Expectativa vs realidad

Finalmente, las y los pibes regresaron a las aulas. Además de barbijo, alcohol en gel y un distanciamiento que es más difícil cuanto más pequeños, la teoría de los protocolos se enfrenta día a día con la realidad concreta: falta de docentes y auxiliares para sostener burbujas y virtualidad, dificultades en la conectividad, en especial en los barrios populares, e innumerables obstáculos para les niñes que no pueden asistir de forma presencial por cuestiones de salud. Además, los problemas de infraestructura continúan.

Expectativa vs realidad

El “tema del verano” no tuvo ninguna melodía musical, ni tuvo que ver con las costumbres del período estival. Por el contrario, la política y la sociedad en la Ciudad de Buenos Aires estuvo regida durante enero y comienzos de febrero por las idas y vueltas respecto al retorno de las clases presenciales, dispuesto por el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta intempestivamente, sin sentarse a negociar con los sindicatos docentes o escuchar las voces críticas de parte de la comunidad educativa.

El día D llegó. Desde aquel 17 de febrero en que reabrieron las escuelas, hasta las últimas jornadas en las que se sumaron los secundarios que restaban, las aulas volvieron a recibir al alumnado, al personal docente y a las y los trabajadores no docentes. Pero pese a la presencialidad total, la pandemia sigue, y ello obliga a readecuar toda la rutina y la estructura escolar a esta realidad en torno a protocolos escritos.

Pero de los anuncios a los hechos, existen matices que muestran al “mundo ideal” más o menos lejos de lo que realmente sucede en cada establecimiento. La situación varía: depende de la organización de las y los directivos, las condiciones edilicias y la comunidad de cada escuela, pero hay una serie de problemas comunes en las escuelas del sur.

Concretamente, en los primeros días de clases algunas escuelas no abrieron sus puertas debido a problemas vinculados con la falta de insumos de cuidado frente a la pandemia y por problemas de infraestructura escolar, como la falta de agua y de ventilación. Según un relevamiento de la Unión de Trabajadores de la Educación, la mayoría están en la zona sur: el Jardín Maternal 7 DE 6, de Parque Patricios, por falta de insumos; el Normal 5, de Barracas, por falta de agua; y el JIN C DE 4/Escuela primaria 28, tampoco pudo por un problema que parece no ser propio sólo de ese lugar: tiene salas inhabilitadas por falta de ventilación.

Preocupación e interrogantes

“Hemos encontrado en general los mismos sentimientos y sensaciones: entusiasmo por volver a la presencialidad, pero a la vez miedo, preocupación y muchos interrogantes”, cuenta Patricia Rossi, directora del Jardín Inicial ‘C’ del Distrito Escolar 4, que se distribuye en 5 escuelas primarias, 3 de La Boca y 2 de Barracas. Y, a su vez, delegada de UTE.

“Estamos en una escuela nueva, a la que tenemos que construir. No es la de la vieja normalidad pre pandemia por las limitaciones, pero tampoco es la virtual que rigió en 2020”, compara. La principal diferencia con un período normal está en la reducción de las jornadas escolares: la jornada simple recibe a pibas y pibes jornada por medio, y quienes asisten a jornada completa, tienen clase únicamente en medio día.

Como directora de nivel inicial, para Rossi el protocolo presentado por la Ciudad es “inviable”. “Usamos el tapaboca, nos ponemos alcohol. Pero los chicos necesitan y piden el contacto físico. Te dicen ‘¿me das la mano?’, piden abrazos, o ayuda en el baño o la comida. Los separamos para mantener la distancia, pero buscan juntarse y quieren compartir, se hace difícil porque están en la etapa de la sociabilización”, reflexiona.

Los docentes, explica la directora, también tienen sus dudas en este nuevo tiempo. “Nos consultan: ‘¿Puedo hacer esto’, ‘¿Podemos jugar a este juego?’”. Al mismo tiempo, las materias curriculares están incluidas como siempre en el horario escolar. Pero la división en turnos trajo un inconveniente. “Por ejemplo, los que asisten a la mañana tienen música, ¿pero los de la tarde? Ahí tiene que realizar un video o enviar una presentación para los de la tarde”, expresa, a modo de ejemplo.

