Una visita cómoda

Jorge Macri se reunió con vecinos de La Boca en un encuentro repleto de planteos individuales por las raíces de los árboles, la caca y la suciedad. El jefe de gobierno porteño aprovechó para anunciar un proyecto que lo habilite a detener “trapitos” y cuestionó la asistencia a las familias desalojadas de los conventillos.

Una visita cómoda

Durante la tarde del viernes 25 de julio, la sala Eduardo Sívori del Museo Quinquela Martín fue escenario de dos sucesos simultáneos y contradictorios. Por un lado, los cuadros del pintor Cleto Ciocchini, exhibidos allí de forma temporaria, transmitían la potencia ética y estética de los obreros portuarios, inmigrantes laboriosos y sacrificados. Allí mismo, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, anunciaba mano dura para desalojar a ocupantes “ilegales” de conventillos y prometía proyectos empresariales de espaldas a la identidad de un barrio hecho –y pintado– por inmigrantes sin papeles, como muchos de aquellos que lo miraban desde los cuadros, como estos que ahora el alcalde se propone combatir.

Cerca de 80 vecinos y vecinas fueron –fuimos– esa tarde para escuchar las respuestas a las demandas que un puñado de los presentes pudo hacerle. 

La visita de Macri a La Boca es parte de una serie de recorridas que el jefe de gobierno viene realizando en el último tiempo por los barrios porteños. La difusión, en cada caso, es modesta, como si no quisieran que los encuentros tomen demasiado estado público. En esta ocasión la convocatoria llegó unos días antes a una cantidad selecta de vecinos, vecinas y entidades barriales, las que de algún modo mantienen relación con la gestión. A la hora del evento, los cupos habían sido cubiertos por una mayoría de personas que, a juzgar por las intervenciones durante la hora y media que duró la puesta en escena, no mostraban cuestionamientos de fondo a la gestión municipal. Hubo, sí, algunas voces disidentes, las menos. Las organizaciones sociales que vienen llevando adelante las luchas de resistencia ante desalojos o en defensa de la feria artesanal de Vuelta de Rocha, en su mayoría, decidieron no participar. 

Las quejas por el estado del barrio cada vez que hay partido ocuparon un lugar destacado. En este tema, el alcalde –un “Macri” al fin– aprovechó para responsabilizar al club por todos los males.

Así las cosas, la veintena de preguntas que transmitieron quienes habían podido anotarse primero versaron sobre un vecinalismo tan elemental como individual: el pedido de remoción de un par de árboles de raíces expansivas, la consulta sobre el trámite adecuado para habilitar una barbería, la propuesta de que se implemente una campaña para que la gente levante la caca de sus perros. Otras inquietudes fueron de más peso, como la demanda ante la falta de limpieza, de iluminación por las noches y la inseguridad. Las quejas por el estado del barrio cada vez que hay partido ocuparon un lugar destacado: “ponen la parrilla en la esquina y nadie les dice nada”; “no pueden pasar los bomberos”; “el barrio queda todo sucio”; “es tierra de nadie, no salgas porque sos boleta”, se llegó a exclamar (este cronista vive cerca del estadio y no pudo evitar la sensación de extrañeza ante la descripción de esos males con tal nivel de exageración que los relatos rozaban lo irreal, como si esas personas habitaran otra dimensión o estuvieran sesgadas por un rechazo irracional a la multitud, a lo popular). En este tema, el alcalde –un “Macri” al fin– aprovechó para responsabilizar al club por todos los males y anunció una ley “de endurecimiento de las penas que incluya detención a los ´trapitos´”. 

El temario cubrió otro tema de importancia, en el que Macri también se sintió a gusto: el avance de un programa para “recuperar” la calle Necochea, la de las cantinas históricas. Mencionó que ya están trabajando junto a la Fundación CasaSan y con propietarios de restaurantes de la Rivera, lo que concitó gestos de aprobación de la mayoría de los vecinos y vecinas presentes. La contraparte de ese plan es el desalojo de quienes viven en condiciones de necesidad, de tenencia precaria u ocupando sus viviendas sin contratos de alquiler. “Estamos haciendo más desalojos que nunca”, se jactó el jefe de gobierno.

El único contrapunto de peso se dio en torno a este último tema, ya sobre el final del encuentro. Natalia Quinto, de La Boca Resiste y Propone, preguntó sobre el incumplimiento del gobierno del protocolo de atención temprana en desalojos. 

“¿A vos te parece mal que se desaloje una propiedad usurpada?”- la increpó rápidamente Macri. “El protocolo establece que las familias sean asistidas con los mismos recursos que será asistida el día del desalojo pero de manera anticipada”, empezó a explicar Quinto y Macri la interrumpió: “¿Para que cuando vayan a desalojar la pudran?”. La sala se llenó de aplausos así que el primo de Mauricio continuó: “Muchos dirían por qué tengo que mantenerle los mismos derechos a alguien que usurpó. Es una pregunta en abstracto... pero la ley dice que sí y lo cumplimos. Ahora, si tuvieran la voluntad de irse, ¿por qué no se fueron antes?”, preguntó Macri con ironía. “Porque no tienen cómo. Y la Constitución dice que es facultad del Ejecutivo garantizar el derecho a la vivienda”, señaló la referente de LBRP mientras los vecinos murmuraban y abucheaban por lo bajo. Contexto difícil para hablarle al alcalde de justicia social.

El encuentro dejó sabor a poco: la mayor parte del tiempo se habló de problemas que podría o debería resolver la Comuna, o como mucho alguna secretaría del gobierno municipal. Lo cierto es que el principal responsable político de la ciudad pudo encontrarse con vecinos y vecinas, mostrarse con conocimiento de la situación, e incluso terminar siendo aplaudido por la mayor parte del auditorio.

El evento puso en juego cierta voluntad oficial de hacerse cargo, de superar el abandono (aunque todavía eso no se vea en las calles). En este caso, quedó dicho por el propio Macri: el “hacerse cargo” no será con justicia social. Bien define las Naciones Unidas aquella palabreja un tanto extraña que tan bien viene al caso: “La gentrificación sucede cuando un proceso de renovación y reconstrucción urbana se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes más pobres de las áreas de intervención”. En la Ciudad de Buenos Aires, ese desplazamiento de habitantes pobres no lo provoca la clase media, sino las grandes inversiones inmobiliarias y los proyectos económicos de empresarios ligados a la gestión política local.

A juzgar por la intervención de Jorge Macri en el barrio, para La Boca ese parece ser el plan.