Con ratas no se puede estudiar

Tal como ocurrió en 2022, la aparición de roedores volvió a poner en alerta a la comunidad educativa del Normal 5 de Barracas. Docentes y alumnes exigen que el Gobierno de la Ciudad realice desratizaciones, invierta en infraestructura y limpie sectores de la escuela que son potenciales criaderos.

Con ratas no se puede estudiar

A esta noticia podría cambiársele la fecha y tendría la misma actualidad: contar que durante marzo y abril volvieron a verse roedores en el edificio donde funciona la Escuela Normal Nº5 de Barracas, ya dejó de ser una novedad. El dato es una muestra latente de la falta de inversión en infraestructura y hasta de la desigualdad educativa que sufren las instituciones del sur porteño respecto a las del norte. 

La presencia de roedores viene siendo denunciada desde septiembre pasado por la comunidad educativa de la escuela de Arcamendia 793. Ahora las vieron deambular por la cocina y la Sala de Música de la planta alta y la zona del kiosco, en planta baja. 

Las autoridades no dan respuesta: les docentes enviaron una carta a la Supervisión en la que plantearon que “no están dadas las condiciones para garantizar el proceso de enseñanza-aprendizaje” por la aparición de ratas. Y solicitaron la suspensión de actividades por “razones sanitarias o de seguridad”, como está fijado en el artículo 51º del Reglamento Escolar.  

“Es algo de larga data. En septiembre pasado, cuando se hizo la toma de la Escuela, se hizo viral un video en que se filmó el paso de un roedor de gran tamaño por el hall central. Y este año volvió a darse. Hay que entender que el edificio tiene problemáticas que lo convierten en potencial criadero de ratas. Cuenta con muchos problemas de limpieza, es una institución muy vieja, con paredes con mucha humedad, y zonas muy sucias, con cajas y cartones. Hay un montón de mobiliario, en desuso, catalogado como para retirar y que no se retira, que ayuda a generar más suciedad”, explica Federico Puy, docente en la escuela de Barracas y secretario de Ademys. 

“Los roedores caminan por el piso donde los niños más pequeños van a tomar su desayuno o merienda, y por los bancos de los chicos, y no se desinfectan. O andan cerca de donde se sirve la leche. Por caso, en algunas jornadas no se sirvió por precaución”, revela. Si bien hace semanas no las observan, se halla periódicamente excremento en lugares poco frecuentados, como un aula que está en refacción, o de poco movimiento como la biblioteca. 

Por esta situación, desde el sindicato exigen una “desratización profunda” y suspensión de clases hasta que se dé una solución de fondo. “Estamos preocupados; no se puede pensar en aprender y enseñar considerando esta problemática”, agrega. Hasta el momento, la Ciudad atinó a colocar tramperas y salvo en una jornada, se mantuvieron las clases normalmente de manera presencial. 

 

El impacto en lo pedagógico 

La presencia de roedores es un botón más de muestra de la falta de inversión en infraestructura que el Gobierno de la Ciudad hace en las escuelas públicas, y muy especialmente, en las que están ubicadas en las comunas del sur. “Hay una desidia tan generalizada y sostenida que se ve en todo”, describe Eugenia Vega, docente de primaria, media y adultos en el Normal 5. “Hay por ejemplo ventiladores domésticos en un aula de 3X3, donde el cable no llega al enchufe. O en olas de calor como la de marzo, muchos de ellos estaban sin andar y se nos desmayaban los pibes”, cuenta. 

En época invernal, como la que se viene, la situación es hasta peor. “La calefacción es algo más complejo y peligroso. Tenemos estufas que están en malas condiciones e implosionan, con un fuerte olor a gas que obliga a cerrarlas. Sumado a que como estamos hacinados, llegan a estar les pibes muy cerca o a tocarse con ventanas y cortinas”, indica la docente. 

Eugenia explica que sin duda “esto influye en lo pedagógico”. “Genera un agotamiento en todo el personal de la escuela, porque es una desidia sostenida que va empeorando, no es algo puntual que sabés que va a terminar. Contamos en la comunidad con unidad a la hora de reclamar, conectados con grupos de Whatsapp, haciendo asambleas, compartiendo información en drives. Pero si lo unimos a la propia crisis económica y social, consume muchas fuerzas”, suma. 

“Es un ataque a la educación producto de años seguidos de desfinanciación”

Como si fuera una metáfora, la trabajadora de la educación indica que la Supervisión brinda respuestas como “pintar arriba de la humedad”. O trayendo “agua caliente a heladeras que están allí gracias a la Cooperadora, no a presupuesto enviado por ellos”.  

 

La palabra de les estudiantes 

El edificio de Arcamendia tiene nivel Inicial, Primario, Medio, Liceo y Terciario. Les estudiantes están muy involucrades en estos reclamos, al punto que en 2022 sostuvieron una toma en reclamo de mejoras edilicias. 

“Es un colegio muy viejo, y a pesar de eso, hay cosas que tardan seis meses en cambiarse o resolverse. Hay un curso que a pesar de estar en la modalidad Secundaria del Futuro, desde principio de año no tiene pantallas y no puede ver los contenidos. O existen computadoras rotas que pasan largo tiempo sin repararse”, sostiene Gianella, integrante del Centro de Estudiantes Normal 5, en el secundario. 

Lo insólito es que, en muchas ocasiones, plantea la alumna, el argumento para no avanzar con las reparaciones es responsabilizar a les propies pibes. “Te dicen que es vandalismo y no se hacen responsables”, cuenta.   

Rodrigo, del Centro de Estudiantes del nivel terciario, añade a este panorama la cuestión de las viandas. “Son de muy mala calidad”, expresa. También, pone el foco en el ruido generado por las vías del Tren Roca, al pasar las formaciones, que alteran la concentración, o la ausencia de un patio abierto en el sector del primario, contra la necesidad de un ambiente exterior para oxigenarse y esparcirse en la jornada escolar. 

“Es un ataque a la educación producto de años seguidos de desfinanciación”, argumenta Rodrigo, aunque destaca la unidad en los distintos niveles educativos del Normal 5 para sostener una lucha conjunta. “Así somos más fuertes para dar esta pelea”, concluye.