Otra de las complejidades en la organización está en el transporte, que todavía no se retomó de manera completa en la Ciudad, y tiene dificultades para cumplir los cronogramas. “Es común que, por este problema, lleguen tarde muchas familias. Y esto impide que se cumplan los horarios en la burbuja”, sostiene Patricia.

Desde la Escuela N°2 del D.E. 4, “Carlos Vignale”, su directora Silvia Benvenuto revela que su institución lleva a cabo un esquema distinto al sugerido por la Ciudad. Después de mucha disputa con la supervisión, fueron autorizados a pedir que todos y todas vengan en cada jornada, reduciendo las horas, pero evitando la alternancia en la concurrencia. Para la especialista, esto tiene “argumentos pedagógicos”. “Es un enorme esfuerzo de familias y docentes, pero por ahora va bien”, dice al respecto.

También en la dirección innovadora, esta escuela busca recurrir a los avances de la tecnología para resolver el problema de la asistencia a clases virtuales del grupo que está eximido. Una alternativa que se está trabajando para ello, cuenta Benvenuto, es crear un canal de YouTube cerrado para seguir la transmisión en vivo de la clase.

La situación en la Villa 21-24

La complejidad de este ciclo lectivo 2021 es más grande en las zonas más vulnerables. En la Villa 21-24 de Barracas, los problemas de conectividad de los estudiantes no cambiaron en absoluto en relación al año pasado, cuenta Jordana Secondi, directora de la Escuela de Educación Media N°6 del Distrito Escolar 5. Esto vuelve a inhabilitar la opción de clases virtuales, afectando especialmente al grupo que, por cuestiones de salud, está eximido de concurrir.

Peor aún, la escuela que dirige no recibe dinero desde el año pasado, por lo que el material pedagógico para que estos pibes realicen su trabajo domiciliario, lo deben costear las propias familias.

La falta de docentes auxiliares para reemplazar a aquellos/as que no regresaron a la presencialidad por pertenecer a grupos de riesgo, es otro problema que narra la directora, y que es extensivo a otras escuelas del sur. La referente de UTE en la Comuna 4 y perteneciente a la Escuela N°10 de La Boca, Ana Diasprotti, denuncia que “no hay auxiliares suficientes para afrontar la gravedad de la situación”. “Son los mismos que había antes, con muchas más tareas. Ahora entre un turno y otro hay que desinfectar, controlar los baños, los recreos”, agrega.

Burbujas, auxiliares y horarios

Los horarios de cada burbuja, que el protocolo del Gobierno porteño determinó que guarden un período de 10 minutos entre cada ingreso o egreso, es una complicación extra a la hora del armado de la logística escolar. A ello se suma la política de turnos reducidos, otro obstáculo para padres y madres que cuentan con hijos/as en distintos cursos.

Conscientes del problema, las escuelas fueron implementando medidas para paliar los problemas. Una de ellas fue conformar los grupos según las letras de los apellidos, garantizando que las y los hermanos compartan turno y horario. No obstante, aquí surge el problema de los hijos de distinto padre, pero convivientes. Al respecto, los establecimientos coinciden en que se manejan con flexibilidad a la hora de cambiar las burbujas.

De todos estos cambios que obliga el 2021 y la presencialidad, hay una “vieja compañía” que, por el contrario, se mantiene presente en las escuelas del sur. Se trata del déficit en infraestructura: no hubo cambios edilicios en las instituciones, pese a que estuvieron cerradas durante casi todo el año, un momento propicio para avanzar con obras que las comunidades reclaman con fuerza desde hace mucho tiempo.

           

➡️ “Virtualidad no va a haber”

Dentro de las complejidades que presenta esta “nueva normalidad escolar”, surge una que corre el riesgo de instalar mayor desigualdad y hasta discriminación en el acceso a la educación. Se trata de la situación de las y los niños licenciados por ser pacientes de riesgo ellos o algún familiar, que tienen permitido evitar la presencialidad. Según el protocolo porteño, a este grupo le corresponde mantener la conexión remota, sin dejar de recibir el contenido educativo.

Pero este hecho genera un inconveniente en las escuelas, porque obliga a conformar un sistema mixto. “Los directivos tenemos la facultad de solicitar a todo el personal la participación en las clases destinadas a esta parte del alumnado”, indica Patricia Rossi. Entre las opciones, está grabar la clase presencial y compartirla o hacerla simultánea, lo que permite no tener que recurrir a una instancia exclusiva, fuera del horario laboral. A su vez, se puede enviar material por Whatsapp o mail.

