Aguas abiertas
La Justicia autorizó la vuelta de la navegación en el Riachuelo, en un tramo de 300 metros entre la desembocadura y el Puente Transbordador, sólo con fines turísticos. ¿Impulso para el desarrollo social y económico de La Boca o un negocio que busca instalar al río como fachada inmobiliaria del barrio?
El 26 de septiembre la Justicia habilitó la navegación en un tramo del Riachuelo, la cual estaba suspendida por completo desde el emblemático fallo del juez Luis Armella. El pedido lo habían presentado, de manera consensuada, el Gobierno nacional, el porteño, ACUMAR y empresas del sector. No obstante, algunas organizaciones locales plantearon ciertos reparos y señalaron que el verdadero interés de la decisión es apuntar a un barrio que se valga del río meramente como fachada, cumpliendo el deseo inmobiliario de “ampliar Puerto Madero”.
La resolución del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Número 2 de Morón permite el paso de transporte navegable sobre el cauce del Riachuelo, solo con fines turísticos, desde su desembocadura con el Río de la Plata al transbordador Nicolás Avellaneda. Lo que equivale a unos 350 metros, a la altura de las calles Caboto, Ministro Brin y Necochea.
“La Boca es un barrio que fue próspero gracias al puerto y que lo perdió. El río hoy puede ser la chance de lograr una recuperación cultural, económica y social”, dice Antolín Magallanes.
“La prohibición se argumentó en la presencia de sobrenadantes y las embarcaciones que se hallaban en el río”, introduce el director general de Gestión Política y Social de ACUMAR, Antolín Magallanes. Para avanzar en el pedido de navegabilidad, señala, “se limpiaron los sobrenadantes, sobre todo de basuras plásticas o nylons. Hoy el 70% de lo que retiramos del agua es prácticamente orgánico, podas, ramas, y el otro porcentaje es de residuos sólidos urbanos. También se sacaron todas las embarcaciones que había hundidas y fondeadas en la cuenca baja, sobre todo en la zona portuaria de La Boca. Eso hacía que se embancara el lecho del río, se generaran montículos de arena y el agua no escurriera”.
Uno de los puntos que se plantearon en la audiencia pública en la que se debatió el proyecto, en diciembre de 2022, fue por qué el permiso se daría solo hasta el Puente Transbordador. Incluso, si se considera que hasta el momento de la prohibición estaba habilitado hasta el Puente Pueyrredón. Magallanes señala que los estudios técnicos de batimetrías determinaron que la navegación podía hacerse hasta la Barraca Peña, pero para embarcaciones pequeñas, con determinado tipo de calado, con el fin de evitar tocar los barros del río. Por eso, reconoce que la idea es que este tramo se incluya en una etapa posterior.
En la audiencia también se había generado polémica sobre los criterios para determinar las estaciones de ascenso y descenso. En ese sentido, el funcionario de ACUMAR señaló que la iniciativa logró el consenso tanto de la Ciudad como del municipio de Avellaneda, jurisdicciones en cuestión.
“Todo se inició al recuperar el Puente Transbordador, que permitió que la Isla Maciel pueda desarrollar una serie de recuperaciones urbanísticas, culturales y sociales. Desde la Ciudad, se buscaba potenciar un circuito que no fuera el próximo a Caminito sino la zona más vinculada a Almirante Brown”, detalla Antolín Magallanes.
Roberto Naone es capitán del Club de Regatas Almirante Brown y lleva la voz junto a otros representantes de las instituciones náuticas boquenses. “La posición la expresamos en la audiencia pública. Es halagüeño que hagan una habilitación de 350 metros para navegar, pero la realidad es que está hecha a cuenta y orden de los intereses de la empresa de navegación Sturla, que quiere amarrar en Vuelta de Rocha. Pero como no puede porque hay muchos fangos y ACUMAR no lo deja, lo hacen en un sector que hoy todavía no tiene un desarrollo y donde está el puente de Vialidad Nacional, que podría servir de respaldo al ser de hormigón. Ese es un lugar que ya está, que tiene agua, porque ahí funcionaban algunas empresas de buceo, y donde han amarrado barcos, algo que no sucede más adelante, pasando el Puente Transbordador”, puntualiza.
El impacto territorial es el que más debate genera, a la hora de determinar qué le aporta al barrio la navegabilidad. Desde ACUMAR, Magallanes dice que esa respuesta la da la historia misma de La Boca. “Hablamos de un barrio que fue próspero gracias al puerto y que lo perdió. Hoy se puede replantear de la mano de ese río la chance de lograr una recuperación cultural, económica y social. El ingreso de una embarcación turística a esa zona generaría más opciones para cruzar y la chance de poder desarrollar circuitos turísticos que sean virtuosos en términos de sustentabilidad ambiental”, señala.
Para Naone todo responde a un objetivo de negocio. “La Ciudad de Buenos Aires no piensa en el acceso al río, sino en el río como fachada inmobiliaria. Y quieren extender Puerto Madero hasta La Boca porque creen que La Boca solo se puede resolver si se parece a Puerto Madero”.