Iluminará

Este 29 de abril la Sociedad Luz cumple 125 años. El historiador Lucas Yañez nos invita a dar un paseo por aquella primera charla que en 1899 dio origen a la primera Universidad Popular de Latinoamérica. A cargo del militante socialista Mauricio Kliman, al exposición trató sobre el sistema planetario e incluyó una novedosa proyección de imágenes.

Iluminará

Se me ocurre que la Memoria, así con mayúscula, tiene claro a dónde quiere llegar, pero recorre distintos caminos en la búsqueda de alcanzar su punto de llegada o, si me permiten, su destino. En ese andar va dejando huellas, que son pistas para quienes venimos desde atrás queriendo alcanzarla. El tema es que, como son múltiples los caminos, a veces elegimos unos y otras veces, elegimos otros.

Uno de esos caminos más lindos de recorrer, al menos para quien esto escribe, es el del diálogo con aquellas personas que estuvieron en el momento y en el lugar indicado por donde pasó la Memoria y, si uno les pregunta, son capaces de narrar cómo la vieron aparecer, qué pasos dio y por donde se fue. Creo que en el periodismo ese diálogo se llama entrevista. Y en historia es historia oral.

Les voy a contar una historia que tiene ribetes de leyenda no porque haya semidioses, o pruebas difíciles de superar, o dragones que lanzan fuego, sino porque circula de boca en boca en un rincón de nuestro barrio y porque cada vez que la escuché el circunstancial narrador le agregaba una pincelada particular al relato de tal manera que no por ser una historia conocida se me hiciera aburrida.  Quizás sea mi turno de agregar un matiz o quizás tengo ganas de sumarme a esa larga cadena de narradores que alguna vez la contaron para sumar una huella más, una señal que diga “por aquí pasó la Memoria”.

“Qué hay de esa imagen en mi cielo”

Trasladémonos con la imaginación hacia fines del mes de abril de 1899 y al barrio de Montserrat, más precisamente a la calle México 2070. Allí, hoy sede de la Unión Obrera Molinera Argentina (UOMA), funcionaba una de las tantas Casas Obreras impulsadas por militantes socialistas. 

El otoño porteño comienza a hacerse sentir en la humedad, la temperatura y los breves atardeceres. Anochece y a la puerta del local llegan a las corridas desde fábricas, talleres y comercios, trabajadoras y trabajadores. Se produce un pequeño amontonamiento para ingresar al local.

Sobre una mesa hay una “linterna mágica”, una lámpara, como la de Aladino pero que en lugar de genios hace brotar imágenes. 

Dentro, en el salón, son recibidos por un hombre joven de bigote atusado a la moda de la época, lleva un impecable traje y les da la bienvenida en un castellano con marcado acento eslavo. Su nombre, Mauricio Kliman. Sus orígenes, algún lugar del imperio ruso. Su profesión, estudiante de ingeniería. Su credo, el socialismo y la ciencia.

Si miramos con atención veremos un particular brillo en los ojos de Kliman. Un indicio de que lo que está por suceder es un pequeño y a la vez gran paso en un camino que llegará hasta nuestros días. Podemos suponer que en sus convicciones no haya lugar para el sentido de la trascendencia, pero quizás vislumbre que lo que está por suceder en ese lugar puede ser transformador.  ¿Es eso la revolución?

“Camino mi propia luz”

Cuando todas y todos están sentados, y un silencio expectante se apodera del auditorio, Mauricio Kliman les hablará de revoluciones. Pero esta vez no de cambios en las relaciones de poder ni de la recuperación de los medios de producción para la clase. Les hablará de revoluciones celestes. La conferencia, exposición o charla que tiene lugar el 29 de abril de 1899 en la Casa Obrera de Montserrat es sobre el sistema planetario y la Tierra, y con ella se da por inaugurada la Sociedad Luz Universidad Popular. Es posible que la elección del tema no haya sido casual y que lo que se buscara transmitir al público allí reunido fuera el lugar que ocupa nuestro planeta en el sistema solar para luego, en sucesivos encuentros, poder abordar el lugar que ocupamos las trabajadoras y los trabajadores en el sistema económico del capital. Pero hay una novedad, un dispositivo tecnológico de avanzada para la época que hace que la charla sea más amena y comprensible. Sobre una mesa hay una “linterna mágica”, una lámpara, como la de Aladino pero que en lugar de genios hace brotar imágenes.  El artefacto concentra un haz de luz que, por un juego combinado de espejos y lentes, amplia sobre la pared o la pantalla la imagen de unas placas de vidrio pintadas y coloreadas que son colocadas entre el rayo de luz y las lentes. Con ese antecedente de las diapositivas o de las filminas irán apareciendo delante de nuestros ojos los planetas y sus satélites a medida que Mauricio Kliman los vaya nombrando.

Nuestro expositor ha logrado captar la atención del auditorio y eso lo entusiasma.  Se explaya hasta en el más mínimo detalle, quiere que esa charla permanezca en la memoria de cada asistente. Y tan compenetrado está que no advierte el humo negro que se va concentrando sobre las cabezas del público como un nubarrón de tormenta. Seguirá con sus explicaciones cuando se escuche la primera tos. Y seguirá adelante cuando las toses se multipliquen. Volverá a la Tierra cuando los primeros espectadores se levanten cubriéndose las narices y las bocas con sus pañuelos en busca de la salida. Entonces comprenderá los efectos indeseados del querosén utilizado como combustible para encender la linterna mágica.

A la espera del alba

Más allá de lo accidentado de aquella inauguración, 125 años después la Sociedad Luz Universidad Popular sigue andando ese camino trazado por Mauricio Kliman, Ángel Giménez, Juan B. Justo y otras tantas mujeres y otros tantos hombres, trabajadoras y trabajadores. La formación social, cultural, política de los sectores populares sigue siendo un horizonte que nos desafía a andar todos los días, paso a paso hasta alcanzarlo. La Biblioteca Popular Ángel M. Giménez y el Instituto Alfredo L. Palacios son retoños de la convicción y el compromiso con la construcción de una sociedad más justa, solidaria e igualitaria. Nuestras puertas -desde 1922 en Suárez 1301, Barracas- están abiertas. Las y los invitamos a seguir caminando juntxs.