páginas cómo un tema tan relevante para los porteños como lo es el escaso espacio público y la vivienda propia –un 35% de los porteños alquila- tiene tan poca trascendencia a la hora de emitir un voto o generar reclamos. O será que es una batalla ganada por la cultura neoliberal de los gobiernos de turno. De ser así tendremos que ver como horizonte la sociedad de Berlín. Los habitantes de la capital alemana se pronunciaron el mes pasado en un referéndum en el cual un 56,5 % votó a favor de que se expropien 200 mil viviendas vacías para reducir la especulación inmobiliaria y ofrecerlas a valores más accesibles. Si bien la medida no fue vinculante, la masiva demostración producirá presión sobre los legisladores berlineses para que al menos aborden la problemática.