La escuela real

En julio hubo un episodio de mucha violencia en un colegio primario de La Boca. Conversamos con maestras del barrio en busca de entender las razones de este tipo de situaciones que ya no son una excepción. El recorte en las políticas educativas porteñas y la crisis económica y social aparecen en la base de una naturalizada conflictividad.

La escuela real

El 15 de julio pasado, la escuela 8 de La Boca fue noticia en diarios y televisión. El director, la secretaria y un auxiliar del colegio terminaron en el hospital Argerich luego de que la mamá y la abuela de un alumno los atacaran dentro de la escuela. Los medios revolearon hipótesis sobre el origen del grave hecho: que fue una discusión porque un chico sufre bullying, que las autoridades intervinieron en una pelea entre familias, que el director había maltratado a un alumno y hasta la versión de que la máxima conducción de la escuela tenía antecedentes de abuso en otro colegio. Nada de esto sucedió. Pero más allá de esto, ninguno puso la lupa en el aumento de la violencia en adultos y en niños. Tampoco en la situación de vulneración de derechos que viven muchas familias del barrio. Mucho menos en cómo los continuos recortes en el ámbito de la educación pública terminan teniendo estas consecuencias. Ese cóctel es la explicación más concreta que logran dar algunas maestras que llevan años en escuelas de La Boca y que ven cómo crecen este tipo de situaciones. 

“Lo que pasa es que el recorte educativo es cada vez más profundo”, coincidieron varias docentes durante una extensa charla con Sur Capitalino. Y uno de los sectores donde ese ajuste del gobierno de Jorge Macri queda más en evidencia en casos como este, es el de los Equipos de Orientación Escolar. Estos gabinetes interdisciplinarios son una pieza clave en las escuelas: se ocupan del ausentismo reiterado, de casos de violencia familiar, de ayudar a los chicos que tienen problemas de aprendizaje o de relación con sus compañeros. A pesar de este rol tan importante, en la Ciudad de Buenos Aires hay un solo equipo por distrito escolar, es decir que deben abordar lo que sucede en unas 20 escuelas primarias de 300 chicos por turno. Misión imposible. La intervención de este equipo comienza cuando una maestra considera que es necesario derivar a un alumno o alumna. Pero ante la falta de profesionales, las citaciones a las familias pasaron de ser una vez por mes a ser cada cuatro meses, y si ese día el familiar no asistió a la reunión, pueden pasar otros tantos. El seguimiento se vuelve casi nulo. 

En la Ciudad hay un solo equipo de orientación por distrito escolar, es decir que deben abordar lo que sucede en 20 escuelas primarias de 300 chicos por turno. 

“Son casos de vulneración de derechos, de conducta muy graves, son chicos o chicas que se escapan, se duermen, no vienen nunca o tienen dificultades para hablar o escribir. Y estas situaciones se agravaron por la situación económica que vive el país. Vienen, se sientan y preguntan cuándo viene la leche o el pan. No podemos pretender que agarre un lápiz y escriba en su cuaderno cuando tiene hambre. Este año tuvimos niños que comenzaron a tener dificultades para hablar luego de un allanamiento policial violento en su casa, o que vivieron un año en la calle por un desalojo y ahora vienen desde provincia luego de 3 horas de viaje”, enumera una de las maestras que accedieron a hablar con Sur, pero sin que figuren sus nombres. 

En el caso que terminó en noticia, se trata de una mamá con adicciones y problemas de salud mental y una abuela que debe tener a cargo a sus nietos como puede. Una familia con muchas vulneraciones, con niños que reproducen vínculos de mucha carencia. Una violencia que atraviesa toda esa realidad cotidiana. “Y la escuela como el lugar donde todo desborda, donde todo se descarga”, señala otra de las docentes. Episodios como este ya no son una excepción. Por el contrario, cada vez se repiten más en las aulas boquenses. “Ahora cuando citamos a una familia tenemos que ser varias docentes y hacerlo en un lugar abierto. O cuando nos vamos del colegio lo hacemos en grupo por si acaso”, coinciden sobre los nuevos recaudos.  

Además de las tres personas heridas con cortes, fracturas y golpes, el episodio del 15 de julio terminó con las dos mujeres detenidas, esposadas frente a la puerta de la escuela, maestras en shock, familias retirando a sus hijos de urgencia, y tres hermanos llevados en patrullero al Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes hasta que algún familiar pudo buscarlos. Mientras todo esto pasaba y durante más de tres horas, nadie atendió el teléfono de la línea 102, al que se debe dar intervención cuando un niño queda en situaciones como esta, de vulneración de derechos. 

“Hay mucha violencia y está muy naturalizada, desde los medios, los funcionarios, el presidente… insultar, amenazar es algo cotidiano y los chicos ven, consumen eso en las redes sociales. Además, se desdibujó el valor de la escuela. Los gobiernos nos bombardean con mensajes que dicen que los chicos salen de la primaria sin conocimientos o que llegan a tal grado sin saber leer y es obvio que las familias se van a preguntar ¿y las maestras qué hacen?”, reflexionan las docentes que a diario contienen todas esas conflictividades mientras intentan dar clases en invierno sin calefacción, en verano sin ventilador, en baños sin papel higiénico, porque no alcanza lo que llega del Estado. Y todo eso también se naturaliza. Y le suman un factor más: la tecnología. Chicos que no pueden mantener la atención, que quieren todo rápido e inmediato. 

Esa es la escuela real en nuestros barrios cuando gobiernos como los que nos gobiernan achican al máximo las políticas de Estado. Las consecuencias están a la vista, mucho más que las razones, las verdaderas urgencias, que pudieron leer en esta nota.