Murgueras unidas

Mujeres de siete murgas de La Boca realizaron un mural en la Plaza Matheu. Es el disparador con el que empiezan a darle forma a la necesidad de organizarse en red para transformar los roles de género en sus grupos, nombrar la violencia machista, prevenirla y erradicarla.

Murgueras unidas

Entre potes de pintura y pinceles, manos manchadas y barbijos, en la Plaza Matheu de La Boca una ronda de mujeres intercambia ideas y proyecciones. La asamblea improvisada se arma alrededor de un grabador para esta nota de Sur Capitalino. Es sábado caluroso de febrero y es la primera vez que se encuentran con un objetivo artístico puntual, pero con la intención de agruparse y sostenerse unidas en el tiempo. Se sienten orgullosas de poder reunir a las murgas boquenses. Karina de Los Príncipes, Bárbara de Los Desvelados; Sabrina y Vanesa de Los Pibes de Don Bosco; Natalia del grupo humorístico Los Linyeras; Paula, Antonella, Lucía, Malena y Soledad de Bombo, Platillo y Elegancia; Paloma de Los Amantes. Las mujeres murgueras de La Boca se convocaron para pintar un mural que cuenta la historia de lucha por la igualdad y por los derechos de las mujeres, representadas en la imagen icónica de algunas referentes como las hilanderas huelguistas o Julieta Lantieri, quien en 1911 se convirtió en La Boca, en la primera mujer en votar en Argentina y en Sudamérica.

Pero estas mujeres también quisieron dejar registro de las anónimas que día a día acompañan las salidas en el carnaval: las madres, tías y abuelas que cosen los trajes, sostienen el agua y contienen emocionalmente a los grupos. Esta obra callejera y colectiva surgió como el puntapié para darle forma a una necesidad: la de transformar los roles de género en las murgas, la de nombrar la violencia machista, prevenirla y erradicarla agrupándose para armar una red de mujeres en La Boca que esté presente ante la urgencia.

“La violencia de género es un tema que nos concierne a todas las mujeres del barrio. La idea es una vez que termine este mural seguir unidas todas juntas y tener más proyectos”, explica Soledad. En la Ciudad existe una colectiva de mujeres y diversidades que se reúnen en una comisión de géneros de todas las murgas porteñas. De ahí que empezaron a impulsar en cada barrio, y al interior de cada murga, grupos que elaboren protocolos de actuación sobre casos de violencia machista. “Los protocolos no existen y hubo muchas situaciones de violencia en diferentes murgas, no sólo de La Boca. Eso se sumó a que después, con lo que fue el carnaval alternativo y los murgales en las plazas del barrio, surgió con la compañera Paula la posibilidad de unir a todas las murgas de La Boca. La realidad es que hay mucha violencia en las direcciones de las murgas y era una necesidad la de unirnos como mujeres”, cuenta Lucía.

Antonella explica que, dentro de la estructura del carnaval porteño y los circuitos de los corsos, la gran mayoría de las personas a cargo de los grupos son varones: “Está naturalizado el liderazgo de los compañeros por sobre el de las compañeras, que quienes dirigen las murgas y los bombos son los varones. También hay muches que consideran que las mujeres son para bailar y no para tocar el bombo o ser primera voz en un escenario, y existe la violencia física y verbal dentro de un corso porque alguna compañera se equivoca en una nota o en un paso”.  

Malena señala que la vestimenta se volvió un conflicto para trabajar hacia el interior de las murgas: “Las pibas grandes no podemos usar pollera o short en el baile pensando que el chabón te va a estar mirando o que el borracho te va a tocar el culo. Me parece patético, por qué tengo que salir toda tapada, y para evitar un problema, ponerme un pantalón”.

¿Cómo hacen para trastocar esas estructuras, violencias, y roles establecidos?

Karina: Soy directora de Los Príncipes, pero para llegar pasé un proceso largo de quince años. Muchas veces me pasó que cuando me presentaba en el comité de directores por mi murga preguntaban “¿Y tú director?” Soy yo les decía, y me miraban raro. Pero manteniendo la firmeza se van dando cuenta de que podemos hacer las mismas tareas si nos proponemos.

Natalia: Las murgas no quedan por fuera del contexto social. Nadie dice que va a ser pronto ni ya, pero hay que instalar el tema hacia el interior de los espacios, como primer paso empezar a poder nombrarnos.

Bárbara: Está también lo de ser apoyo y sostén. Todos sabemos que en una murga más, en otras menos, hay situaciones de violencia, de abuso de poder. Y nunca pasa nada o la damnificada se termina yendo. La responsabilidad está en el espacio de cada una y lo que hagamos entre todas.

Soledad: Que hoy estemos las siete murgas del barrio es un primer gran paso. Lo hicimos las mujeres, que uniéndonos podemos lograr muchas cosas y darles el ejemplo a ellos de que se formen. 

Paula: Estaría bueno armar un protocolo que sea del barrio para que cada murga esté respaldada. Si sucede algo y el protocolo interno no funciona, que no quede dentro de la murga.

Todas acuerdan con la propuesta y piensan que tener un protocolo para casos de violencia podría ayudar en situaciones como la que vivieron días atrás: la muerte de Lorena Franco, murguera de Los Amantes, en lo que, sospechan, fue un femicidio. Lorena murió el 22 de febrero luego de estar 19 días agonizando con parte de su cuerpo quemado. Sufría violencia de género por parte de su pareja, Carlos Daniel Basualdo, también integrante de esa murga. De hecho, él había sido suspendido de Los Amantes por agredir físicamente a Lorena en una salida de la murga en febrero del 2020.

“Yo me imagino que si hay alguna urgencia en el barrio, estamos todas llamándonos, corriendo a estar ahí rápido para acompañar”, concluye Lucía, con la mirada puesta en el futuro de esta red de mujeres murgueras de La Boca, para prevenir o acompañar situaciones de violencia.