Medio siglo de servicio

Hoy, 10 de octubre, el Comandante General Jorge Gandolfo cumple cincuenta años como bombero voluntario. Uno de los miembros en actividad más antiguos del cuartel de Vuelta de Rocha repasa su historia y sus vivencias.

Medio siglo de servicio

Para muchos sigue siendo el simpático Pisulino, como lo apodaron de chico, aunque ya tenga 67 años. Para otros es el Señor Comandante General, aunque para él los escalafones son un accidente del tiempo. Pero para todos, sin dudas, Jorge Gandolfo es el histórico boquense que dedicó su vida a “permanecer al lado de los vecinos y comerciantes no solo en los siniestros sino también ante cualquier necesidad. Ese siempre fue mi compromiso –dice- honrando los designios de Don Francisco Carbonari, fundador del cuartel de Bomberos Voluntarios de Vuelta de Rocha en 1935”.

En una charla distendida, con anécdotas graciosas y emoción al recordar a sus compañeros caídos en los incendios de la gomería de Barracas y en Iron Mountain, Gandolfo repasó, junto a Sur Capitalino, su medio siglo de vida bomberil.

 “De muy chiquito siempre quise ser bombero –relata puesto a recordar- En el barrio yo veía a Aurelio Carbonari, hijo de nuestro fundador y me impactaba su uniforme y todas las estrellas que tenía, y yo me acercaba  y lo tocaba para ver si era de verdad. Era una fantasía de pibe, como tocar a un héroe. Me desesperaba cada vez que sonaba la sirena. Yo quería ser bombero: era en lo único que pensaba”. Si bien su vocación se despertó en su infancia, Gandolfo debió esperar hasta los 17 años para poder comenzar la instrucción. “¡Esa edad no llegaba más. La espera se me hacía eterna!” –admite-. Mis viejos eran muy amigos de los dueños de una fiambrería que estaba en Del Crucero y Lamadrid, que eran los padres de un histórico integrante del cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca: Julio Bruzzone. (NdeR: Comandante General (F)). Un día fui al negocio y cayó Don Julio, con su característico uniforme también con estrellas. Me animé y le pregunté cómo tenía que hacer para entrar. Mis padres no querían saber nada porque a mi mamá le daba mucho miedo, así que le pedí a mi prima que imitara la firma de papá autorizándome a entrar al cuartel y comencé la instrucción en La Boca. Para cuando ellos se enteraron, yo ya estaba a punto de ser bombero –recuerda con picardía- Pero mi padre no se enojó, entendió que era mi vocación y me apoyó. Por eso yo creo que bombero se nace, no se hace. Es un deseo inexplicable que te sale de adentro y yo no podría ser desleal a eso. Los ideales no se negocian. No me perdonaría defraudarme a mí, a mi gente, a mi barrio o al amor que siento por esta vocación”.

Corría 1970 y Gandolfo tuvo su primera salida como bombero de La Boca. “Fue en Magallanes y Gaboto, un conventillo justo en el centro de la cuadra”. Tres años más tarde, dejó el cuartel de la calle Brandsen para incorporarse a Vuelta de Rocha, donde hizo casi toda su carrera. Cientos de incendios han pasado por los ojos de este hombre que cree “totalmente” en Dios y se ampara en María Auxiliadora pero, en 2008, el incendio de la gomería de Barracas, que se cobró la vida de dos de sus camaradas, José Narduli y Carlos Guevara; fue lo que él pensó “El golpe más duro que me ha tocado vivir como amigo y como bombero”. Sin embargo, no fue el único que hizo mella. En 2014, el incendio de Iron Mountain, recordado como la tragedia de Barracas, volvió a teñir de luto a la institución al cobrarse otras dos vidas: los jóvenes Sebastián Campos y Facundo Ambrosi. “Lo de la gomería lo fuimos superando de apoco, entre todos, pero los de Barracas fue un quiebre grande para mí. Me dio un bajón anímico en todo el cuerpo. No lo podía entender. Nosotros no hablamos de la muerte ni del miedo a ella porque estamos expuestos desde que subimos al camión. Y estamos codo a codo con la muerte en cada incendio. Si pensás en la muerte o le das lugar al miedo, no podés combatir el fuego”. Esa tragedia le demostró a Gandolfo que siempre se puede sufrir un golpe aún más duro que el anterior. Por eso decidió alejarse un tiempo de Vuelta de Rocha y pasó a capacitar a los bomberos del cuartel de San Telmo. Al cabo de tres años y con la pasión vueltarrochense aún corriendo por sus venas, decidió volver a lo que él llama su casa y en la que el 10 de octubre cumplirá cincuenta años de servicio.

Además de su actividad como Comandante General, Jorge Gandolfo desempeña la Jefatura del Comando de Operaciones de la Ciudad, que nuclea a seis cuarteles del bomberos voluntarios y su función es la de coordinar la intervención de todos ellos en siniestros grandes. Sabe que los años no solo le dieron para su uniforme las estrellas que tanto admiraba en sus mentores, sino también “la experiencia y la tranquilidad de saber que enseñas bien pero, más allá de mis cincuenta años de servicio, yo me siento un bombero más. Todos tenemos la misma esencia y nacemos con ese don de servir. Las jerarquías son un accidente de los años y el fuego no discrimina si sos comandante o bombero raso”.

“Lo mejor de mi vida bomberil es tener la satisfacción de haber cumplido con mis vecinos; el poder decir: algo hice por mi barrio” reflexiona el hombre que puesto a imaginar su propio recuerdo admite que le gustaría quedar en la memoria “simplemente como Jorge Gandolfo, aquel bombero que pasó por Vuelta de Rocha y cumplió con la institución y con los boquenses más sufridos”.