Nosotrxs marcamos la cancha

Con ese nombre, organizaciones sociales y culturales de la villa 21-24 de Barracas se reunieron en un encuentro deportivo y artístico para visibilizar la lucha colectiva y comunitaria de mujeres y disidencias por ocupar más y nuevos espacios.

Nosotrxs marcamos la cancha

La música brota de los parlantes y llega a cada rincón de la villa. La cumbia invita y el olor a asado atrae a los vecinos. Las sonrisas traspasan los barbijos; la cancha, esta vez, es de todes. El último sábado de agosto, las organizaciones comunitarias, sociales y culturales que entraman el barrio realizaron el Primer Encuentro Artístico-Deportivo en la villa 21-24 de Barracas. La iniciativa nació de manera colectiva: El 28 de junio se encontraron recorriendo los pasillos entre pegatinas que recordaban a Diana Sacayán con motivo del Día del Orgullo LGBTIQ+ y reflexionaron sobre el lugar de los transfeminismos villeros. Llegaron a la conclusión de que era su momento de ocupar los espacios públicos para visibilizar las prácticas artísticas, culturales y deportivas que vienen construyendo las mujeres y disidencias.

La organización partió desde Casa Cultural La Andariega, Orilleres, la Comisión de Derechos Humanos y el Barracas Boxing Club. La situación sanitaria era algo que les preocupaba. Con el gran avance de la campaña de vacunación en el barrio, proceso que acompañaron incentivando a lxs vecinxs, decidieron que una jornada al aire libre respetando los protocolos podría llevarse a cabo. La clave debía pasar por el deporte, la corporalidad era la gran protagonista. “Queríamos que ese día se juegue, que podamos mostrar lo que sabemos, compartir, pasarla bien”, expresa Victoria referente del territorio. Hubo picaditos en donde repartir la pelota, clase abierta de boxeo para demostrar lo aprendido y nunca dejar de pelearla, y muestra de perreo para sentirse empoderadxs y gozarla.

“Nosotrxs marcamos la cancha” fue el nombre que le dieron al encuentro que tuvo lugar en la cancha sintética ubicada en la manzana 23. Fue un título que sintetizó sus ideales: “Cuando un equipo marca la cancha en el fútbol impone una manera de jugar, señala por dónde va a pasar la pelota, hace que el otro equipo tenga que adaptarse. Esto lo relacionamos con nuestra lucha: las mujeres, pibas, niñas y disidencias villeras queremos ocupar los espacios sin miedo, pisando fuerte, teniendo las mejores posibilidades. Queremos que se imponga nuestra forma de hacer y de ser: colectiva, solidaria y comunitaria. Es este feminismo el que quiere salir a las canchas y marcar la forma de vivir, estar, habitar”, señala Vicky casi como una carta magna.

La pelota no dejó de rodar en todo el día. Los partidos se sucedieron uno detrás de otro, las niñas jugaron al fútbol con la naturalidad que tienen las gambetas de lxs grandes jugadorxs. Las profes desde el costado de las líneas las dirigían y motivaban. El saludo con las rivales no se negociaba, al igual que la colación de fruta que recibían cuando terminaban. Equipos de todos los barrios se acercaron a abrazar el encuentro siendo parte de los picaditos. Estuvieron Una victoria lleva a la otra y Las mismas de siempre de la villa 21-24, Las tigresas del barrio Cildáñez, Zavaleta Jrs, Gerli Patea y La Nuestra, de la villa 31."Me paro en la cancha como en la vida” rezaba el dorsal de los buzos que llevaba puesto el equipo representante de La Nuestra, tal vez la referencia más clara dentro de las organizaciones que se plantan en las canchas de los barrios defendiendo el derecho a jugar de las nenas. Hace 14 años decidieron que su revolución se llevaría en los botines, hoy son más de 200 mujeres las que practican el deporte en la 31, con categorías desde los 5 años. “Celebramos ver a tantas niñas ocupando la cancha. Nosotras también empezamos disputando los espacios. El fútbol debe ser feminista, transfeminista y para todes. Sabemos que estamos juntas, siempre levantamos la cabeza y tenemos a una compañera para seguir jugando”, expresó con micrófono en mano sobre el cierre Juliana, referente de La Nuestra.

En la 21 la escuela de fútbol comenzó los primeros días de febrero de este año con el objetivo de construir un espacio para que las niñas ejerzan su derecho al juego, permitan equivocarse y tengan un lugar de contención. Además de hablar sobre lo que se practica dentro de la cancha, conversan cómo se sienten fuera de ella, en el barrio, en la escuela, en sus casas. A la segunda semana ya contaban con más de 30 pibas anotadas y cada vez son más. Los resultados demuestran que la necesidad era imperiosa. 

El paisaje lo completó la muestra de fotos “Cuerpas reales, hinchas reales” que tuvo lugar detrás de uno de los arcos. Es la primera edición de un proyecto impulsado por un colectivo de fotógrafas de Argentina, Uruguay y Chile que invita a compartir el arte en los barrios, registrando la pasión desde una perspectiva feminista. Retratan hinchas mujeres y disidencias de distintos clubes de Iberoamérica. Buscan reflejar identidades no estereotipadas, cuerpos no hegemónicos, alejados de los mandatos de belleza. “La pasión no distingue cuerpos, ni edades, ni géneros, ni clases sociales. Dejamos que el amor por los colores traspase la piel y se haga visible desde nuestra mirada colectiva”, las palabras que dan la bienvenida a la muestra y que quedan retumbando en la recorrida.

Para las organizaciones barriales continuar construyendo y ganando estos lugares es vital. “El deporte desde una mirada feminista puede ser un espacio donde sentirse contenido en grupo, donde hacerse fuerte emocional y físicamente para poder afrontar la vida. Es un espacio liberador, donde te encontrás con compañeras que te ayudan, que te potencian, que te alientan cuando algo no sale”, así se piensa desde el núcleo de la 21-24 donde, como en el fútbol, la vida es una lucha en cada jugada.