Estación Buenos Aires sigue sin primaria
El complejo de Barracas no tiene escuela. En 2019 se licitó su obra, pero nunca comenzó porque la Ciudad se declaró en emergencia. En 2023 Nación se hizo cargo del financiamiento y la edificación quedó en manos del Gobierno porteño que, a pesar de las promesas, aún no la terminó.

Desde los tiempos de la colonia, al momento de constituir un nuevo barrio, se contemplaba la creación simultánea de una escuela, junto a las sedes administrativas y hasta religiosas. Sin embargo, al momento de la inauguración del barrio Estación Buenos Aires (EBA) en Barracas, el Gobierno de la Ciudad demoró la construcción de la institución escolar necesaria, obligando a las familias ya mudadas a trasladarse diariamente para llevar a sus hijos a clase.
Hace cinco años que cientos de familias viven en el enorme complejo de 2500 viviendas, sin que la situación se modifique: la escuela se está haciendo pero la obra no finaliza, a pesar de que se había anunciado que estaría lista para el inicio de este ciclo lectivo.
Seis años y la obra sin terminar
La primera licitación de la escuela para el barrio EBA data del 2019, cuando finalizaba la primera gestión de Horacio Rodríguez Larreta (Licitación Pública N° 642-SIGAF-19). La obra incluso fijaba el presupuesto correspondiente, pero nunca se avanzó y en medio de la pandemia, la propia gestión la dio de baja. Fue en 2020, aduciendo la Emergencia Económica y Financiera de la Ciudad que se dictó mediante la Ley 6301.
Sin escuela en el barrio, las familias tienen más gastos de transporte, se pierden lazos comunitarios y la construcción de redes de apoyo.
En los años siguientes fueron sumándose más y más vecinos al nuevo barrio, y muchos niños y niñas comenzaron a egresar de los dos jardines de infantes que sí tuvo desde el primer momento el barrio (el 16 y 17 del Distrito Escolar 5). Mientras tanto, ni un ladrillo para la primaria.
La inacción del Gobierno de la Ciudad y la buena sintonía de la anterior conducción de la Comuna 4 con el entonces Gobierno nacional logró que fuera éste el que se hiciera cargo de la financiación de la escuela a localizarse en la calle S/N que continúa entre Monasterio y Suárez. Fue en 2023, con un presupuesto de mil seiscientos millones de pesos y un plazo de 540 días (desde el comienzo de las obras en agosto de aquel año), para que la UTE compuesta por las firmas Logistical y Bauge Construcciones, la construya.
De Larreta a Macri, sin nada
Durante el año pasado, Jorge Macri visitó la construcción y la consideró “fundamental para los vecinos que se mudaron a los edificios de la zona”. Junto a la ministra de Educación Mercedes Miguel prometieron que sería “bilingüe” y “modelo”. Ya en enero de 2025, su gestión hizo anuncios vinculados a Educación e incluyó al establecimiento entre aquellos que estaban en etapa de “Finalización”.
El ciclo lectivo 2025 empezó sin que finalicen las obras. Y cerca del cierre del primer trimestre de clases, los trabajos van a un ritmo lento, lo que el ex presidente de la Junta Comunal 4, Ignacio Álvarez, consideró como “una obra prácticamente abandonada”. A simple vista, se puede observar que hay paredes sin revocar, el piso superior sin techo, ventanas sin terminar y los contenedores para evitar la caída de escombros aún permanecen. “Llevamos 65 días de retraso, hace dos meses podría estar siendo utilizada. Los primeros perjudicados son los pibes y pibas del barrio que hoy no cuentan con vacantes”, señaló a fines de abril el actual comunero, con críticas a Jorge Macri.
Más gastos, menos lazos
Federico Puy, secretario de Prensa del sindicato docente Ademys, destacó el impacto que tendría desde lo pedagógico que se finalice la escuela. “Tiene sentido que una escuela forme parte de su propio barrio, porque genera un acercamiento. No es lo mismo cuando los chicos deben viajar en micro o combi”, compara y recuerda que “hasta hace poco hubo problemas con las vacantes”. También señaló los costos que implica tener que trasladarse a una escuela más lejos y los días de clase que se pierden cuando los adultos no pueden llevarlos por algún motivo.
Daniela Parra tiene 40 años y llegó al barrio en 2021, gracias a un crédito hipotecario otorgado por un convenio con su sindicato. Ella tiene una hija, Sofía, que el año próximo debe comenzar la primaria. “La opción de la primaria en el barrio es vital para un proyecto de vida en nuestra familia, por los costos adicionales de transporte que se deben afrontar para concurrir a escuelas más alejadas”, dice a Sur Capitalino.
“Los largos tiempos de viaje hacia y desde la escuela consumen horas valiosas y generan cansancio en los chicos, menor tiempo para el estudio y actividades extra, y dificultades para que los padres concilien sus horarios laborales con el acompañamiento escolar”, suma.
Además, Daniela aporta su mirada sobre la importancia para los lazos sociales: “se ven debilitados sin una institución pública cercana que actúe como centro de la comunidad. La escuela es un espacio de encuentro, socialización e intercambio para padres, madres, alumnos y vecinos. Cuando los niños deben trasladarse a otras zonas para estudiar, se reduce su conexión con su propio barrio”.
A esto se suma que “la distancia dificulta que la comunidad educativa se involucre en las actividades escolares, conozcan a otros padres y madres y se puedan establecer redes de apoyo. Las escuelas permiten acceder a otros recursos importantes para las familias como comedor escolar, apoyo psicopedagógico o actividades culturales, entre otras”.
En una campaña electoral inundada de promesas, el Gobierno de la Ciudad tiene una incumplida cuya demora se prolonga, profundizando la desigualdad en el sur e impidiendo que las familias terminen de asentarse para proyectar su vida en el mediano plazo.