La República Popular de La Boca

Hoy, 23 de agosto, el barrio celebra 151 años de historia de lucha, resistencia y organización. Puerto, conventillos, río, laburo, hombres y mujeres inmigrantes, arte. Toda una identidad que, a pesar de quienes intentan borrarla, se mantiene entre los pliegos de su chaperío, golpeado por el fuego y la expulsión. Y en esta celebración, Antonella Riso Domínguez escribió estos versos sobre el barrio que la parió.  

La República Popular de La Boca

Las fábricas son monstruosos elefantes,

grandes grúas devenidas en jirafas de hierro.

Algunas casitas de chapa y madera parecen ratones.

La orilla del patio abierto es la ribera y su empedrado.

Tomamos mate, bajo la sombra del gigante Nicolás Avellaneda.

El aroma nauseabundo es familiar.

El fondo del Riachuelo es un misterio.

Miradas antiguas, sonrisas presentes.

Siete u ocho remadas y te encontrás en El Docke.

Hacia atrás, se encuentra aquel pasaje de colores:

el destino de los turistas.

La vereda del frente.

Al otro lado del puente transbordador.

Hay gente que considera 

que la cultura del barrio es

Caminito y sus alrededores.

Pocos son los dueños

de muchas galerías 

que venden chucherías. 

La mirada siempre fija

en aquello que estereotipa, 

como un animal de circo enjaulado,

disfrazado para espectadores. 

El barrio tiene más identidad 

que toda la ciudad de Bs. As. 

La identidad se reconstruye en cada esquina, 

en los conventillos que todavía 

no lograron incendiar.

Lo digo con soberbia 

o con orgullo de ser oriunda.

El barrio no se queda en el pasado 

aunque las políticas públicas no lleguen. 

El gatillo fácil, los desalojos y la falta de recursos

los conocemos de memoria. 

Pero somos arañas, que tejen redes entre sí.

Las venas del barrio me recorren

y las recorro.

Las camino hace siglos,

pero en esta existencia más presente.

Nuestra presencia es esencia propia y esencia barrial.

Nos identifica.

Nos constituye.

Nos reconstruye.

A través de la carencia se puede observar:

Aquellos son cuerpos.

Algunos todavía llevan su nombre.

La ausencia de un conventillo

es la falta de un cuerpo en este territorio.

Pero no se olviden que, 

cuales tortugas del Riachuelo, 

Nadamos contra la contaminación. 

Nosotrxs, quienes elegimos,

seguimos resistiendo 

ante un intento de olvido.