Subtes: exigen declarar “emergencia operativa” en la Línea B

Desde la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro advirtieron que sólo hay 10 formaciones en servicio cuando deberían haber 18 y que, por tratarse de trenes de más de sesenta años, no cuentan con repuestos para reparar los desperfectos técnicos. Por eso, el gremio exige al Gobierno porteño que declare la “emergencia operativa”.

Subtes: exigen declarar “emergencia operativa” en la Línea B

Según informaron, “hay sólo 10 formaciones en servicio cuando deberían haber 18”, mientras aseguran que las formaciones Mitsubishi “tienen más de 60 años y no cuentan con repuestos”.


“En 2018 hubo que sustituir la flota que había comprado (Mauricio) Macri en España porque se descubrió que estaban contaminados de Asbesto. Junto con esos trenes vinieron las formaciones CAF 6000 que son los que están en funcionamiento, pero están deteriorados, obsoletos y no hay repuestos”, afirmó Charly Pérez, delegado del taller Rancagua.

En estos días, un pasajero circuló por TikTok una imagen que da cuenta de lo que miles de personas que utilizan el servicio viven a diario: mientras un vagón circula a los sacudones, detrás de un pasajero se ven chispazos dentro del túnel.

Claudio Dellecarbonara, de la AGTSyP, lo replicó en su cuenta de Twitter para denunciar los efectos de la desinversión del servicio desde su privatización durante el menemismo. “Falta de inversión, mantenimiento, obras y extensiones; ascensores y esc. mecánicas inservibles; infraestructura colapsada; trenes de 70 años de antigüedad; asbesto cancerígeno; etc. Así son las privatizaciones en los servicios públicos”.

La privatización del Subte se realizó en 1994 por el entonces presidente Carlos Menem. La empresa concesionaria ha sido, desde entonces, el grupo empresario Roggio, primero a través de Metrovías y después de Emova, que prolongó la concesión del servicio hasta 2033. En un principio la propiedad y control estaba en manos del Estado nacional, pero desde hace una década pasó al Gobierno de la Ciudad y, a pesar de los continuos reclamos de les trabajadores, el servicio sigue siendo deficiente y la desinversión es moneda corriente.