A diferencia del 2020, cuando las clases virtuales contaron con flexibilidad a la hora de controlar la asistencia, este año se exige a las escuelas que realicen el chequeo de la conexión de los alumnos/as que participan por la vía remota. “Debe ponerse en el registro si asisten a clase de manera virtual, y ellos/as precisan dar cuenta de que están ‘presentes’, contestando llamados, participando, enviando audios o fotos, etc.”, explica la directiva. La rigurosidad es tal que, si no hay comunicación por más de 3 días, debe justificarse la inasistencia.

No obstante, algunas familias no reciben la adecuada respuesta, y quedan en un limbo que hace crecer las diferencias entre los alumnos que pueden ir sin problema a la escuela y los que no. “Mi hijo tenía que comenzar primer grado. Una semana antes, en la reunión de padres, yo planteé que él vive con mi mamá, de 74 años, obesa y con una cardiopatía, y que desearía evitar que concurriese. Desde la escuela me dijeron que ‘virtualidad no va a haber’, pero que enviarían los materiales”, comienza a relatar Jazmín, integrante de la comunidad educativa de la Escuela N°11, “Antonio Bucich” de La Boca.

Ella juntó la documentación necesaria para certificar el estado de salud de la abuela de su hijo y la presentó a la escuela tal como indica el protocolo. “Al cuarto día de clases, seguía sin recibir el material y me acerqué a la institución. Ahí me dijeron que no encontraban mis papeles, que los debía enviar de vuelta. Lo hice. 48 horas después, me llamó el director para preguntarme por qué no estaba yendo mi nene. Al contarle, me indicó que ya tenían asignado un docente, que pronto se comunicaría para que yo retire las fotocopias. Hasta ahora, pasadas dos semanas de clases, no me informaron nada”, finaliza Jazmín que no se resigna a que su hijo cuente con educación al igual que el resto de sus compañeres. 

 

➡️ Repaso por algunos casos

En diálogo con Sur Capitalino, la referente de UTE en la Comuna 4, Ana Diasprotti, precisó las situaciones más complejas que debieron afrontar las instituciones de La Boca y Barracas en estas primeras tres semanas de clases presenciales. “En la Escuela 28 del Distrito Escolar 4, tuvimos el caso de una auxiliar que dio positivo cuando comenzó la presencialidad para los docentes, antes de la llegada del alumnado. Ella se enteró el primer día después de que todos convivieron. No los aislaron, suspendieron la asistencia un día y luego continuaron normalmente”, detalla. Allí también se contagió una maestra de Tecnología.

En la Escuela 26 D.E. 4, a su vez, “un docente de Educación Física dio positivo una jornada después de participar de la actividad EMI, junto a todos sus colegas. Esto generó un problema, porque solo se aisló a los de Educación Física y los directivos, pero lo paradójico es que todo el personal había compartido el día con él”, suma la delegada gremial.

En la Escuela 13 D.E. 4, en tanto, una docente percibió que no lograba sentir el olfato mientras daba una clase. Inmediatamente fue aislada, y tuvieron que llamar a la madre o padre de cada alumno/a para que los fueran a retirar. El caso más grave se dio en la Escuela 11 del mismo distrito 4 donde, según Ana Diasprotti, “un nene fue a la escuela y contó que su mamá había dado positivo, por lo que él no podría estar allí. Inmediatamente se comunicaron a la casa y el relato era cierto, por lo que le pidieron a la familia que se lo lleve. Esto provocó que se hisoparan las docentes de inglés y la de grado, con quienes había compartido el día el alumno. Pero no autorizaron a aislarla porque para el protocolo están fuera del contacto estrecho”, lamenta.

Diasprotti destacó que la situación no está peor porque las conducciones de las escuelas están respetando la cantidad de chicos/as que debe tener cada burbuja. Al respecto, denunció que en una escuela de la Comuna 4, se incumple lo previsto, lo que generó un planteo de los propios docentes al Director.

Al cierre de esta nota, un informe de otro de los sindicatos, Ademys, informó que los casos de coronavirus en docentes y auxiliares desde que comenzó el ciclo lectivo suman más de 130 en toda la Ciudad de Buenos Aires. Esto implicó que “más de 100 burbujas” se vean afectadas temporalmente, debiendo aislarse e interrumpiendo la presencialidad.