“La Boca necesita actividad productiva”

El empresario Paolo Rocca, CEO del Grupo Techint y creador de la Fundación Proa, estuvo en la asunción del nuevo presidente de la República de La Boca, Pablo Abbatángelo, y habló con Sur Capitalino sobre el barrio, sus cambios y su futuro.

“La Boca necesita actividad productiva”

Con el salón del Museo Histórico de La Boca colmado, asumió el sábado 19 de noviembre el nuevo presidente Pablo Abbatángelo y todo el gabinete de la Tercera República de La Boca, una organización que juega al límite del absurdo y remite al episodio separatista de fines del siglo XIX, cuando un grupo de italianos intentaron separar el barrio del país. Había representantes de la cultura, el arte, el comercio, las organizaciones y entidades locales, y de la comunidad italiana, además de vecinos, vecinas e invitados especiales. Uno de ellos era el empresario Paolo Rocca.

Al término de la ceremonia de asunción, que puso en funciones a un gobierno que incluye ministerios como el del chamuyo y la sanata, el de la fugazza con queso y el de seguridad ignífuga, un Rocca emocionado habló con Sur Capitalino.

- ¿Cuál es su relación con La Boca?

- Mi familia es de Loano, Ligure. Mi abuelo llegó en el 46, y gran parte de su vida había sido en Genova y en Loano. Cuando vino acá estableció una relación con La Boca. En el 85, mi padre compró hoy la propiedad donde está Proa con la idea de hacer un museo de la inmigración. En aquel momento había un acuerdo o la hipótesis de una relación especial con Italia, pero eso no prosperó y decidimos hacer la Fundación Proa. Así se fue estrechando la relación con el barrio: Proa empezó a crecer, se renovó y se expandió. Hoy hacemos las reuniones anuales de Techint. Y usamos la Fundación para mostrar Buenos Aires, en un barrio que es cuna de los inmigrantes y le debemos todo lo que hicimos a los inmigrantes. Para nosotros La Boca es un lugar muy importante porque era un lugar de llegada.

- ¿Cómo vio el cambio del barrio a través de los años?

- La Boca creció mucho con el mundo del arte, que hizo cambiar el barrio comparado con lo que era 1996, cuando abrimos la Fundación Proa. En estos últimos 30 años, el cambio fue extraordinario. Se crearon polos alrededor de la Fundación, el Colón Fábrica, las galerías de arte. La vida de La Boca ha cambiado muchísimo. La Boca atrae gente, atrae jóvenes, atrae artistas. Me parece que encontró nuevamente una oportunidad de expansión que había tenido en el 1900 y había perdido. Hoy La Boca es un gran barrio de Buenos Aires, con una personalidad extraordinaria.

- ¿Qué le falta al barrio? ¿Hacia dónde se debería caminar?

- Necesita actividad productiva. Necesita oficinas, estudios de arquitectura, que hagan que La Boca pueda crecer como centro para actividades productivas. Para darle al barrio no sólo una vida animada por los eventos del turismo sino por una mayor vida productiva. Todo lo que se pueda hacer en ese sentido le daría una dimensión aún mayor a la que tiene hoy.

- De hecho, el nacimiento de La Boca está vinculado a la producción…

- La Boca era un burbujeo de producción. Era el centro del desembarco, de carpintería y abastecimiento para los barcos, de trabajadores. Hoy es un lugar que la gente viene a visitar por sus atracciones, pero en la medida en que crezca la actividad productiva La Boca va a encontrar una nueva vida, una nueva dimensión. La Boca podría atraer a sectores de jóvenes que trabajan en otra cosa y eso le daría una vida distinta.

- En su discurso de asunción, Pablo Abbatángelo puso en cuestión la meritocracia cuando no se tienen oportunidades.  

- El mérito, el esfuerzo, la capacidad de crecer es una fuente extraordinaria de movilidad social. No lo podemos despreciar. Tenemos que pensar que la gente que se compromete, que tiene talento y mérito y se hace camino en la vida, lo merece. Eso da dinámica y crecimiento social a una comunidad. Al mismo tiempo, hay que ayudar a los que tienen menos recursos para que alcancen los niveles de conocimiento e instrucción básicos y que puedan participar de esa búsqueda, de esa carrera, donde el mérito hace la diferencia. Y es correcto que sea así, porque es la fuente de estímulo para el crecimiento.